miércoles, 29 de febrero de 2012

Sistema Francés




-Esto puede llegar a ser violento.
-Dale, ya lo hablamos.
-Mirá que no quiero que en el medio de todo te me pongas mariconcita.
-DALE TE DIJE!
-Ok… date vuelta... 
-?
-¡Date vuelta que te ato!


Siempre me molestaron ciertas cosas del sistema bancario. Yo más que hacer lo que estaba por hacerle a Lala, tenía en mi cabeza el tema del préstamo que todavía no me habían otorgado. Suelen romperte el culo y no, precisamente, de manera agradable. Y cuando llegué a casa Lala me sorprende con que al fin se iba a concretar su fantasía. Esa noche, en solo un rato.

Esa charla de su ilusión sexual ya venía desde hacía tiempo. El tema de que si había que empezar a cumplirlas o no, nos daba vuelta en la cabeza a los dos. Todo había empezado aquella vez que llegó medio chispeada de una salida con las chicas del gym, entre las que se encontraba Elisse, una francesita re chupetín, que les llenó la cabeza con probar cosas nuevas. Yo suelo incorporar juguetes, ropa  o sabores, pero sumar otra pareja y con una onda semi sado, “never in my life…”. La cosa había quedado ahí.





Sin embargo, después de ponerme al tanto - y mandarme a bañar y afeitar- el asunto es que ahí estaba Lala, en tetas, con una bombachita hilo dental, atada de manos a la espalda  y  los ojos bien tapados a punto de probar algo nuevo.

Como pude me saqué el chip del banco y el bendito préstamo de la cabeza. Mientras yo la ponía “en condiciones” a ella para el juego, en el living ya estaban la francesa y su amigo. Yo debía atarla, vendarle los ojos y apagar casi todas las luces: solo el velador de mi mesa de luz tenía un gran pareo rojo cubriéndolo. La verdad, al ser de color más bordó que rojo, no se veía una garcha… Ja! Justo garcha vengo a decir…

-¿Listo? Preguntó la francesita.
-Sí, ya está, atada y vendada… Y yo sentado desnudo donde me dijeron.

Entró ella primero. Solo la descubrí por el contraluz de su silueta. Formas muy atractivas. Atrás él. Me asustó su porte… grandote el tipo. Yo sentadito primero miraría y después… y después no sé…
El equipo de música está en el comedor, entonces el cd que trajeron no se escuchaba demasiado. Igual, clima había.
Elisse se acercó con mucha delicadeza a mi mujer. Le recorrió desde la cara hasta sus pechos con un palito largo, con algo brillante en la punta, medio filoso. Lala se sobresaltó pero no dijo nada. Después le dio pequeños golpecitos con eso en los pezones. Temí que la lastime. Yo comencé a excitarme mucho. No quería tocarme. Pero mi pija comenzó a latir de manera inconfundible.
El franchute sí se tocaba… de lejos podía ver que tenía un pedazo de considerable tamaño y se lo refregaba como si nada, para acá y para allá. Tenía que llenar de sangre semejante salchichón.

-A ver Lalita, quiero que me muestres tu linda lenguita…lengüita… eso.

Lala, con mucha timidez, abrió la boca primero y Elisse le estampó un beso como para comérsela. Al mismo tiempo cambió la caricia que le estaba haciendo en sus tetas por un pellizcón en los pezones, que si yo alguna vez se lo hubiese hecho así, me echaba de casa.
Gritó incómoda, con la boca dentro de la otra boca. Sin embargo Elisse no aflojaba.

Poco a poco la fue desatando, la hizo parar y abrirse de piernas. Muy abierta. Primero, mirándola a los ojos muy cerca, le agarró la tanguita por adelante y se la subió de tal manera que sus labios vaginales quedaron expuestos a cada lado de la tirita de algodón de la prenda. Giró y pude ver su orto a pleno, con esa prenda sumergida en profundidades extremas. Reconozco que deseé ser yo quien estuviese haciendo eso. 








Ver, de nuevo de frente como su concha casi se le dividía en dos generó en mí ganas de chuparsela desesperadamente.
Terminó arrancándole la bombacha cortándola con la punta filosa del palito y después de eso pasó a dedicarse a apretujar sus nalgas y jugar con la punta de un vibrador muy grueso en la puerta misma de su concha. Acompañó eso con dos dedos bien adentro como para comprobar si estaba mojada. Lo olió y saboreó. Eso generó otro estertor en mi expectante miembro.
El grandote se acercó y le estiró la mano para que ella siga masajeándole la verga. Esa imagen me incomodó aunque seguía siendo excitante. El tipo era como si no sintiera nada.

-A ver, vení vos ahora -me pidió Elisse-.
-Yo al tipo no se la agarro, eso lo habíamos hablado.
-¡Callate boludo! Que ella te la agarre a vos con su otra mano.
-Ah…ok…
-Y vos, mi linda, mi hermosa yegüita , abrite bien porque sino esto no entra… ¡y si esto no entra, te lo meto a la fuerza!

Su tono era enérgico. Creo que hasta me asustó a mí también un poco.

-Ay, me duele… es muy grueso…
-¡Meá! ¡Ya! ¡Hace pis que así se desparrama mejor tu lubricación!.
-¿Pero pis pis? ¿Ahora? ¡¿Acá?!

No sé bien que es lo que la francesita le habrá hecho allá abajo, que de pronto oí el chorrito contra el piso. Yo con ese masajeo estaba entrando en zonas peligrosas próximas al orgasmo y que, por orden específica, debía evitarlo como fuese. Era muy difícil. Pensé en el puto banco y los requisitos, pero ver mear a Lala me aceleró el deseo de metersela.
El grandote seguía como si nada.
El vibrador que le insertó a Lala entró casi todo. Era realmente grande y grueso… Con tal de pensar en otra cosa para distraerme se me ocurrió divagar sobre donde lo habría traído y si no la vio nadie en el palier del edificio.
Ella gritó mucho e incluso llegué a ver lágrimas brotando debajo del pañuelo que le tapaba la visión. Pero al instante gimió de placer, en un jadeo que la llevó al orgasmo inmediato, muy intenso, según parecía. Terminó con un ¡Wow! que me tranquilizó.

Ahora me tocaba a mí. Elisse me chupó de una manera tan fuerte que me dolía. Con algo me ató los huevos para que no se me carguen más de esperma. Sin embargo me puso al borde de estallar como tres o cuatro veces. Pero se detenía y me pegaba en los huevos con la orden de “¡No!”
Fue agobiante. Era como estar con la pelota sobre la línea de gol abajo del arco, solo, donde solo faltaba soplar para meterla y que te la saquen de ahí mismo una y otra vez…  
Y la guacha ni respiro me daba para enfriarme. 




Mientras tanto el tipo se estaba cojiendo con su salchichón a mi mujer. De manera violenta, desde atrás. La golpeaba contra la pared. La zamarreaba. Los gritos de Lala un poco me ayudaban a bajar mi libido, pero la tipa otra vez a comerse mi pija… ¡y de pronto siento algo en el culo!
No era él, pero era algo grande. Al principio me molestó, pero al ratito, combinado con una lengua tremenda y maravillosa, empecé a escalar cielos rumbo al séptimo.
¡Madre mía! ¡Como se sentía eso! Estaba muy al palo, muy en el filo. Y en una de las revoleadas coincidimos con Lala en vernos las caras justo ahí, de frente. Ella tenía un gesto de relajo, dolor, agotamiento y placer único. Yo sentía algo como un palo metido en el culo que subía y bajaba molestándome  un poco, aunque se bancaba, y  una boca mejor que la concha más estrecha…

-Ya está! No te contengas más, quiero tragar toda esa leche. ¡Inundame!

¡Para que me lo habrá dicho!: a la siguiente lambetada abrí compuertas de líquido contenido como nunca. La hija de puta seguía y seguía chupándome todo. Lala, me dijo después, que ver eso -a mí siendo chupado como si me la estuviese ordeñando con la boca- le generó un orgasmo extra inesperado, mientras el tipo seguía matraqueándola de lo lindo.
Quedamos exhaustos. Pero no terminó ahí. Ella quería más. Y su juego era así.

-No me voy a ir hasta que te cojas a tu novia hasta por las orejas. Y si no se te para, le digo a él que te la ponga bien dura. Sabe hacerlo. Tiene métodos muy interesantes.

Bueno… el asunto es que no solo logró que se me pare, sino que sentí su pija demasiado cerquita de la mía cuando, cuando, mientras yo cogía a Lala por delante, el grandote se la metía por detrás.
Al mismo tiempo Elisse la obligaba, apretándole los pezones con broches, a que le chupe la concha, sosteniéndole la cabeza para que no se escape.



No sé como terminó todo. De pronto se fueron mientras nosotros dos tratábamos, desahuciados, de reponernos y analizar racionalmente todo esa locura.


Al día siguiente fui al banco por lo del préstamo. La chica que me atendió sugirió que lo que más me convenía era el sistema francés…

-Si, dale, necesito esa plata como sea… aunque confieso que si bien todos sabemos que con el sistema francés, un poco el culo te lo rompen … hasta ayer, no sabía cuanto…





(Agradeceré pongan comentarios en el final de mis relatos, me ayudan a mejorar)

sábado, 25 de febrero de 2012

Mi palacio





El departamento era chico. Apenas un livincito y el dormitorio. Baño, cocina y -eso sí- un hermoso balcón.
Mi “nueva vida” tenía que caber en esos casi treinta metros cuadrados. No sabía realmente si terminaría volviendo con Manuel. Hoy te diría que no. Un no rotundo. Definitivo.
Pero viste como es todo de relativo. Y no lo digo por mí ni por él. Lo digo por amigos y amigas que volvieron, y por los que no… Así que nunca se sabe.
La relación no daba. Aquello de la mujer pasiva no encuadra en lo más mínimo con mi estilo. 

Soy. 
Quiero. 
Necesito.

Y después de muchas idas y vueltas, ¡zas! A otra cosa mariposa.

Al departamentito ya le había echado el ojo cuando salió el aviso del alquiler y lo vi pegado en el almacén de doña Elma. Si bien el dueño se lo dio a una inmobiliaria del barrio, Elma me dijo que conocía al viudo que lo alquilaba. Era a estrenar, ya que el pobre perdió a su esposa días antes de mudarse. Cosas de la vida.

Me da dolor decir esto, pero Manuel no se debe haber dado cuenta muy rápido que me fui. Obsesionado con sus cosas, al no encontrarme en el teléfono fijo de casa, para avisarme una vez más que ignoraba a qué hora llegaría,  supondrá que estoy con Adriana, en el cine o tomando algo por ahí. Y cuando llegue a casa, si es que se da cuenta a esa hora de no encontrarme, tal vez me llame al celular… pero lo dejé ahí. Será entonces recién en ese momento cuando prenda la luz de la mesita y vea la carta que le dejé.

Es rara esta sensación… algo se me parte adentro. Pero por otro lado siento como que si se me estuvieran ensanchando los pulmones. Me entra aire y tiendo a asomar una sonrisa con algo parecido a picardía…No sé… raro.

Quique me acompañó. Él es quien me salió de garante y el que me garantizó, también, su hombro para llorar, si lo necesitaba. Es una extraña relación de amistad para dos de los que pensamos que no existe amistad entre géneros.
Siempre nos llamamos primos mutuamente. Y eso a más de uno le ha causado intriga. Si bien yo jamás -de verdad- lo vi como varón disponible, él más de una vez insinuó cosas que, ante mi reacción desorientadora, dejó todo en una simple chanza. Y como mantenía una relativa relación con mi ¿ex? (¿ya le puedo decir ex?) tomó esa leal postura de imaginarme con bigotes, como dicen los amigos que se respetan.

Entrar a la tardecita con mis dos valijotas y un par de bolsas fue movilizador. Sentí ese espacio gigante… aire por todos lados. Y el sol acurrucándose sobre un horizonte esponjoso que veía por un rincón del ventanal del cuarto.

-Dale, venite al balcón, que después yo te ayudo a ordenar… mirá la ciudad desde tu balcón, desde tu nueva casa.






La invitación me pareció idéntica a comer ostras en el Maxims de Paris. Solté todo y me lancé a esa vista. Más allá del smog de una ciudad que se precie de tal, el entorno era de amarillo vida. Algunos carteles de neón empezaban a decorar la noche como un árbol de navidad.





-Si fuese un casamiento diría ¿puedo besar a la novia? Pero acá no se qué decir…
-Jajaja… ¿a la separada? Si, dale, abrazame… es lindo sentir, en momentos así, huesos apretados… Gracias Quique…sin vos hubiese sido más difícil. Te debo una…una grande.
-Si, lo sé y me la voy a cobrar…
-Ojo… mirá que hasta que no arregle esto, lo del laburo, el auto…
-No, plata no… ¿me vas a decir en serio que nunca te moví un pelo? ¿nunca sentiste como yo te deseaba?

No soy una boluda. Si bien, como dije antes, varias veces había insinuado acercarse “más de la cuenta”, no imaginé que ahí, en medio de mi duelo, lanzaría esa frase. Me quedé callada mirándolo. Temía decir algo que arruine el momento, la amistad, su ego.
Y mi ego.

-Siempre te vi diferente a otras. Nunca nunca formalicé nada en serio con ninguna porque siempre estuviste en mi mente. Cuando decidiste irte a vivir con Manu se me vino el mundo abajo. Ahí fue que me fui a España, para alejarme definitivamente de vos. ¡Si no tenía nada en España! Pero no aguenté...¿que habrán sido? ¿Dos meses, tres? Y ya estaba de nuevo en Caballito. 

Siempre te tuve fe. Esperaba que algo sucediese. Encima -nunca te lo conté - todos veíamos desde afuera que él no era para vos.


Me acomodé sobre el único sofá que el viudo me había dejado, porque no le entró en el camión de la mudanza el día que desarmó todo, después de la muerte de su pareja. Con las piernas colgando sobre un apoya brazos y mi cabeza sobre el otro, lo seguí escuchando.

-Pareciera que recién ahora asumís que te hablo con el corazón. Tengo tu imagen, tu sonrisa, tus ojos… para que negarlo, tu culo, tu espalda, tus largas piernas, grabadas acá -decía al señalarse con el dedo índice la frente-... y acá –marcando ahora el centro mismo de su pecho. Un rarísimo amor. Amor no correspondido pero… ¿cómo definirlo? … optimista…eso: "amor optimista" de poder alcanzarte, tenerte. Y no me mires así, cerrá esa bocaza de sorpresa que te va a entrar algún bicho, salame…

Lloré.
Suave, lentamente empezaron un par de lágrimas a recorrerme hasta la boca. Saladas por lo dulce del discurso, de la declaración. Reí nerviosa ante su tierno “salame”.

-¿No vas a decir nada? No sabés todo lo que encararte así me costó. A riesgo de perderte, de que te encules por mi calentura de pajero, como ya me has dicho alguna vez… Y bueno… perdido por perdido, no me banco más contenerte pero no tenerte…suena parecido, pero me está haciendo mierda.
-Ehhh, no… si…, digo que… wow! Dejame tomar un respiro… me shockeaste…  Es que la amistad que siempre sentí de tu parte…

Se lanzó sobre mí estampándome un beso furioso, añejado en su deseo durante mucho tiempo. Fui entregándome asustada, con miedo a algo inesperado, pero cómoda.  La razón luchaba con la emoción. Mi amigo, casi mi hermano de la vida, hurgaba con su lengua en la mía. Era extraño, pero se sentía lindo… enseguida sus manos me apretaron contra su pecho de manera intensa, hasta dolorosa.

-¡Pará! ¡Pará! ¡Soltame!... Quique… ¿vos te das cuenta que esta amistad así ya se hizo mierda? Pasaste barreras que nunca imaginé…
-Sí, ya sé… pero no me lo bancaba más. Perdoname. Era ese riesgo, como te dije, que para sentirme íntegro, hombre, tenía que pasar. ¿La cagué mal?

Lo miré fijo. Vi auténtica luz de amor en sus ojos. Sentí un escalofrío recorrerme la médula espinal y me tiré en busca de un abrazo.

-No, creo que no la cagaste nada. Al contrario.

El beso derivó en caricias. Las caricias en desesperación casi adolescente. Si bien él me había visto un par de veces en bombacha y corpiño cuando me quedaba en la casa de su mamá a dormir, está vez era distinto. Estaba a punto de desnudarme de manera hasta natural frente a él, cuando me detuve de golpe:

-¡Pará!
-¿Y ahora qué te pasa? -me preguntó-
-¿Vos en serio querés avanzar en esto? Mirá que ya no somos pendejos y…
-A ver si me explico: sueño con vos desde hace años, te quiero besar, comer, chupar, coger amándote hoy, mañana y hasta el último día de la vida. Te conozco y me conocés, sabemos vida y milagros de cada uno, y sobre todo sé que me querés y eso lo siento. Y lo sentís.

-Es hermoso eso que decís. Hace mucho que no lo escucho… yo siempre te quise, si…pero esto es diferente… ¡pero va fangulo…!
-¡Esa! ¡Esa es la mina que quiere vivir! ¡La que yo sé que hay adentro! ¡Vamos al balcón! Afuera! gritémoslo al mundo…

Hacer el amor en el balcón me sonaba únicamente a una frase de aquella canción de "Los Rodríguez", la de de “hace calor, hace calor”. Y siempre me cosquillaba pensar en cómo sería. Con Manuel hubiese sido imposible siquiera jugar algo diferente alguna vez.

Sentir el frío del mosaico en mi espalda desnuda generó escalofríos que llegaron a todos mis rincones. Allí, después de besos y más besos, estaba entregada casi, a un admirador que desconocía en tal grado, pero que hizo delicias desparramando su pasión por brazos, piernas, caderas, pechos y muslos… 





Cuando mi cabecita empezaba nuevamente a recorrer esos caminos “de lo que está bien y lo que está mal”, sumergió una lengua maravillosa en mi raja desorientada, pero preparada para lo mejor, como si supiera… Tuve espasmos extraños, renovados, y hasta desconocidos. Le pedí, con ansiedad, que me penetre, con un ¡cojeme! que me salió del alma, creo. Respondió con un “ok” obediente que complementó con “los del edificio ya deben haber enterado que hay vecina nueva” riendo.

En medio de una casi carcajada vergonzosa por mi exabrupto entró con una verga gruesa, que sentí abrirse paso.

-Por favor, las tetas, esas tetas maravillosas que siempre espié a escondidas… apretalas vos y regálame tu cara de placer… Quiero hacerte el amor como nunca… entrar y salir eternamente. Hundirme en tus profundidades, cojerte dulce y violento, suave y salvaje… que grites y rías, que salga el amor contenido, llenarte de mí. Verte gozar, darte placer, placer que estalle en vos.

Su movimiento era intenso. El buen estado físico le rendía muy bien. A lo largo de sus embestidas imaginé dos o tres veces que ya llegaría al final, y no… tenía más. Tuve dos orgasmos fulminantes y un tercero diferente, que me dejó estremeciéndome. Parecía cataléptica. Llegué a pedirle que acabe de una vez porque yo no daba más.
Explotó con todo su esperma caliente dejándome tumbada, moribunda, jadeante. Yo parecía un animal agotado de perseguir su presa.
Me levantó como el novio alzaba a la novia, en las viejas películas, para cruzar el umbral de la nueva casa, y me acomodó sobre el colchón que estaba en el piso del cuarto. Bajó las persianas y se acomodó cucharita detrás de mí tapándonos con uno de mis toallones gigantes.
Besos, besitos, mimos… así nos quedamos dormidos hasta bastante tarde al día siguiente.
Despertar y ver que seguía ahí, que esa “nueva vida” ya era diferente, me dio chuchos lindos.
Mi departamento parecía un palacio. Desde el piso, el techo y las paredes, estaban allá a lo lejos… como bien lejos había quedado mi vida anterior.







martes, 14 de febrero de 2012

¿Distintos?



-Es que somos distintos Maxi… entendelo de una vez
-Eso ya lo sé… pero no entiendo porqué no… juro que no entiendo.
-No estamos pensando en coger todo el día, como ustedes.
-No, yo no digo coger… yo digo pensar en sexo… en, no sé, sentirte erótica.

Maxi ya me estaba hartando con su temita. Hay días que me divierte, pero cuando se pone en teórico, en querer descubrir la pólvora, me saca.

-¿Adonde querés llegar?
-A entender un poco más la filosofía femenina… hay algo que no le creo.
-Jajaja… ¿algo que no? a ver… contame a ver si te ayudo.
-Yo digo: vos te sabés linda…
-Mmmmm sí, digamos que me acepto…
-Sos linda.
-Ok, gracias…ponele que sí, soy linda… ¿entonces?
-Entonces te ves…cuando te cambiás, te bañás…
-Más vale, boludo… ¿querés que me bañe vestida?
-No seas mala onda… seguime sin insultar.
-Ok, dale…me baño… desnuda… ¿y?
-Eso…
-¿Eso qué?
-Digo que cuando estás desnuda tenés que sentirte erótica.
-Maxi… a ver si soy clara… cuando me baño, generalmente, me baño. Punto. Estoy preocupada por el pelo, por las canas, por si engordé, por lavarme bien, a veces lo hago apurada… me baño…nada más…
-Ok, ponee que sí… pero cuando te lavás las tetas, por ejemplo, tenés que darte cuenta que estás buena, que gustan, que son “objeto de tentación de los hombres”…no podés pasarlas así nomás, como los codos…
-Ay Dios, que boludo que estás hoy… cuando me baño, generalmente…


-Si, “generalmente” te bañás, ya sé… ¿pero “no generalmente”? No me digas que no te ves con otra mirada…
-Pará… ¿vos cada vez que vas a mear, jugas con tu cosa?
-…
-¿¡Jugas cuando vas a mear!? ¿siempre?
-No… no es que juegue… pero siento que lo tengo, que esta bueno tenerlo… ¡que se yo! Está. Me ponés incómodo…
-Ah bueno! Vos me preguntas si me toco cuando me baño, y a vos no se te puede decir nada cuando te hacés la paja…
-Noooo, no me hago la paja cada vez que voy al baño… ni ahí…pero sé que que tengo pija…la veo…está ahí… y no es solo para mear.
-Ajá…
-No me mires así… yo te pregunto bien: salís de la ducha, envuelta en una toalla… buscas una bombacha… ¿Cuál buscás?
-Depende, generalmente una cómoda, sana, limpia…
-No me cuentes más “generalmente”… ponele que elegís una tipo cola less… cuando te la metés en la cola… ¿Qué pensás?
-No sé… que me quede bien… ¿Qué tengo que pensar?
-No sé… ¿pero que te quede bien por qué? ¡te estás metiendo una cosa en el orto…dejame de joder… eso no puede no ser erótico… ¡no es lo más normal del mundo meterse una bombacha en el culo! Y no me vengas con que es cómodo… Si yo me meto el calzoncillo en el medio de la raya, me molesta…
-Me estás cansando un poquito… ¿¿Vos probaste meterte el calzoncillo?? No me lo contestes porque de imaginármelo me muero… te contesto yo mejor: me la meto porque me gusta que me quede bien, que me mire en el espejo y me quede bien…que no se me marque la pollera, o el pantalón.
-Ja!
-¿¿JA QUE??
-Porque estás pensando en sexo, solo que no lo admitís.

Lo quiero. A Maxi, es más que obvio que lo quiero mucho. 
Supongo que algún otro tarado que me venga con esta charla lo hubiese mandado a la mierda apenas arrancaba. Por otro lado, su deseo de investigar, de inmiscuirse en la mente femenina me enternece, como que rompe con ese esquema antiguo de que los hombres están más pendientes de sus propias necesidades a diferencia de nosotras que pensamos tal vez demasiado en hijos y  madres.

-Mirá, mi amor, mi tesorito: Yo pienso en sexo. Lo sabés.
-Muy muy poco.
-¿Comparado con quien?
-Hoy te tapo la boca… ¿sabés que estudio hizo la Universidad Estatal  de Ohio? Cuantas veces piensan en sexo hombres y mujeres por día…
Nosotros un promedio de diecinueve, ustedes solamente diez. Una cagada.
-Ah bueno…entonces confirmás que somos distintos, como te dije antes.
-No. Estoy en contra del informe de la Universidad Estatal de Ohio.
-Ah… mirá que bien… Maxi versus el Estado de Ohio… suena a capítulo de La ley y el Orden. ¿Y que alegás en tu defensa?
-Que cuando te acomodás el corpiño, cuando agarrás la teta para que quede bien acomodada ahí adentro, tenés que pensar en sexo, un poco al menos… rozás el pezón con la palma de la mano, lo acariciás… Como cuando yo me la acomodo.
-…
-Y que cuando te acomodás la tanga o la malla en la playa, es para que te vean bien, y tus dedos están tan cerca de la cola, están atrayendo las miradas… ese erotismo digo…
Es más: No me digas que no te da por mirarte la conchita… No les creo que cuando se depilan o se calzan ropa chiquita no se les pase por la cabeza esos escalofríos de un lindo mimo ahí… ¡Y no te digo de un buen trozo llevándote a un orgasmazo!  No les creo que no… Mirá: Incluso cuando elegís pintarte los ojos o los labios… estás cargándote de eros… querés coger, por eso jugás así… pero, claro, la señorita no lo va admitir… O cuando te ponés esa mini super corta… ¿me vas a decir que lo hacés por qué es cómoda? ¡Cuántas veces te la agarrás para estirarla! Cómoda no es… pero es un buen anzuelo para tener sexo. Después se ponen en histeriquitas, pero no niegues que si un día salís a la calle sin ropa interior, cuando una brisa te llega ahí, no se te pasa por la cabeza algo sexual…
-¿Vos estás tomando algo? ¿estás medicado y no me dijiste?
-Si, reíte… lo que pasa es que las descubrí…¡a vos y a todas! y eso te revienta.


Como solo nosotras sabemos hacerlo, me despatarré en el sillón grande sabiendo que parte de mi culotte quedaba expuesto. 


Estos vestidotes inmensos y relivianos del verano son ideales para este juego. Seguí especialmente la reacción de Maxi, actuando un perfecto interés por su postura investigativa. Con ese don que no sé de donde me salió, jugué con mi pelo mostrándome absolutamente obnubilada por sus palabras, que no dejaban de salir de unos labios muy tentadores, a decir verdad. Apenas pude, desabroché sutilmente unos botones superiores, como para que estos firmes pechos queden un poco más a la luz.
Maxi comenzó a confundirse en su narrativa. Mi lengua humedeció labios hambrientos y juraría que percibí movimientos “extraños” en su entrepierna.



-¿Y la vez que te preocupaba que se te transparentaban los pezones? ¿Porqué? Porque sabés que genera sexo, por ende… ¡estás pensando en eso!
-Estás muy loco hoy… hace mucho que no te veo así… Es más, creo que nunca te vi tan preocupado…

Me encanta jugar con él, sobre todo cuando se muestra tan concentrado. Lo invité un par de veces a que me rasque la espalda casi desnuda, donde yo no llego.

-Pará…ya te rasco… pero ¿me estás escuchando? A mí no me engañan más…
-Si mi amor… me encanta que seas tan inteligente, que nada ni nadie pueda con vos… pero vení… ráscame que me pica mucho… Ahí, si…un poco más abajo, más abajo, más abajo…

Poco a poco lo fui llevando. Su mano llegó hasta el punto de encuentro entre mi parte trasera con la delantera, justo donde empieza mi cola. Sentí escalofríos deseados pero incómodos. Siempre me pasa al principio: quiero, pero de entrada me da cosquilla… son segundos. Al darme cuenta que sus dedos ya están mojados con mi miel, cambia todo.

Me saqué el vestido del todo, por arriba. Parada delante de él me quedé mirándolo fijamente. Me humedecí los dedos de la mano derecha y me deleité con una vagina suave, sin pelos y muy bien lubricada. Sus ojos explotaban. No sabía si mirar mi entrepierna o mis labios mordidos por esos pequeños espasmos.
Le pedí que se desvistiera para mí. Que se acaricie de manera similar a como lo hacía yo. Se incomodó, justificando en que no era tan bello como cuando lo hacía una mujer.

-Ok, entonces me visto y a otra cosa mariposa. ¿Ves? Como no pienso tanto en sexo, como vos decís…o la Universidad de Oklahoma…
-Ohio.
-Ohio, perdón… me visto y listo… Todo muy lindo pero el pescado sin vender… ¿Ok?
-No! No! no te vayas…! está bien… es que no está muy parado esto todavía.
-¡Que feo eso que decís! Estoy en bolas delante tuyo, metiéndome -escuchá, prestá atención a mis palabras, a como te lo digo- estoy metiéndome los dedos en la concha… ¿y no se te para? ¿algo de mí no te gusta?
-No, no me hagas el jueguito… te dije que ya te descubrí… es que hay que masajearlo un poco…
-¿Así? ¿Así cómo estoy haciendome yo? Mmmmmmm
-Siiiii… seguí… Dejame besarte, chuparte…
-¡Quietito ahí! ¡Sin tocar! Mmmmmm… ¿y si me pellizco los pezones? ¿Pasa algo? Ahora soy yo la que investigo…
-Si… empiezo a sentir escalofríos inconfundibles… dejame metértela…un poquito y la saco…
-No! quiero que explotes de deseo… no soy una mina fácil… vas a tener que hacer mucho para tenerme, jajaja… Dale! Seguí… ¿Está más durito? Mostrame cuanto… ¿rebota? Que gordito está eso…
-Si… mirá… Plom! Plom! Rebota… ya me duele de tan durito…
-Jajaja…me encanta que me hagas reír… Mmmmm, perdoname pero vos que querías saber tanto, te digo que estoy muy cerquita de sentir…Mmmmmm… viene y…Ahhhhhhh
-Te amooooooo… dejame apretarte toda, comerte boca, tetas, concha… Tenés una cara perfecta en ese mágico instante…
-Mmmmm que ricoooo…  a ver el sabor  Mmmmm…  ¿Quérés probar?
-Si…dame…Mmmmmm, dulce…
-Dale… vos seguí que me encanta verte hacerte la paja, es muy raro como te la agarrás... pero no llegues, ni se te ocurra ¿eh? Seguí hasta el borde, que te quiero adentro…

Hicimos el amor como pocas veces. Intenso, ardiente, pero sobre todo, cagándonos de risa… Grité por cada explosión de placer a mis anchas, sin importarme nada… sentir la piel de su pija rozando mi interior me hace ver estrellas… y su esperma inundándome es wow! Grita como un chico, me agota su éxtasis… quedamos destrozados, sin forma, él todavía con algo de ropa puesta… 
Ese es Maxi. Un hermoso ejemplar de tipo que amo… Infantil, pero apasionado, cariñoso y único. Curioso y absurdo. Sentir su miembro entrar y salir de mí, es glorioso, reconfortante, como si me llenara de vida. Suelo perder el control y arañarlo más de lo normal, si existiese normalidad en su manera de cojerme.





Sé que soy lo que más ama. Me pasa exactamente lo mismo. Me divierte y me erotiza… Y, entre nosotras, cada vez que salgo sin bombacha, cada vez que me acomodo el corpiño, debe ser que inconscientemente, estoy pensando en encontrarme con él…
¿Nueve veces por día pienso en sexo? Puede ser… tampoco es tan poco…Más no sé si podría…