miércoles, 22 de diciembre de 2010

No hay nada más lindo.

No hay nada más lindo.
No hay nada más lindo que una mujer te de bola.
No hay nada más lindo que la mires y te sonría
No hay nada más lindo que juegue con su pelo, tal vez algo incómoda.
No hay nada más lindo que decirle algo y, hablando o no, con gestos quizás, te conteste.
No hay nada más lindo que mirarla y redescubrir que es linda, agradable, interesante.
No hay nada más lindo que ver en ella ese “algo más” que la despega del resto.
No hay nada más lindo que imaginar más de lo que uno le ve, y saborearlo con sutileza.
No hay nada más lindo que hablarle y ver que escucha, que asiente o que opina diferente.
No hay nada más lindo que escucharla, interesarse de verdad por lo que siente, piensa o hace.
No hay nada más lindo que rozarla suave con la mano para grabar en el mi piel, su piel.
No hay nada más lindo que ella desee, como al descuido, hacer lo mismo.
No hay nada más lindo que de golpe descubrir que nos mira cuando estamos en otra cosa.
No hay nada más lindo que mirarla en secreto, cuando ella está en otra cosa.
No hay nada más lindo que congeniar, que reír o hasta sufrir por cosas en común.
No hay nada más lindo que pensar terriblemente igual.
No hay nada más lindo que pensar totalmente distinto.
No hay nada más lindo que invitarla y que acepte. A salir, a pasear, a tomarse de la mano.
No hay nada más lindo que insinuar un beso, aún a riesgo de ser rechazado.
No hay nada más lindo que te acepte un beso, y darlo con timidez inocente.
No hay nada más lindo que besarla, con delicadeza o con pasión, como sea y como salga.
No hay nada más lindo que apretarla fuerte entre tus brazos, a pesar que un poquito se queje.
No hay nada más lindo que sentir que devuelve el abrazo, con seguridad o con timidez.
No hay nada más lindo que compartir cosas, palabras, sabores, música, regalos, consejos.
No hay nada más lindo que desear desnudarla, planificando en la mente mil maneras.
No hay nada más lindo que intuir que ella se dejaría desnudar, sin saber cómo ni cuándo.
No hay nada más lindo que sentir que empezás a amarla, más allá de la confusión de los sentidos.
No hay nada más lindo que capturar pecho y las manos sientan rebalsar.
No hay nada más lindo que jugar con su cuello, recorrer espaldas interminables.
No hay nada más lindo que confirmar las redondeces de su forma, y morder y besar.
No hay nada más lindo que hurgar sitios de pliegues y jugos, y hacerla vibrar.
No hay nada más lindo que intente devolver favores, pero que acepte ser ella la agasajada.
No hay nada más lindo que dejarla devolver favores, y sentir que lo siente de verdad.
No hay nada más lindo que sentir que pronto uno podrá poseer ese cuerpo como regalo del cielo.
No hay nada más lindo que imaginar que ella esté disfrutando cada segundo de todo eso.
No hay nada más lindo que bajar un bretel, abrir un cierre, un corpiño desabrochar.
No hay nada más lindo que deslizar una bombacha, recostarla y sus piernas abrir.
No hay nada más lindo que hacerlo con los tiempos del momento, donde los dos estemos a gusto.
No hay nada más lindo que respetar su pudor, jugar a la inocencia, rezar por su repentina timidez.
No hay nada más lindo que mirar, oler, tocar, sentir, saborear, todo y en todo sentido.
No hay nada más lindo que recibir trato similar, por deseo de ella, por su curiosa curiosidad.
No hay nada más lindo que recorrer con humedades mías las de ella. Hacerla estremecer y rogar.
No hay nada más lindo que mirar su rostro transformarse, su espalda arquear, que se abre a uno.
No hay nada más lindo que sentir la invitación a entrar en ella y abrazándola con mil manos, gozar.
No hay nada más lindo que amarla, tenerla, llevarla al cielo, y eternamente, ponerla en un altar.
No hay nada más lindo que explotar con su ser, morir de goce, y mirar a sus ojos, y endiosarla.
No hay nada más lindo que prometerle amor eterno y desear bien adentro poder cumplirlo.
No hay nada más lindo que halagarla, por todo lo que ella me halaga.
No hay nada más lindo que me halague, por todo lo que la halagué.
No hay nada más lindo que desear que ese instante sea inmortal.
No hay nada más lindo que seguir abrazados, que su sinceridad por todo, sea real.
No hay nada más lindo que comprometerme a estar con ella, cuando sea y como sea.
No hay nada más lindo que amarte.
No hay nada más lindo que tenerte para que vos me puedas amar.

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