miércoles, 7 de marzo de 2012

A que no…



La apuesta era sencilla. De una simple charla pasó a ser un desafío.
Daniel, jodiendo jodiendo, empezó a boludearme con que ellos podían disfrutar más de muchas cosas, de muchas actividades, solo por el hecho de poder hacerlas “en cuero”, es decir con el pecho desnudo.

Me hablaba de que si se juntaba con amigos y hacía calor, o en el medio de una tribuna, o para ponerse a hacer cosas en el jardín estaba buenísimo sacarse la camisa o la remera y seguir como si nada, pero mucho más fresco.

-Yo también puedo.
-Jajaja, si, claro…
-En serio…me quedo en tetas y listo… ¿Quién me lo prohíbe?
-Bueno, dale…eso quiero verlo. A que no…
-¡¿Qué no?! Ok…pero…
-¿Pero qué? ¿Ya estás arrugando?
-No, para nada… solo que pongo una condición: mirar, obviamente, podés mirar como yo te veo cuando vos estás en cuero pero…
-¿¿Pero qué??







-Nada de nada… mirar sí, pero nada de tocar, de querer rosarme, o chupetearme… Yo tengo que seguir haciendo cosas acá en casa… las hago sin nada puesto arriba, pero vos nada de nada… quiero ver cuánto te la aguantás.  A la primera, te hago acordar de la cartera que me ibas a regalar en mi cumpleaños y no me regalaste. Todo, mon amour, todo tiene un precio.
-¿¿Esa cartera?? Yo te la quise comprar, pero era un delirio de plata… No voy a gastar esa fortuna.
-Entonces no hay problema. Si no me tocás, no me comprás la cartera y listo. ¿Apostado?
-Por supuesto, pero mi contrapropuesta es que hagas lo que hagas no te tapás.  Jugamos a que no hay drama alguno de estar con el torso descubierto. ¿ok?

Por un instante dudé. No supe muy bien a qué se refería Daniel con su desafío. 
Pero esa cartera y taparle la boca eran cosas demasiado tentadoras como para irme al mazo en ese momento. 
Después de todo hice un par de veces topless en Ibiza y varias en la terraza de casa… No es lo mismo, pero…



Cuando volví del cuarto solo con unos pantaloncitos de lycra negros, medias y zapatillas Daniel se estremeció. Me miró como cuando ve una de esas chicas en la calle o en la playa que lo dan vuelta. Amagó decirme algo de mis lolas -era muy evidente- pero hizo como si nada.

Acomodamos juntos el cuarto, hicimos la cama. Un señorito el tipo.

Después me pidió ayuda para acomodar sus papeles del trabajo. Todo se hizo como si estuviésemos vestidos. Incluso me subí a la escalerita para cambiar una bombita y él me sostuvo desde abajo sin mayores sobresaltos. Es verdad, yo no sabía que le pasaba a esa terrible cabecita donde suele criar unos cuantos ratones, pero de la boca para afuera, no hizo el más mínimo comentario.

Yo, con ganas de torearlo un poco, pasé muy cerca de él camino a la cocina. Desde allí le pregunté si no quería que cocináramos algo juntos.

Pocas veces lo vi tan colaborador. Mientras mi par de amigas se zangoloteaban de aquí para allá, él estaba al tanto de todo. Me dio cierta incomodidad al principio tener electrodomésticos funcionando tan cerca, pero al rato ya estaba acostumbrada. Hacer las ensaladas y el resto de los menjunjes para algo liviano fue idea de él… claro, no solo disfrutó ver agacharme para sacar las verduras del cajón más bajo de la heladera, sino que ya tenía planeado que comamos en la terraza del departamento.



Hacía calor y reconozco que se sentía muy bien la brisa que corría ventilándome las tetas… era raro, pero lindo.
Increíblemente Dany se mantuvo alejado de la tentación. Y sentí que mi nueva carterita también se alejaba, jajaja…
Me volqué –a propósito, (entre nosotras) jugo por tomar un poco de la jarra, y solo atinó a alcanzarme una servilleta. Camino al balcón que tenemos me preguntó si me animaba o la cortábamos y listo. Redoblé la apuesta…

-Sigo pero si dudás de mi, te aviso que  la cartera hace juego con unos zapatos increíbles.

Al salir al exterior el sol se sintió fuerte. A lo lejos había unos obreros trabajando en el edificio de la avenida. Estaban lejos, pero los hombres tienen un radar especial para ciertas cosas. Me gritaron ciertas guarangadas referidas a tetas, saliva, leche y demás cosas que hice como que no oí. Al verme con Daniel un poco se retrajeron, pero al corroborar que él ni se me acercaba, lo tildaron de puto y chupa pija. Me reí de manera ordinaria, pero feliz. Aunque, lo asumo, no era el mejor público para mi show. Al rato, como pasa en las playas nudistas, se distrajeron y volvieron a sus martillos neumáticos y fratachos.

-Ja! Te quiero ver -me dijo Dany- vos en bolas así, manejando un martillo de esos.
-Voy.
-Dejate de joder, era un chiste, salame…

Mi falsa decisión le cayó como una patada, como comprobando que yo estaba dispuesta a todo.

El calorcito empezaba a generar alguna hormona que, mezclada con mi semi desnudez, la transpiración en mi entrepierna producida por la estrecha lycra y lo bombonazo que estaba Dany, alteraron el ritmo que yo venía llevando.
El helado de postre, para reponer las estúpidas calorías evitadas con el almuerzo liviano, produjo lo que era de esperar: derretimiento y volcada del susodicho producto, y escalofríos sobre mis pezones. Sin doble intención pasé, para limpiarme, mi dedo por la puntita expuesta. El frío lo endureció. Inevitablemente debí chupar los restos de frutilla del dedo después de recoger el helado que ya se dirigía hasta el ombligo. Al levantar la mirada descubrí a mi amado con ojos desorbitados. Me reí.

-A ver si me podés explicar… -lo encaré- ¿Cómo es que estas dos masas de grasa, sin forma aparente, puede ser que te exciten tanto? Mirá…son gordotas, pesadas, el pezón si está bueno, pero el resto… cuelga, se sacude –le decía al tiempo que me las agarraba y sacudía.
-No sé porque me lo decís así. Yo estoy bárbaro… ¿Excitado? No, todo bien.
-A ver…mostrame que no la tenés dura
-¿Acá? Estás loca…
-Ja! Yo en tetas, mostrándome a todo el barrio y vos no podés bajarte un poquito los pantalones… es para mirar, nada más. Un poco.
Ocultándose como si de traficar cocaína se tratara, se paró justo frente a mi cara, se bajó un poco el pantalón y vi su miembro a medias, que, apenas lo tomé para sacarlo un poco de su lugar, comenzó a cabecear instintivamente.
-¿¡Que hacés!? ¿¡Que tocás!?
-¿Qué? ¿No puedo? ¿Desde cuándo no puedo?
-Lo convenido. No tocar.
-Eso era vos conmigo… yo no firme nada al revés…dale, vení que te lo beso porque te estás portando muy bien.
-No. Nada era nada. Lo lamento.

Me quedé helada. Ese miembro tan abandonadito me dio… ternura. Como siempre lo caliento tanto, solo se lo veo así después de coger. Y un poco de bronca me dio.

Daniel entró con las cosas que llevó a la cocina y, como cambiando de tema, dijo que se daría una ducha rápida, porque estaba muy transpirado. Lo hizo con la puerta del baño abierta de par en par. No resistí mandarme a verlo bajo el agua. De manera escondida lo descubrí masajeándose lo que había estado a centímetros de mi boca minutos antes. Intuí su estrategia de pajearse para bajar la adrenalina de mi desnudez y me pareció jugar sucio. Así que entré interrumpiendo su paja argumentando mi apuro por mear. Lo hice sin dejar de controlar sus manos. 





Apenas me levanté del inodoro me desnudé por completo proponiéndole que, por el calor, sigamos así de entrecasa. Lo esperé con la firme intención de que no hiciese trampa.



En bolas los dos en el living nos tiramos en el sofá. En la tele apareció cualquier película. Le dije mi deseo de dormitar un ratito así, yo con mi cabeza sobre su regazo,  y él sentado. Quedé con ese miembro lavadito y latente al alcance de mi boca, si así lo decidiera. El siguió mirando no se qué, supongo que futbol o algún documental bien alejado al sexo.

Mi mano se deslizó hasta mi entrepierna. No era nada malintencionado, porque suelo acurrucarme así aún vestida… complejos de niñez nunca resueltos… sin embargo para Daniel era una visión agradable. Su pene mostró signos de sentirse a gusto con lo que me pasaba. Y sin más, empecé a darle caricias a mi concha.

-¿Qué hacés?
-¿No te das cuenta? Me estoy masturbando…el calor, estar en tetas, la ducha…
-Si fui yo el que se duchó.
-MMMMMsí…por eso.

Y ahí la vi. Clarita, con dos cierres, uno de cada lado. Un estampado hermoso, metida en una bolsa gigante, de papel y con el logo de Louis Vuitton.



Sus manos no resistieron lanzarse sobre estas tetas ávidas de dedos masculinos. Empezó acariciándome despacito, para ver mi reacción

Después me apretó como para que no me escape. Mientras tanto yo sentía miel en mis dedos. Pude lambetear testículos inflados de esperma. Su pija creció mostrando en detalle  sus hermosas venitas. Una gota del pre seminal brotaba de su agujerito. Lo probé con la punta de mi lengua. Un manjar que mezclado con el néctar de mi concha en los dedos era mermelada para los sentidos.

No duramos mucho en esa posición. Después de abrirme de piernas sobre el sillón más chico, con las piernas colgando sobre los apoya brazos, me comió mis labios y clítoris de manera maravillosa. Me encantan esos orgasmos tan intensos que me dejan temblando, con el cuerpo hecho una baba. La cabeza tirada para atrás permitió salir grito y alma. Ahora me dio vuelta y casi en cuatro sobre el sillón entró fácilmente en mí. Se movió con delicadeza al principio, como si se acomodara. Luego aferrado a mis hombros me clavó su émbolo de carne ocho, nueve, diez veces.

Salió un rato pidiéndome que jugara yo con su miembro. Estaba pegoteado de mis jugos. Lo envolví en mi pelo primero y lo pajee como yo se que le gusta. Pretendió que lo hiciese acabar. No daba más de excitación. Su cara era ruego, pero yo quería su caliente leche en mi concha.

Lo acosté en el piso y me senté insertándome su palo de manera sabrosa. Traté de hacerlo durar, algo que no fue fácil. Lo distraje diciéndole pelotudeces, charlando de cualquier cosa al tiempo que subía y bajaba como si bailara en el caño. Nos reímos de lo absurdo del diálogo.  Su cara ingobernable me extasiaba, verlo tartamudear de goce. Me excito mucho con eso y con sentir su pija dentro de mí. Y no pude más: aceleré el ritmo y un baldazo interno de leche caliente acabó con su martirio. Volví a temblar toda.

Un rato después, aún desnudos por el intenso calor del atardecer, disfrutamos de una picadita.

-¡Que hambre me da después de cojerte! -me confesaba- ¡Que linda que sos, por favor! Tenerte debe ser un regalo del cielo. Compartir esto, y tu risa. Gozo tanto más con tu orgasmo que con el mío, te diría… Sos lo máximo.
-Gracias, es hermoso estar con vos… y amo ir por la calle mostrando este amor, que sos mío… y que envidien que seas mío…igual igual que mi cartera nueva…Pero come tranquilo… en el shopping, el local de Voitton, cierra recién a las once de la noche…




“A que no…” me vas a decir justo a mí… -pensé-