lunes, 3 de febrero de 2014

La Cédula




No soy una mina fácil.
No, en serio.
Muchas veces me gusta jugar a la come hombres, pero eso es un juego.
La verdad es que soy muy selectiva; quizás demasiado. El hecho es que la lista de los hombres con que realmente la pasé bien, o que me han entusiasmado más de la cuenta, al punto incluso de pensar más allá de un buen polvo, esa lista, te decía es mínima.
Si, reconozco que, entre lo que me atrae el sexo y la romanticona que siempre llevo dentro, es como que se complica bastante, porque lo emocional lucha permanentemente con lo racional.
Para bien y para mal.

Cuando me vez, de entrada nomás, imaginás: “esta mina es muy seria” más de una vez me lo han dicho. Debe ser una especie de máscara para evitar que me vuelvan a joder.
Ups! Me confesé sola: eso de “me vuelvan” delata que he sido , digamos, golpeada. No con una mano, sino en el corazón...¿ven? Ya apareció la romántica... me persigue permanentemente. A veces la amo, pero tantas veces la odio...

Y decidí -ja! Ya verán- que las emociones queden en el pasado. Amé y amo cosas o personas que no me devuelven en persona lo que les doy. Y es lindo y feo a la vez. Si, ya sé, me estoy metiendo en un lío y no me explico...vamos por un ejemplo: Amo la música, y sobre todo una banda y cada uno de sus integrantes. No voy a decir cual porque me expongo demasiado, pero es así y listo.

Los amo de verdad, te juro que es amor de mariposas en el estómago y todo... soy capaz de entregarme mal, del todo, sin importarme nada. Pero ellos, los de la banda, no lo saben. Bah! Si, saber lo deben saber ya que hice mil cosas para que me registren, desde mails, face, carteles en los recitales, regalos íntimos inclusive... o sea que imagino que en el camarín de algún lugar donde tocaron coincidimos... y la romantica que soy imaginó toda la situación, donde leían mi carta, se pasaban mi bombacha de mano en mano, y hacían comentarios, quizás disputándome, jajaja... es mi sueño y sueño lo que quiero, no?

Pero nada de eso -todavía- pasó.

Entonces ahí lo de decidir archivar a la enamoradiza que a pocos lugares me llevó, salvo buenos orgasmos que he disfrutado, pero no terminan de llenarme como mujer.

Suena triste? Y... no es la más feliz de las historias...

Y entonces la racional Annie ahora trabaja más horas que las que sueña -dormida y/o despierta- con tal de bajar unos cuantos cambio.
Atiendo gente en una oficina de correos. No es Disney, pero el desfile de extraños personajes es permanente. Entregar facturas o cartas a aquellos que todavía conservan una casilla de correo porque viven lejos de la ciudad te lleva, inevitablemente a conocer gente rara, que aún en esta parte del siglo reniega de la compu y sus etc.

En general son personas solitarias, que recluidas en casonas en medio de un bosque cada vez menos escondido, bajan al pueblo muy de mala gana.
Es raro que dentro de ese cada vez más reducido universo, ya que se me van muriendo los clientes, aparezca gente nueva.
Y eso, además de que hace peligrar el extraño puesto que un tío logró conseguir para mi desde su oficina de Montevideo, además, es aburrido.

Por eso cuando esa linda melenita rubia, atada por detrás, y con unos ojos clarísimos, se acercó hasta mi caja, me quedé encandilada. Yo estaba ordenando alfabéticamente facturas de OSE, para que sea más simple entregarlas apenas viniesen a buscar correo, y más de sesenta sobres cayeron al piso mezclándose de nuevo.

-Perdoname, estoy recién llegando acá y me dijo una señora en la esquina que seguramente acá me podrían ayudar.
-Lo que necesites -dije tratando de sonar servicial pero no obnubilada-
-Mirá, mi abuela murió hace un mes, ella, no se si te suena, era Teresa Oyarzún, y vivía en...
-Si, claro! Doña Teresa! Fue muy triste para el pueblo la noticia... te doy mi pésame... ¿Y venís a quedarte? -pregunte sin disimular mi entusiasmo de que algo o alguien lo atase a este lugar- Digo, si viniste a hacer trámites, eso quiero decir -traté de arreglarla.
-Mi abuela era muy...
-¡Divina! Era muy... ¿como decirte?
-¿Divina? Ah! Yo tenía entendido que era una vieja de mierda...bah! Conmigo y con mis hermanos fue una basura, siempre. Por eso jamás quisimos venir a visitarla...
-Ah! ¿sabías entonces? Si, era una turra, mala, jodida como pocas! ¡una verdadera bruja!
-Bueno, ta... tampoco te entusiasmes...era mi abuela después de todo...
-Uy! Perdón, perdón, perdón...si, me zarpé mal, perdoname... ehhhhh.... contame: ¿que necesitás?
-Jajaja, todo bien... bueno...tengo que ir a la casa pero estaba esperando un giro... y perdí plata o me la robaron en el omnibus desde tres cruces hasta acá, supongo que cuando me quedé dormido, y ahora, ya hable por teléfono, estoy esperando un giro desde casa... hablé recién y espero que me haya llegado...quería pasar la noche en un hotel, y mañana ir hasta Villa Caolina: resulta que la “bruja” me dejó a mi la casona... tan turra no era después de todo, jejeje...
-Ahhhh, mirá vos... eso nos enseña a no hablar al pedo...perdón, sigo metiendo la pata como una tonta... A ver...¿tenes tu cédula? Dictame el número... De esto se ocupa Romualdo, mi jefe, pero decime que yo me fijo, no me cuesta nada...

Ya con el número de documento en mano fui en búsqueda de su depósito, pero nada había llegado.

-No, nada todavía, pero cerca de la hora de cierre suelen entrar depósitos...
-Ah! Bueno... daré una vuelta entonces y vuelvo a pasar más tarde, o mañana... Me caés muy bien... ¿tu nombre?
-Annie...bah! Así me hago llamar, pero me llamo de otra manera, horrible...
-Ah, ok, “Annie”...yo soy Pedro, pero me dicen Pe,Peter, Pet,
-¿¿Pete?? -consulté con cara extrañada-
-Si querés...Pete suena lindo, jajajaja...Pete: como gustes y cuando gustes... pero aclaro que dije Pet nomás...me parece a mi o a una chica que conozco le engañó el subconsciente, jajaja...

Roja, rojísima como un tomate, bajé la cabeza, di media vuelta, sin poder mirarlo a los ojos me despedí educadamente, él hizo lo mismo y se fue.

Quedé incómoda por varios minutos, mezclando la vergüenza con la bronca de no saber más de él. Empecé a acomodar mis cosas y de pronto compruebo que los milagros ocurren: dejó olvidada su cédula sobre mi escritorio...ahí estaba...mi nexo con alguien que, como hacía mucho no ocurría, me había caído bárbaro... ¡y era nuevo en el pueblo! ¿no se me tenía que escapar! (otra vez la romantica, lo sé...Ay Annie, viste demasiadas películas lacrimógenas!)

De vuelta a casa pasé por el -único- hotel. Llamarlo “Palace” como si fuese un palacio siempre me parecio tan exagerado como entendiblemente marquetinero. Vos lees Palace seguido por lo que sea en Internet y te imaginás, siempre, otra cosa... pero bueno...si a don Cosme le sirve para captar incrédulos turistas como Pete...perdón, como Pit, bien por él...

Mi adorado rubio se había hospedado allí, pero en ese momento no estaba. Como reza la famosa frase, Nobleza Obliga, y en vez de llevarme la cédula para ¿extorcionarlo? Por Dios, ¿como es que me vino esa palabreja a la mente? No, quería pensar en otra idea: la de ser gentil y atenta, ya que me imaginaba la espantosa sensación de revisar tus bolsillos y sentir que perdiste tus cosas, tus papeles, tu identidad...

Pensandolo de nuevo, no era nada mala la idea de quedarme con su cédula y después extorcionarlo...en mi cabeza y a la velocidad de un rayo me venían frases como “seguí papito, seguí chupando que hasta que no vea que te merecés que te devuelva tu cédula, no te voy a decir donde la escondí”... Reí sola delante de Don Cosme, que como corresponde a un hotel atendido por sus dueños, como reza en la puerta, estaba ahí mismo detrás del mostrador.

Le entregué el plastiquito no sin cierta pena y vi como lo ponía en el casillerito de la habitación 215... Y ya tenía así un dato más...

Estaba saliendo cuando volví ciento ochenta grados con el principio de una idea sensacional.

-Don Cosme... casi me olvido... vio que este muchacho está esperando un giro... bueno... no le llegó... ¿me podría dar algunos datos más de él? ¿el teléfono por ejemplo? Seguro que lo anotó cuando se registró...

Don Cosme poco sabe que no debería dar datos de sus pasajeros así como así, pero reconozco que al viejo mis impactantes pechos siempre le llamaron particular atención... o sea que haciéndome un poco la boluda y con la camisa abierta más de lo debido, no fue difícil conseguir el número. Amo mis tetas... son mis más fieles amigas... ya las premiaré... si...ya las premiaré...

Desde casa le mandé un SMS muy escueto. El poder en ese instante lo tenía yo. La buena noticia de que fui yo la que le dejé su supuesta cédula perdida también. Y no quería perderme la posibilidad -también- de ser yo la que lo condujera hasta la casa de su abuela.

“Pedro, soy la de hoy a la tarde. Te dejé la CI en el hotel. Un beso.”

Mientras releía el mensaje que le mandé pensé que era, desde una genia hasta una idiota. Me gustó la intriga del texto, pero también pensaba en que no demostraba mucho interés en él... si le ponía Pete sonaba a regalada, si me hacía la estrecha capaz que me olvidaba al toque. Además él tipo ya tenía su cédula... no se la debí haber dejado, pero eso era de turra... Otra vez la imagen de extorcionadora me vino a la cabeza... y un poco me arrepentía de no haberlo sido... Otra vez la imagen de “Seguí chupando o no te la doy” en mi quemado cerebro...otra vez más hasta que el sonido de un SMS me volvió al mundo de mi cuarto.

“Soy Pedro...o como vos quieras llamarme... Gracias! Me asusté al no encontrarlo...gracias de nuevo. Mañana paso por tu negocio.”

Si...muy turro. Muy turro... Ahora si, me dejó muy caliente... Manitas...hagan lo suyo...
Y dormí en paz.


Durante toda la mañana traté muy mal a la gente que vino por sus putos sobres. A alguno, que no venía lo educado que yo pretendía, casi que le revoleaba los sobres en la cara. Pedro ni apareció. No quedaba llamarlo ni nada. Me dio bronca. Pensé en Liz... la odio tanto que siempre en la protagonista de mis frustraciones. La guacha es más linda que yo y encima es la que lleva el delivery de la pizzería a todos lados...montando su perfecto culito en la motito, seguro que le llevó pizza anoche al hotel y terminaron cojiendo. Que no te cruce, Liz, rezá que no te cruce, porque te juro que te tiro ácido en la cara y en ese culo de mierda que tenés...

Ya desahuciada, sin esperanzas de nada, estaba juntando todo para irme vencida y angustiada a casa. Mi horario termina a las siete de la tarde, pero eran las sies y cuarto y ya no daba más... Bañera y helado desde el pote me reclamaban. Otra ilusión perdida.

Pero de pronto se iluminó todo...Pedro entró con...si...con un ramo de flores gigante.


-Pueblo dificil este...¿podés creer que me tuve que hacerme unos treinta kilómetros de ida y otros treinta de vuelta para conseguir flores para poder agradecerte? Creo que un trámite de duplicado de la Cédula me salía más fácil.

Si...con vergüenza lo asumo: lloré... el muy hijo de puta me hizo llorar de emoción. No pude decirle ni gracias...me mató.

-Dale, habla con Rodolfo y decile que tenés que salir... dale, te espero en mi cupé, afuera.
-Romualdo...es Romualdo, no Rodolfo...No sé... a ver...esperá... dale...dale que ya voy...


Pet tenía un auto viejo, blanco gastado y algo oxidado también. Una cupé me había dicho un rato antes y yo había imaginado realmente otra cosa. Pero si cupé es auto con dos puertas, ésto lo era, así que ni un punto como para contradecirlo...una vez más mi fantasía invadió a mi razón.

-Es tarde pero quiero ir a la casa de mi abuela...¿seguro que vos sabés bien donde es? Mirá que se hace de noche y, je, muchas luces este auto no tiene...
-Psssé! Mil veces fui a Villa Carolina...Agarra por la rotonda y dale...

Menos mal que, dando por sentado que Pedro acudiría a verme tal como dijo en su SMS, temprano me puse mi bombacha preferida: encajes para que encaje, había boludeado a la mañana mientras me la ponía.
Le pedí que detenga el auto sobre la banquina porque, con todo el apuro con que me había arrancado casi del negocio, no había hecho pis... Sabía que no era ni elegante ni conveniente para el juego de seducción que yo deseaba, pero realmente me estaba meando.

Me alejé unos metros, y detrás de un árbol me recogí la pollera. A punto de orinar me acordé de la bombacha de encaje. Resistí un poco más y me la saqué para no mojarla ni por casualidad. Imaginate que ya de por si rompí con cierta estética yendo a mear a un árbol, lo único que faltaba entonces era tener una tanguita piyada...

Y como una, cuando quiere es una lady... volví tanga en mano... él olvidó todo lo raro que pudo haber visto en estos minutos de mi y yo garantizaba una buena erección de su miembro.


Acurrucados nos empezamos a besar. Era muy dulce, delicado pero ansioso. Le tuve que poner un poco el freno a tanta excitación. Deseaba su dulzura y trabajaba por ello.
Como iba a quedarse en la casa de su abuela, además de un bolso llevaba un par de bolsas de súper. Por eso extendió su brazo hasta el asiento de atrás y sacó una botella de un Tannat carísimo... De la guantera agarró una cortaplumas y lo descorchó.
Sentir besos con Tannat, cálidos, jugando con ese licor de boca en boca me alteró mucho. No era un hombre como los que solía frecuentar. Su creatividad seducía.
Su mano, mientras me besaba detrás de la oreja ya buscó mi entrepierna, que estaba casi tan mojada como mi boca. Sus dedos recorrian pligues de manera deliciosa. Instintivamente fui separando mis piernas para dejarlo investigar. Era delicado y muy travieso...alternaba caricitas con pellizcones que me exasperaban. Hábil como siempre soñé, como en mis fantasías más solitarias.
Me pareció poco educado de mi parte no recompensar su tarea.

-¿Pete, Pet? -consulté riendo y sin esperar respuesta.

Bajé su bragueta y palpé un pene gordo y sólido. Había muy poca luz asi que toda mi descripción racional hacia mi cabecita a punto de estallar, era tactil...recorrí el tronco, descubrí esas fascinantes venas hinchadas, una cabeza imponente y el orificio por donde brotaba miel. No resistí más y mis orgasmos fueron intensos. Antes de relajarme, antes de sentir los últimos estertores me acomodé para meter esa maravillosa carne en mi boca. Deseaba que me cojiera, pero también quería saborearlo. Hasta sus gemidos eran lindos, cargados de tensión contenida... sentía que estaba curando viejas heridas al chuparlo como yo lo hacía.

-Annie, estoy por explotar en mil pedazos... pará... decime: donde te gustaría más mi leche? En la boca?
-No... aguantá que me acomodo... le debo una a mis amigas.
-.....
-Jaja, no no te hagas una idea equivocada... ellas -al tiempo que me sacaba la remera por la cabeza y me desprendía el corpiño que hacía juego con mi bombacha- ellas se lo merecen...han ayudado a este momento.



Un lanzamiento perfecto bañó mis pechos. Emití un gemido extra de satisfacción. Delicioso momento, que me produjo escalofríos mágicos.

Afuera apenas un par de autos quizás percibieron algo de mi experiencia con un hombre diferente.
Con ansiedad, mientras nos acomodábamos mas o menos la ropa, le pregunté sobre si en esas bolsas de súper había preservativos...

-No... se me pasó... además ¿que hubieses pensado de mi? -me dijo mientras una sonrisa divina le marcaba la comisura de los labios.
-Bueno nene...yo quiero esa verga en mi concha, a ver si soy clara... te estoy llevando hasta la casa de tu abuela... y sin forro te mando a la concha de tu abuela... ¿entendés la diferencia?
-Jajajaja...sos tremenda Annie...si... entiendo... vos sos la que conoce el pueblo...¿donde conseguimos forros a esta hora?


Es verdad: este pueblo es jodido... pero gracias a eso, es que la historia continuó al día siguiente recién.....






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