Empezó como un chiste. Veíamos como en Face muchas chicas se sacaban la "autofoto" frente al espejo del baño y pensamos con Cande boludear con eso.
Aclaro: no somos dos pendejas. Candelaria y yo, Marisa, somos grandes, las dos estamos en pareja y ella, a diferencia mía, tiene un hijo.
No vamos a decir la edad. No somos viejas pero tampoco tenemos ni ahí el cuerpo de esa odiosas e impecables muñecas tersas que solo el tiempo las convertirá en lo que somos nosotras. Y mucho peor, seguramente. (Muy malo mi comentario, lo sé...jejejeje)
Tampoco estamos tan mal...por eso que nos animamos al chiste. En Ibiza hice desnudo total el año pasado y no desentoné para nada, como si sucede con esas viejas millonarias que se les cae todo y no se avergüenzan de nada.
Y Cande es una hija de puta: ojalá yo tuviera ese culo... Muy flaca, poca lola, pero tremendo traste.
Seguramente el limoncello ayudo a la audacia.... Y si vos pensás que el grado de alcohol de esa bebida es ínfimo, bajate botella y media al sol y después me contás...
Estabamos en su casa, charlando en un balcón colosal, en un penthouse digno de una película. En remera sin mangas y short de jean yo y con un mini vestido algo andrajoso ella. "De entrecasa" me dijo.
Con la tablet entramos a uno de esos grupos de pendejas que, como mujer adulta, ya pensamos que subir fotos ahí, en esas poses, son una clara llamada a lo más básico del instinto animal de los hombres. Pensamos en sus madres, y en que diferente era "insinuarnos" para nosotras. Cosas típicas de mujeres grandes.
Sin embargo, después de esa impresión inicial, el atractivo pasó por otro lado. Ya pesaba una especie de tentación por hacer algo que nunca habíamos hecho y tal vez, a futuro, fuese cada día más difícil.
-¿Y si nos sacamos nosotras una foto así?
-¡Estás en pedo!
-¡Dale! no te digo mostrando el culo como esta... Me decía al tiempo que me señalaba a una rubia de no más de veinte años, con una bombacha metida hasta la médula.
-¿Pero para qué?
-...........
-Ja! ni sabés por que hacerlo?
-Para pavear un rato... Dale! Vení, vamos al espejo grande del living...
Casi sin entender porqué la seguí. A medida que entrabamos hasta un salón gigante, con puertas ventanas que comunicaban con ese balcón, Cande se descalzó, lanzando sus zapatillas a cualquier lado.
Se puso delante del espejo y con su BlackBerry empezó a hacer muecas tan típicas como odiosas.
Habrá sacado ocho o nueve fotos mostrando la lengua, abriendo lo ojos como huevo fritos, mostrando un hombro hasta que de golpe se detuvo. Me miró y se volvió directo hasta su notebook. Escribió en You tube "Músca sensual para desnudarse" Mientras lo tipeaba me fui enterando de su objetivo.
Empezó a sonar algo un tanto remanido, de saxo y violínes, pero que cargaba, inevitablemente, el ambiente de dudosa sensualidad. Pero servía.
Pensé que era momento de levantar campamento, meter mis cosas en la cartera y mandarme a mudar. Ella estaría un tanto caliente y eso se respeta. Me acerqué a despedirme y sorpresivamente, mientras ponía mi cachete para saludarla, una mano apretó fuerte "mi otro cachete", el de más abajo.
Me eché para atrás con gesto de no entender nada. Y allí intentó darme un beso en la boca, sin soltarme la cola.
Instintivamente me negué. pero ella insistió... con los ojos abiertos, yo podía ver como ella, sin mirarme, disfrutaba esa conexión que jamás habíamos tenido.
No sé bien como me relajé. No sé porque una parte mía, racional, me negaba a esa experiencia, pero otra, más sensorial empezaba a disfrutarlo. Solté la cartera que aún sostenía con una mano y casi sin querer la rodee con mis dos brazos por la cintura.
Su lengua quería más. ya no alcanzaba con ese roce o choque de labios. Fue extraño abrirme para que esa carne tan femenina hurgase por primera vez mi boca. Raro y delicioso. Ahora sus manos en mi cola no me molestaban, sino al contrario, ayudaban a que la unión de los cuerpos fuese más intensa.
-Siempre dijiste que yo tenía un lindo culo...agarramelo...con confianza...
Su frase terminó en una risa franca. Dudé, pero ya menos que el "no al beso", y mis manos acompañaron un resoplo de placer. Era como si mis dedos descubrían una forma firme pero mullida, viajando desde una cadera angosta hasta dos semiesferas admirables... poco a poco llegaron hasta una raya que seguramente terminaría en una concha húmeda. Pensé en eso, y me estremecí. Curioso, pero real. Estaba pensando ya, a micro instantes de tocarla, en su humedad vaginal...Muy curioso de mi parte. Muy sensual era todo.
Casi al descuido mi dedo rozó el ano desnudo y me sobresalté.
-¿No tenés bombacha?
-No.
-¿¿Cuando te la sacaste??
-No tenía. Cuando salgo al balcón con este remerón, no me pongo... es largo y me tapa.
-Pero yo no me di cuenta antes...
-No, no tenía...Pero tampoco me estuviste mirando, creo...¿o si?
-No! no...pero se te nota cuando no tenés bombacha...
-Ay mamá...perdón... ¿tanto te preocupa? ¿querés que me ponga una de esas como usaban las abuelas?
-Pará...Cancherita...No me digas mamá que tenemos la misma edad...no te hagas la pendeja...y no, no te estaba mirando, pero tu cola siempre llama la atención. Todos la miran...¿Me vas a decir que no sabías?
-¿Ah si? ¿Por eso me la estás agarrando tan fuerte? Me gusta.
-Sos guacha...pero te digo que así como tenés buen culo, no tenés tetas como yo...y eso si te mata de envidia, jajaja
Su risotada rompió el murmullo con que estábamos hablando y se separó de mi con una clara intención.
-¿Ah si? ¿buenas lolas decís tener? A ver...pelá!
Estaba tan segura que por ahí pasaría la cosa, así que sin decir ni mu, me saqué la remera y el corpiño juntos de una vez. Mis pechos rebotaron al sentirse libres. Mientras aún todavía desenmarañaba las prendas de mi cabeza y mi pelo ella ya estaba metiéndose uno de mis pechos en su boca mojada. Me estremecí por la sorpresa tan inmediata y por el cosquilleo típico que sentimos cuando una lengua nos toca allí...
La fui acompañando para que nos tiremos en un sillón espumoso, donde nos sumergimos con ganas.
Era también la primera vez en bastante tiempo que alguien me chupaba las tetas o algo. Y, a decir verdad, no hay como la delicadeza femenina al hacerlo. Ojo, me encanta cierta salvajada masculina, pero ella sabe como gusta más, sin tener que explicarle nada: ¡es mujer!
Más allá de su cautela, de su paso lento pero firme, la excitación se adueñó de nosotras. Mi mano ya quería sentir la famosa humedad que tan loco pone a los hombres. Esa hermosa sensación de que la mano calza perfecto en la entrepierna de una dama. y que en la palma, clítoris y labios jueguen acariciando.
Y debo reconocer que es una hermosa sensación para la que lo brinda. Tal vez recibiéndola no sea tan erótico como lo es para el o la dueña de la mano. No es mas que poner la mano. Pero a nivel ratones, se siente que una está ahí, ahí mismo, cubriendo la entrada de los cielos.
Su humedad la sentí como una mezcla viscosa y dulce. Le pregunté si podría saborear. Y se lo pregunté con inocencia, no queriendo quemar alguna etapa del desarrollo de su sueño.
-Si, por favor! meteme toda la boca...
-Bueno, si lo pedís así...
Apenas la rocé, su bocanada de alma saliendo la sentí tanto como si fuese mía. Era rica al tacto de la lengua. Fue irrefrenable el deseo de insertar uno o dos dedos en su agujero maravilloso. Su concha era muy parecida a la mía..labios grandes, clítoris que se endurecía y un agujerito de la cola mínimo. Las mujeres, si bien "tenemos lo mismo" solemos ser bastantes diferentes en la contextura vaginal, pero Cande y yo podríamos haber sido gemelas con respecto a eso...
La fui llevando...ella es bastante histérica en el goce: quería ya, todo de golpe. Y ahí soy muy distinta...tengo una cierta carga de masoquista me parece, ya que un poquito el sufrimiento de estar al borde y retroceder me enloquece.
Si bien la "locura" fue idea de ella me tomé el atrevimiento de manejar la situación, como si fuese experta. Era increíblemente excitante dejar apoyada la yema de uno de mis dedos sobre el orificio del culo y sentir como "latía" mientras mi lengua la hacía viajar. Pensé en como apretaría a un miembro si estuviese allí insertado y un chorro de mis jugos me bajó de golpe. Luego de un espasmo largo le pedí un vibrador, el que fuese de su agrado. Estaba convencida que debería tener una linda colección, conociéndola como la conozco.
Apareció con uno doble, largo. La propuesta era que al mismo tiempo yo también me inserte una punta y ambas juguemos al entra sale...Lo había visto en películas, pero nunca en vivo y menos aún en mi concha.
Primero volví a comérmela y llevándola al séptimo cielo con mi lengua y dedos...Jugar con su botón mágico es, lo asumo, lo reconozco y lo describo, algo delicioso. No sé si por eso en sí o por el complemento del éxtasis que los gemidos y arañazos que Cande le agrega a cada orgasmo. Es una reina.
Quedé casi tan satisfecha como ella...bueno...no tanto...
Ahora mi concha conocía su lengua, sus dedos y la punta de un grueso porongón que un poco me hizo ver las estrellas...luego, la fricción medida, a ritmos que una mujer desea, y acompañada de lambetazos llenos de saliva me abrieron el pecho al medio... sentí salir de mi, morir, explosiones de luces y furia de colores inundaron desde el bajo vientre hasta los pelitos de la nuca. Pies estirados para alcanzar lo que es inalcanzable. Esta vez, a manos y lengua de ella, no pude jugar con mi placer del punto del no retorno...Sucumbí con violencia, arqueando la espalda y entregándome a ese falo eterno, que no terminaba de acomodarse en mi profundidad más rica. Lo sentí al tope, y hí miré para ver como Cande hacía lo mismo con ella. La imagen, el golpe visual, que si bien como mujeres que somos, nunca es tan impactante como para los hombres, en este caso me mató. Era tremendo...
Tenía a otra mujer, una hermosa y querida mujer, insertada con un virtual miembro mío, rozándonos piernas y manos. La vibración, no tan intensa como la anterior, pero altamente reconfortante, llegaba tras cada furiosa embestida que ella hacía en ella misma.
No tardó en acabar, dejándome a mi una sensación puramente extraña pero dulce como la miel. Acompañé su furia con mimos intensos que yo mismo me regalé en el clítoris y pellizcando pezones.
Y de pronto la nada. Con los ojos cerrados sentí un abismo. No podía volver en mí, aunque estaba totalmente conciente. Abrí los ojos y la vi bella y plena.
Así, abatida y todo, llegó a manotear su celular para sacar varias fotos. Las primeras, de ambas conchas casi tocándose, unidas por un mastil rugoso eran burdas y bastante fuera de foco. Una de ellas, la que nadie podría llegar a identificar de que se trataba, tenía hermosa armonía de diagonales.
-Esta, que no se entiende mucho, va para mi foto de portada en Face.
-Estás loca! ¿como vas a poner una concha en Facebook...
-Primero: no es una concha...¡Son dos! Segundo: es MI concha y TU concha, que no son poca cosa, y tercero: cada vez que escriba ahí o vos veas mis coments, recordarás este maravilloso instante de nuestras vidas. Y ahora si, lo que falta.
Se incorporó. Nos sacamos ese palo empapado de jugos mutuos y nos besamos como corresponde. El click de la cámara delató a la foto "que faltaba".
Esa imagen no la publico ni ella ni yo. La tengo en una carpeta oculta. Y no se si algún día verá la luz.
Por lo pronto, después de semejante locura, charlamos de nuevo en el balcón, cerveza de por medio.
Ahora abrigadas con un buzito en una tarde que se hacía noche, "estas dos veteranas que se la sabían todas", nos quedamos sorprendidas pensando lo que hoy unas pendejas de Facebook nos enseñaron a gozar.
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