miércoles, 22 de diciembre de 2010

Ella


Llegaba a casa de hacer fotos para una campaña de jeans.
Hacía mucho calor, tanto que hasta la bombacha tenía transpirada.
Lo que me encanta de estar sola en verano en Bs As es que tengo todo abierto y ahí si corre aire, pero con las persianas por la mitad.
Me acuerdo que me saqué la pollera, los tacos y llegué hasta la cocina mientras me desabotonaba la camisa.
Creo que ella, una muñeca que tenía por vecina, me vio por la ventana del lavadero.
Ese edificio comunicaba espacios comunes demasiado cerca. Yo ya sabía que solía tomar sol en su balcón, y si podía, sin la parte de arriba de la bikini. Más de una vez me descubrí espiándola.
Nunca nos dijimos nada, salvo una vez en el ascensor.
Yo entraba con Héctor, un amigo, y se apuró ella para subir también. Tenía unos jeans tan apretados que los labios se le marcaban perfectamente.
El muy hijo de puta, a la pasada, le acarició el culo, cuando ya estábamos por llegar a planta baja.
Ella reaccionó mal, mirándolo con odio. Obvio.
Y el turro no tuvo mejor idea que endilgarme el hecho a mi... que si bien se lo hubiese hecho con ganas, la verdad era que yo no había sido... entonces me miró desconcertada y me preguntó si de verdad había sido mi mano... Me hice la reboluda: "no se a que te referís" dije como para devolverle la pelota a la cancha de Héctor...
"A ver- me dijo- tocame acá,... yo así voy a saber si fuiste vos" decía al tiempo que me agarraba la mano y me la estampaba en el medio de su hermosa cola.
"No, no fuiste vos... me hubiese dado cuenta, y hasta me hubiese gustado... y vos, boludo, no tenés idea de como se toca un culo...te falta mucho, pendejito"


Y se bajó rumbo a la calle, no sin antes regalarme un piquito insignificante, pero beso al fin.
Miré a Héctor, le agarré su miembro por arriba de los pantalones de gimnasia y lo noté excitadísimo... y le dije, emulando a mi nueva amiga: "Te falta mucho, pendejito"


En la cocina terminé de desnudarme y pararme al lado del ventilador grande. Si ella me veía, mejor, pero yo me hacía la distraída.
¡Amo sentarme de piernas abiertas, apoyando cada pie en una silla distinta, por más que me hayan enseñado mil veces que sea muy ordinario, y sentir el fresquito justo ahí...!
Sé que, como no soy de fierro, suelo terminar jugando, o tirada en el piso o casi acostada en esa silla, con un terrible dolor de espalda, mezclado con orgasmos, te diría, únicos.
Pero ese día no. Esa vez solo me miraba nomás. Hasta que con el rabillo del ojo noté que ella podía verme, desde su terraza, desde mis pies hasta poco más arriba de mi cintura..
Un poco me incomodó, si hasta atiné a cambiar de posición y todo. Pero luego me excité. Comencé a jugar con los pelitos de mi entrepierna.
Eso la motivó. En un arranque de audacia llamó mi atención. Buscó palabras para no ser tan directa, como para no ser obvia si alguien escuchase:
"¿Te ayudo con el pelo?, si querés lavate que te ayudo con el shampoo, y ya que estamos te lo recorto un poco"
Debo decir que, como no la veía, de entrada pensé en una madre que le hablaba a su hija para que le quede bien el pelo después de un baño completo. Repetí esas palabras en mi cabeza ("Te ayudo con el pelo?, si querés lavate que te ayudo con el shampoo, y ya que estamos te lo recorto un poco") y si... terminé por asumir que era eso...
Hasta que, apenas segundos después, evidenció que era dirigido a mi: “Dale, si tenés un pelo relindo, todo enrulado... voy y vas a quedar encantada... te digo: tengo una mano... o dos, si querés..." y rió con mucha picardía.
Medio como si mi depto fuese un conventillo, me salió del alma gritarle un: "Dale, venite, si tenés ganas... te dejo hacer lo que quieras"
La respuesta le gustó y le satisfizo, porque su "Ok, voy para allá" lo dijo entremezclado con risas reales.

Apenas tocó la puerta y la vi, podría haberle dicho que la amaba con todo mi corazón, pero me contuve. Ese vestidito bobo, amarillo intenso, arriba de su piel perfecta, cortito a la altura de un culo irrepetible, sin corpiño ni nada que apriete, con algunas marcas de un sol muy fuerte, me produjeron un escalofrió.
Yo, desnuda, no estaba nada mal al lado de ella. Es que apenas cerré la puerta quedamos las dos, una al lado de la otra ante el gran espejo que tengo en el hall.
Nos miramos en la realidad, y después en esa imagen reflejada, y no tuve salida más boluda que decirle: "Te hacía más petisa que yo... "
Ella, que no se andaba con vueltas, soltó un "Te hacía más linda que yo..." y echó a reir, abrazándome por primera vez, pidiendo perdón, y jurando que solo fue una salida para romper el hielo.
"Dale, vamos a podar ese matorral" decía sin temor a ofenderme... Era directa, y eso me incomodaba un poco, pero, me calentaba... una mina que sabe lo que quiere, pensé.
Ya en la cocina, y con algunos implementos que había traído, me dijo que me ponga cómoda, que ella se ocuparía de todo.
Se sentó en el suelo, en el medio de mis dos largas piernas abiertas de par en par, apoyadas como me encanta, cada pie arriba de una silla distinta, brindándole tremendo espectáculo para ella sola. Ver eso, era una imagen muy fuerte para mi. Pero me fascinaba.
El agua tibia, me humedeció por afuera casi tanto como empezaba a estarlo por dentro. La espuma después fue el primer indicio que sus dedos me estaban tocando. Sentí sensaciones que no quería que terminen jamás.
Cuando la maquinita apoyo su filo sobre la piel, juraría que tuve un orgasmo... chiquito, pero que se evidenció en un pequeño estremecimiento. Ella pareció notar "algo".
"¿Te hice mal? avisame y paro..." arriesgó a decir, sabiendo que no dejaría que abandone su trabajo sin terminar.
"Nop, seguí nomás... es falta de costumbre"
La cuchilla marcaba un surco primero, otro después... de un lado y de otro...
Al llegar bien cerca de los labios, ella me pidió permiso para separarlos, para que el filo no me lastime.
"Haga nomás" llegue a decir. El contacto de las yemas de los dedos pulgar e índice, agarrando ese pedacito de carne tibia, moviéndolo a derecha e izquierda, mientras seguía pasando la hoja, me llevó al cielo. Ahí sentí que una canilla interna reventaba.
 Y brotó un jugo viscoso.
"Ups" dijo ella. "sos muy sensible al tacto... como las touch screen"
"¿Que?"
"Si, no viste esas pantallas, donde por ejemplo... hacés así. -mientras repetía el movimiento- y vas de un lado para otro?
“Ahhhhhh.... si, entiendo... seguí...”
“Bueno, pero yo soy a la antigua... me gusta apretar botones... así…”
Y empezó a jugar conmigo, como si moviera la ruedita de un mousse...,
El grito se escucho varios metros a la redonda. Hasta ella se incomodó, pensando que fue talvez demasiado intenso. “Voy a tener que controlar mis poderes" dijo riendo.
Mi cuerpo no dejaba de sacudirse.
Fue un gemido agudo, con risa desatada después.
Le pedí que hiciese un esfuerzo: que se levante y me acompañe hasta el espejo. Ahí nos miramos y nos gustamos...  Yo solo quise decirle algo antes de un abrazo final.
Y se lo dije: "Sabés algo... dame un beso...aunque, se nota, yo soy mucho más linda que vos, ja ja ja"

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