martes, 5 de octubre de 2010

“Hablarte así”, entre comillas.



 “Va más allá de un orgasmo”.
Talvez debería decir “simple”.
A ver…
“Va más allá de un simple orgasmo”…
No sé…
¿Y si pongo “mucho más”?
“Va mucho más allá de un simple orgasmo…”
Si… no sería una mala manera de empezar…
¿Empezar así?
“Mi deseo de tenerte va mucho más allá de un simple orgasmo”
¿Me creería? ¿Entenderá que es lo que quiero decir?
Podría empezar así y asustarla.
“¿Ya estás otra vez con eso?” diría talvez…  
¿Cómo hacer para que sienta lo que siento?
Para mí estaría muy claro.
Poner “…más allá…” implica que va “más allá”.
Pero el peso de la palabra “orgasmo” hace que piense justo
lo que no quiero que piense.
Y al mismo tiempo me encanta que piense en un “orgasmo”.
Si, me encantaría.
Y que le brillen los ojos incómoda.
Pero no así. No es lo que busco.
Recalco lo de “más allá de un orgasmo…”
Y no. No hay caso.
¿¿Por qué me cuesta explicarle lo inexplicable??
¿Por qué lo sigo intentando?
¿Lo necesito acaso?
“Soy pasión”, pero no puedo decirlo así.
Suena a que ella no es apasionada.
Y lo es. Más que yo, si me descuido. ¡Ja!
Decirle que lo mío me sale de acá, no sé muy bien de donde.
“Yo también te quiero”, afirmaría ella.
Y no es eso lo que espero. No quiero que me hable.
Quiero que me escuche. Nada más.
Pero faltan palabras.
Y eso me molesta.
“Ganas de apretarte, y que un poco te duela.”
¿Ves? Es difícil.
“Saciarte y no. Que siempre falte más. Un poco más, siempre.”
Ver en tus ojos eso que solo yo veo cuando “sentís” lo que digo.
Es “esa” mirada, que vos y yo sabemos.

Ya sé.
No me gusta la palabra orgasmo.
Eso es lo que complica todo.
Me encantaría otra… que seguro no existe.
Algo de vibrar, un poco de gozar.
Estremecer. Volar. Petit mort dicen los franceses…
“Mmmmmmmm” sería una buena forma.
Me causaría gracia decirte “Quiero Mmmmmmm”
Busco también ese término que permita animarte a pedir.
Suplicarme desde un susurrado “Tocame” inicial.
Y llegar a un desfalleciente “No me toques más”.
Siempre con un “Por favor” tímido y vergonzoso.
Pienso en abrir.
“Abrite” suena violento. Burdo.
¡Si te la habré dicho! Y no te molestó.
¿O si? Y nunca dijiste nada.
¿Queda mal?
¡Que delgado es el límite! ¡Y no poder encontrarlo!
Éxtasis está buena. Pero suena a droga.
¿Por qué no, entonces?
No, no queda. Es ajena. Es de afuera.
Prefiero “saborear”. Sale de adentro.
“Deseo saborear todo tu cuerpo”.
Parece tan básica, como decir “te comería toda”.
No.
“Tenerte y soltarte. Estar encima y lejos a la vez.”
“Odio no poder ser un espectador.”
Y poner “Rec” desde un poco más allá, para volverlo a ver una y otra vez.
“Amo no ser un espectador.”
Y guardar cada resoplo, cada grito desesperado, en algún lugar de mi mente para poder rememorarlo cada vez que te quiera imaginar.
“Olerte. Escucharte. Mirar como se contrae cada milímetro de tu piel.”
Medio de científico loco lo mío, y probar hasta donde podés llegar.
“Que tengas sed de calor, de lujuria y de humedad”
Que las manos se te contraigan tanto hasta lastimarte con tus propias uñas.
Y al mismo tiempo que te estires tanto como para llegar hasta el cielo.
“Al momento más cercano a la divinidad.”
¿Ves?...
Jorge Laplume


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