jueves, 29 de agosto de 2013

Que nos van a enseñar!!

Empezó como un chiste. Veíamos como en Face muchas chicas se sacaban la "autofoto" frente al espejo del baño y pensamos con Cande boludear con eso.

Aclaro: no somos dos pendejas. Candelaria y yo, Marisa, somos grandes, las dos estamos en pareja y ella, a diferencia mía, tiene un hijo.

No vamos a decir la edad. No somos viejas pero tampoco tenemos ni ahí el cuerpo de esa odiosas e impecables muñecas tersas que solo el tiempo las convertirá en lo que somos nosotras. Y mucho peor, seguramente. (Muy malo mi comentario, lo sé...jejejeje)

Tampoco estamos tan mal...por eso que nos animamos al chiste. En Ibiza hice desnudo total el año pasado y no desentoné para nada, como si sucede con esas viejas millonarias que se les cae todo y no se avergüenzan de nada.

Y Cande es una hija de puta: ojalá yo tuviera ese culo... Muy flaca, poca lola, pero tremendo traste.

Seguramente el limoncello ayudo a la audacia.... Y si vos pensás que el grado de alcohol de esa bebida es ínfimo, bajate botella y media al sol y después me contás...

Estabamos en su casa, charlando en un balcón colosal, en un penthouse digno de una película. En remera sin mangas y short de jean yo y con un mini vestido algo andrajoso ella. "De entrecasa" me dijo.

Con la tablet entramos a uno de esos grupos de pendejas que, como mujer adulta, ya pensamos que subir fotos ahí, en esas poses, son una clara llamada a lo más básico del instinto animal de los hombres. Pensamos en sus madres, y en que diferente era "insinuarnos" para nosotras. Cosas típicas de mujeres grandes.

Sin embargo, después de esa impresión inicial, el atractivo pasó por otro lado. Ya pesaba una especie de tentación por hacer algo que nunca habíamos hecho y tal vez, a futuro, fuese cada día más difícil.

-¿Y si nos sacamos nosotras una foto así?
-¡Estás en pedo!
-¡Dale! no te digo mostrando el culo como esta... Me decía al tiempo que me señalaba a una rubia de no más de veinte años, con una bombacha metida hasta la médula.
-¿Pero para qué?
-...........
-Ja! ni sabés por que hacerlo?
-Para pavear un rato... Dale! Vení, vamos al espejo grande del living...

Casi sin entender porqué la seguí. A medida que entrabamos hasta un salón gigante, con puertas ventanas que comunicaban con ese balcón, Cande se descalzó, lanzando sus zapatillas a cualquier lado.

Se puso delante del espejo y con su BlackBerry empezó a hacer muecas tan típicas como odiosas.
Habrá sacado ocho o nueve fotos mostrando la lengua, abriendo lo ojos como huevo fritos, mostrando un hombro hasta que de golpe se detuvo. Me miró y se volvió directo hasta su notebook. Escribió en You tube "Músca sensual para desnudarse" Mientras lo tipeaba me fui enterando de su objetivo.

Empezó a sonar algo un tanto remanido, de saxo y violínes, pero que cargaba, inevitablemente, el ambiente de dudosa sensualidad. Pero servía.

Pensé que era momento de levantar campamento, meter mis cosas en la cartera y mandarme a mudar. Ella estaría un tanto caliente y eso se respeta. Me acerqué a despedirme y sorpresivamente, mientras ponía mi cachete para saludarla, una mano apretó fuerte "mi otro cachete", el de más abajo.
Me eché para atrás con gesto de no entender nada. Y allí intentó darme un beso en la boca, sin soltarme la cola.

Instintivamente me negué. pero ella insistió... con los ojos abiertos, yo podía ver como ella, sin mirarme, disfrutaba esa conexión que jamás habíamos tenido.

No sé bien como me relajé. No sé porque una parte mía, racional, me negaba a esa experiencia, pero otra, más sensorial empezaba a disfrutarlo. Solté la cartera que aún sostenía con una mano y casi sin querer la rodee con mis dos brazos por la cintura.

Su lengua quería más. ya no alcanzaba con ese roce o choque de labios. Fue extraño abrirme para que esa carne tan femenina hurgase por primera vez mi boca. Raro y delicioso. Ahora sus manos en mi cola no me molestaban, sino al contrario, ayudaban a que la unión de los cuerpos fuese más intensa.

-Siempre dijiste que yo tenía un lindo culo...agarramelo...con confianza...

Su frase terminó en una risa franca. Dudé, pero ya menos que el "no al beso", y mis manos acompañaron un resoplo de placer. Era como si mis dedos descubrían una forma firme pero mullida, viajando desde una cadera angosta hasta dos semiesferas admirables... poco a poco llegaron hasta una raya que seguramente terminaría en una concha húmeda. Pensé en eso, y me estremecí. Curioso, pero real. Estaba pensando ya, a micro instantes de tocarla, en su humedad vaginal...Muy curioso de mi parte. Muy sensual era todo.
Casi al descuido mi dedo rozó el ano desnudo y me sobresalté.

-¿No tenés bombacha?
-No.
-¿¿Cuando te la sacaste??
-No tenía. Cuando salgo al balcón con este remerón, no me pongo... es largo y me tapa.
-Pero yo no me di cuenta antes...
-No, no tenía...Pero tampoco me estuviste mirando, creo...¿o si?
-No! no...pero se te nota cuando no tenés bombacha...
-Ay mamá...perdón... ¿tanto te preocupa? ¿querés que me ponga una de esas como usaban las abuelas?
-Pará...Cancherita...No me digas mamá que tenemos la misma edad...no te hagas la pendeja...y no, no te estaba mirando, pero tu cola siempre llama la atención. Todos la miran...¿Me vas a decir que no sabías?
-¿Ah si? ¿Por eso me la estás agarrando tan fuerte? Me gusta.
-Sos guacha...pero te digo que así como tenés buen culo, no tenés tetas como yo...y eso si te mata de envidia, jajaja

Su risotada rompió el murmullo con que estábamos hablando y se separó de mi con una clara intención.

-¿Ah si? ¿buenas lolas decís tener? A ver...pelá!

Estaba tan segura que por ahí pasaría la cosa, así que sin decir ni mu, me saqué la remera y el corpiño juntos de una vez. Mis pechos rebotaron al sentirse libres. Mientras aún todavía desenmarañaba las prendas de mi cabeza y mi pelo ella ya estaba metiéndose uno de mis pechos en su boca mojada. Me estremecí por la sorpresa tan inmediata y por el cosquilleo típico que sentimos cuando una lengua nos toca allí...
La fui acompañando para que nos tiremos en un sillón espumoso, donde nos sumergimos con ganas.

Era también la primera vez en bastante tiempo que alguien me chupaba las tetas o algo. Y, a decir verdad, no hay como la delicadeza femenina al hacerlo. Ojo, me encanta cierta salvajada masculina, pero ella sabe como gusta más, sin tener que explicarle nada: ¡es mujer!

Más allá de su cautela, de su paso lento pero firme, la excitación se adueñó de nosotras. Mi mano ya quería sentir la famosa humedad que tan loco pone a los hombres. Esa hermosa sensación de que la mano calza perfecto en la entrepierna de una dama. y que en la palma, clítoris y labios jueguen acariciando.

Y debo reconocer que es una hermosa sensación para la que lo brinda. Tal vez recibiéndola no sea tan erótico como lo es para el o la dueña de la mano. No es mas que poner la mano. Pero a nivel ratones, se siente que una está ahí, ahí mismo, cubriendo la entrada de los cielos.

Su humedad la sentí como una mezcla viscosa y dulce. Le pregunté si podría saborear. Y se lo pregunté con inocencia, no queriendo quemar alguna etapa del desarrollo de su sueño.

-Si, por favor! meteme toda la boca...
-Bueno, si lo pedís así...

Apenas la rocé, su bocanada de alma saliendo la sentí tanto como si fuese mía. Era rica al tacto de la lengua. Fue irrefrenable el deseo de insertar uno o dos dedos en su agujero maravilloso. Su concha era muy parecida a la mía..labios grandes, clítoris que se endurecía y un agujerito de la cola mínimo. Las mujeres, si bien "tenemos lo mismo" solemos ser bastantes diferentes en la contextura vaginal, pero Cande y yo podríamos haber sido gemelas con respecto a eso...

La fui llevando...ella es bastante histérica en el goce: quería ya, todo de golpe. Y ahí soy muy distinta...tengo una cierta carga de masoquista me parece, ya que un poquito el sufrimiento de estar al borde y retroceder me enloquece.

Si bien la "locura" fue idea de ella me tomé el atrevimiento de manejar la situación, como si fuese experta. Era increíblemente excitante dejar apoyada la yema de uno de mis dedos sobre el orificio del culo y sentir como "latía" mientras mi lengua la hacía viajar. Pensé en como apretaría a un miembro si estuviese allí insertado y un chorro de mis jugos me bajó de golpe.  Luego de un espasmo largo le pedí un vibrador, el que fuese de su agrado. Estaba convencida que debería tener una linda colección, conociéndola como la conozco.

Apareció con uno doble, largo. La propuesta era que al mismo tiempo yo también me inserte una punta y ambas juguemos al entra sale...Lo había visto en películas, pero nunca en vivo y menos aún en mi concha.

Primero volví a comérmela y llevándola al séptimo cielo con mi lengua y dedos...Jugar con su botón mágico es, lo asumo, lo reconozco y lo describo, algo delicioso. No sé si por eso en sí o por el complemento del éxtasis que los gemidos y arañazos que Cande le agrega a cada orgasmo. Es una reina.

Quedé casi tan satisfecha como ella...bueno...no tanto...

Ahora mi concha conocía su lengua, sus dedos y la punta de un grueso porongón que un poco me hizo ver las estrellas...luego, la fricción medida, a ritmos que una mujer desea, y acompañada de lambetazos llenos de saliva me abrieron el pecho al medio... sentí salir de mi, morir, explosiones de luces y furia de colores inundaron desde el bajo vientre hasta los pelitos de la nuca. Pies estirados para alcanzar lo que es inalcanzable. Esta vez, a manos y lengua de ella, no pude jugar con mi placer del punto del no retorno...Sucumbí con violencia, arqueando la espalda y entregándome a ese falo eterno, que no terminaba de acomodarse en mi profundidad más rica. Lo sentí al tope, y hí miré para ver como Cande hacía lo mismo con ella. La imagen, el golpe visual, que si bien como mujeres que somos, nunca es tan impactante como para los hombres, en este caso me mató. Era tremendo...

Tenía a otra mujer, una hermosa y querida mujer, insertada con un virtual miembro mío, rozándonos piernas y manos. La vibración, no tan intensa como la anterior, pero altamente reconfortante, llegaba tras cada furiosa embestida que ella hacía en ella misma.

No tardó en acabar, dejándome a mi una sensación puramente extraña pero dulce como la miel. Acompañé su furia con mimos intensos que yo mismo me regalé en el clítoris y pellizcando pezones.

Y de pronto la nada. Con los ojos cerrados sentí un abismo. No podía volver en mí, aunque estaba totalmente conciente. Abrí los ojos y la vi bella y plena.

Así, abatida y todo, llegó a manotear su celular para sacar varias fotos. Las primeras, de ambas conchas casi tocándose, unidas por un mastil rugoso eran burdas y bastante fuera de foco. Una de ellas, la que nadie podría llegar a identificar de que se trataba, tenía hermosa armonía de diagonales.

-Esta, que no se entiende mucho, va para mi foto de portada en Face.
-Estás loca! ¿como vas a poner una concha en Facebook...
-Primero: no es una concha...¡Son dos! Segundo: es MI concha y TU concha, que no son poca cosa, y tercero: cada vez que escriba ahí o vos veas mis coments, recordarás este maravilloso instante de nuestras vidas. Y ahora si, lo que falta.

Se incorporó. Nos sacamos ese palo empapado de jugos mutuos y nos besamos como corresponde. El click de la cámara delató a la foto "que faltaba".

Esa imagen  no la publico ni ella ni yo. La tengo en una carpeta oculta. Y no se si algún día verá la luz.

Por lo pronto, después de semejante locura, charlamos de nuevo en el balcón, cerveza de por medio.
Ahora abrigadas con un buzito en una tarde que se hacía noche,  "estas dos veteranas que se la sabían todas",  nos quedamos sorprendidas pensando lo que hoy unas pendejas de Facebook nos enseñaron a gozar.




Sin ganas de nada (relato no sexual)

NOTA: Si buscas un tradicional relato mío, éste no lo es. Hoy quería meterme en la cabeza de una mujer de un modo diferente. Gracias por entender.



Enojada.
Enojada con la vida.

Así estoy.
Harta de...No sé de que, pero estoy harta.

Me pongo a escribir en vez de hacer otra cosa, porque con el humor que tengo lo haría para la mierda.

Hacía rato que no explotaba así. En realidad vengo torcida pero me la venía aguantando. No sé porque.

Y sé que soy injusta. Injusta por desagradecida. Porque en realidad tengo lo que quiero. Hago lo que quiero.

Pero no me basta. Odiosa ansiedad que no puedo controlar.

De nada me sirven sus palabras, sus idiotas comentarios de que está todo bien.
Él no está en mi cabeza, Él no sabe lo que de verdad me pasa.

Lo peor de todo es que lo quiero. Sufro cuando no está a mi lado. Pero su caprichismo de minimizar mis dramas me rompe soberanamente las pelotas.
Cuando arranca con eso, me levanto y me voy. Y si puedo, dando un furioso portazo.

Eso en cierta forma me relaja.

Pienso en esas actitudes y me odio. Pareciera que disfruto más un portazo que un orgasmo.
Últimamente no tengo ganas de cojer, no tengo ganas de sexo. Tengo ganas de irme a la mierda.

Y al rato asumo mi histeria. Pero esta vez es fuerte. La situación es fuerte.
Va más allá del tema en discusión. Se empieza a transparentar otra cosa, otra realidad oculta dentro mío. Yo no quiero ver quien soy realmente. Me da miedo encontrarme con alguien indeseable. pero aparece.
Grito, insulto, deseo lo peor.

"Disconformista" me dice. Y mi cabeza lo traduce como que soy una mierda de persona, mala, desagradecida.
Mientras miro su boca decir palabras sin escucharlas, yo  pienso otras. Pienso que odio que él me conozca y yo odio que yo no pueda conmigo, conociéndome.

Ganas de...no sé...La puta madre! no sé que quiero.

De pronto, justo él me dice, como para ayudarme precisamente eso: "A ver ¿que es lo que te gustaría? Decíme y le buscamos la vuelta juntos"

NO SÉ!!! Carajo!! No sé y me desespera!

De pronto hilvano, un poco controlándome, un par de ideas: "Trabajar, salir, hacer cosas..."
Suena a ridículo:..yo trabajo, salgo, hago cosas...y mas o menos me divierte y me mantiene la cabeza en orden.

Y ahí revienta todo: "Lo que vos querés no es eso" sentencia.

Mis ojos no aguantan más las compuertas herméticas de un llanto orgullosamente contenido. No quiero llorar pero las lágrimas necesitan salir.

Pienso, apretandome los dientes, que eso me debilita ante él. Que se cae una máscara inútil.  Y me doy cuenta que soy una boluda atroz. Entonces no disimulo más aquello indisimulable. Respiro congoja y algo de aire me entra al cuerpo.

No soy sincera conmigo. Es eso. Soy tan terca y dura que algo me duelo por dentro.
Juro que me encantaría que viniese y me abrace, pero él sabe que lo más probable es que lo rechace y le diga que salga, que no quiero que se acerque. y vuelvo a desear sus brazos, para anhelar que desee hacerlo...y volver a armarme de frialdad...

Soy así. Y sé que un día, tranquilamente, puede hastiarse de estas conductas pelotudas que vaya uno a saber cuando y porqué mamé e hice carne.

Basta.

Necesito parar y mirar a los costados. Vivo mirando para allá, para adelante y no sé como es el camino que recorro. Sindrome de Alicia en el País de las maravillas, si es que existe...aquel que reza "Mermelada ayer, Mermelada mañana, pero nunca mermelada hoy"...No sé lo que es el Hoy. Tampoco demasiado valoro el Ayer...

"Mañana, mañana, mañana..." Muchas veces me asusto pensando en que no habrá un mañana...No...peor!...que haya un mañana ingobernable... ¡eso! que me agarre el mañana sin estar preparada...Preparada para... ¡No sé! ¡No sé! ¡No sé!

He pensado en el fin de mis días. Listo. Como no puedo gobernarme, me entrego. Pero tampoco me hace minimamente feliz la idea. Y no se si es cobardía o valor... No sé nada. Es indignante.

Si...seguramente podés pensar que lo mío sean nervios, incertidumbre, un poco de locura incorregible...

Pero lo peor (?) es que él me tiene una fe que no entiendo. Cuando reacciono soy malísima y milésimas de segundo después de decir la última letra temo que agarre y se vaya. y en esa milésima de segundo creo que tendría razón...

Pero se queda y me acompaña.

No sé que espero. No escarmiento porque él me sigue queriendo. Y más bronca le tengo. Odio que ame como ama. Odio que yo sea tan importante para él.

Es increíble: pensar en separarnos me produce esos sentimientos encontrados de liberarme de algo, pero no se de qué... y después pienso que no me libero de nada.

Soy la pensante de los dos. Siempre que alguien nos ve, asume eso. Yo la racional y el él chiquilín. Yo la que analizo y el él impulsivo. Yo la recatada y el él audaz.

Si y no. Su manera de protejerme, de querer contenerme es razonada, medida, preparada. Yo, al contario, exploto por ese puto rechazo a lo emocional. Ni un orgasmo siento como los siente él.

Quiero cambiar. Cuando me doy cuenta del dolor que esto me produce, lo asimilo y me lo impongo: Quiero cambiar.

Pero no sé como...

Entendeme... una vez más..., entendeme...

Gracias.

Llegó en bicicleta.



Su cuerpecito no mostraba la verdadera edad. Mullida pero firme gracias a esa continua obsesión por el gym redondeaba sus formas.
Màs de una vez me contó aquello que al principio le causaba gracia y tiempo después odiaba: lo de mostrar el documento para certificar que era mayor de los dieciocho. 
Ya tenía veintitrés y sin embargo el rostro aniñado perduraba. 
Debería reconocer que las trenzas y ciertos estilos los conservaba para hacer uso (y abuso) de esa condición. 

Era raro: tener sexo con ella era raro. Yo le pedía que se comporte como una de su edad. No sabía que tendría que hacer, pero era una verdadera loba en la cama con cara de cachorrita. Y la turra jugaba. Y en ese juego se aprovechaba.
No era como las que se hacen las nenas. A esas las detesto. No va conmigo esas espantosas fantasías. Ella no...ella es yegua, loba, gato salvaje...pero cuando la mirás, es cara de inocencia. 
Si te la cruzás en la calle o la acompañás al cine nadie podría creer que sea capaz de atarte a la cama, vestida de latex negro con pinzas en sus pezones. 

Ella es así. 
Rebelde y angelical...azucar pimienta y sal decía esa milonga de los ochenta.

Provocadora, está jugando a franelearse el asiento de la bici. Mirá el mar y me mira. El mar y yo. Yo y el mar. Juega con un clítoris imagino húmedo. Se pasa la engua por los labios y me habla como si nada. Como si nada no... Está gozando pequeños espasmos pero controla su voz. Me habla y solo distingo el éxtasis por un parpadeo acelerado que le deja por instantes los ojosen blanco. 
Juega.
Y yo no puedo ocultar mi excitación. Con disimulo me roza el pantalón. Y creo estallar. Se lo digo y me advierte. 

Llega gente y con la bici va por un nuevo orgasmo. Protesta tontamente sobre el porque de la falta de caño en los modelos para mujeres. "El asiento está un poco alto" confiesa. 
Un tipo se sienta cerca. Y lo desafía: "¿cuantos años dice que tengo, señor?"
Él la mira refregarse en el asiento y menos años le da...
Ella ríe ante los catorce que arriesga. Su nuevo orgasmo está por llegar y ya le cuesta disimularlo. Lo esconde mezclado con un "jaja...catorce no me habían dicho ni cuando tenía catorce" 
El último "catorce" fue en realidad un " catooooooooooooooor" imposible de hacer pasar po nada. Su bocanada de alma tal como si fuese una eyaculación vocal era evidente. La cabeza tirada para atrás y el temblor en las piernas. 
Yo quería cojerla ahí mismo, en la rambla, sin importarme nada. Su seducción pura invitaba solo a la lujuria. Imaginaba esa entrepierna tan mojada como fuese posible, inundada de miel pegadiza y delirante. 
La llevé hasta uno de los cambiadores que quedaron del verano. La bici trancó la posible apertura, ya que el gancho original no estaba.
El shorcito, sin bombacha abajo, lo corrí hacia un costado, permitiendome llegar con mis dedos a ese oasis. Jugar con sus pliegues y ver como reacciona su cara es único. Ella expresa sin pudor el orgasmo en cada mueca. Y eso me enamora más de toda su sexualidad. Alzando una pierna, pude penetrarla con justeza. El Ahhhhhhh profundo endureció mi pija aún más. Me clavaba las uñas en la espalda empujándome contra una lona que de afuera parecería estallar. 
Fueron intensas estocadas hasta que estuve a punto de acabar dentro de ella. Lo percibió en el momento justo y se separó de mi. 
Quedé incómodo, deseando la explosión final. Se agachó, puso sus 2 tetas a la altura de mi verga caliente y en, a lo sumo tres succiones furiosas, alcancé la gloria con sus labios. Mi leche brotó de su boca empapando en musculosa blanca, que ahora se pegoteaba marcando dos pezones aún rígidos.
Un beso extraño selló el final de la apurada batalla. 

Agotado, quedé semidesgarbado vistiendome como podía. Ella al salir dejó la puerta abierta y una mujer llegó a verme e intuir lo que había sucedido. 

Me esperó acomodada de nuevo sobre su bicicleta. Creí que nuevamente se estaba franeleando. Y así lo hacía, mientras veía el sol caer.
Me acerqué por detrás, la rodié con mis brazos mientras besé un cuello desnudo, con todo su pelo metido dentro de una gorra azul.

-Me voy, en casa me deben estar esperando...
-No te hagas la nena, no lo sos...
-Jaja...tenés razón, ya soy una vieja... 
-Tampoco eso... Sos lo que sos, por eso te amo...no juegues para hacerme sentir mal... 
-¿Chás chás en la cola a la nena? Dale... Me lo merezco... 
-Si...eso si... Andá para casa