No, en serio.
Muchas veces me gusta jugar a la come
hombres, pero eso es un juego.
La verdad es que soy muy selectiva;
quizás demasiado. El hecho es que la lista de los hombres con que
realmente la pasé bien, o que me han entusiasmado más de la cuenta,
al punto incluso de pensar más allá de un buen polvo, esa lista, te
decía es mínima.
Si, reconozco que, entre lo que me
atrae el sexo y la romanticona que siempre llevo dentro, es como que
se complica bastante, porque lo emocional lucha permanentemente con
lo racional.
Para bien y para mal.
Cuando me vez, de entrada nomás,
imaginás: “esta mina es muy seria” más de una vez me lo han
dicho. Debe ser una especie de máscara para evitar que me vuelvan a
joder.
Ups! Me confesé sola: eso de “me
vuelvan” delata que he sido , digamos, golpeada. No con una mano,
sino en el corazón...¿ven? Ya apareció la romántica... me
persigue permanentemente. A veces la amo, pero tantas veces la
odio...
Y decidí -ja! Ya verán- que las
emociones queden en el pasado. Amé y amo cosas o personas que no me
devuelven en persona lo que les doy. Y es lindo y feo a la vez. Si,
ya sé, me estoy metiendo en un lío y no me explico...vamos por un
ejemplo: Amo la música, y sobre todo una banda y cada uno de sus
integrantes. No voy a decir cual porque me expongo demasiado, pero es
así y listo.
Los amo de verdad, te juro que es amor
de mariposas en el estómago y todo... soy capaz de entregarme mal,
del todo, sin importarme nada. Pero ellos, los de la banda, no lo
saben. Bah! Si, saber lo deben saber ya que hice mil cosas para que
me registren, desde mails, face, carteles en los recitales, regalos
íntimos inclusive... o sea que imagino que en el camarín de algún
lugar donde tocaron coincidimos... y la romantica que soy imaginó
toda la situación, donde leían mi carta, se pasaban mi bombacha de
mano en mano, y hacían comentarios, quizás disputándome, jajaja...
es mi sueño y sueño lo que quiero, no?
Pero nada de eso -todavía- pasó.
Entonces ahí lo de decidir archivar a
la enamoradiza que a pocos lugares me llevó, salvo buenos orgasmos
que he disfrutado, pero no terminan de llenarme como mujer.
Suena triste? Y... no es la más feliz
de las historias...
Y entonces la racional Annie ahora
trabaja más horas que las que sueña -dormida y/o despierta- con tal
de bajar unos cuantos cambio.
Atiendo gente en una oficina de
correos. No es Disney, pero el desfile de extraños personajes es
permanente. Entregar facturas o cartas a aquellos que todavía
conservan una casilla de correo porque viven lejos de la ciudad te
lleva, inevitablemente a conocer gente rara, que aún en esta parte
del siglo reniega de la compu y sus etc.
En general son personas solitarias, que
recluidas en casonas en medio de un bosque cada vez menos escondido,
bajan al pueblo muy de mala gana.
Es raro que dentro de ese cada vez más
reducido universo, ya que se me van muriendo los clientes, aparezca
gente nueva.
Y eso, además de que hace peligrar el
extraño puesto que un tío logró conseguir para mi desde su oficina
de Montevideo, además, es aburrido.
Por eso cuando esa linda melenita
rubia, atada por detrás, y con unos ojos clarísimos, se acercó
hasta mi caja, me quedé encandilada. Yo estaba ordenando
alfabéticamente facturas de OSE, para que sea más simple
entregarlas apenas viniesen a buscar correo, y más de sesenta sobres
cayeron al piso mezclándose de nuevo.
-Perdoname, estoy recién llegando acá
y me dijo una señora en la esquina que seguramente acá me podrían
ayudar.
-Lo que necesites -dije tratando de
sonar servicial pero no obnubilada-
-Mirá, mi abuela murió hace un mes,
ella, no se si te suena, era Teresa Oyarzún, y vivía en...
-Si, claro! Doña Teresa! Fue muy
triste para el pueblo la noticia... te doy mi pésame... ¿Y venís a
quedarte? -pregunte sin disimular mi entusiasmo de que algo o alguien
lo atase a este lugar- Digo, si viniste a hacer trámites, eso quiero
decir -traté de arreglarla.
-Mi abuela era muy...
-¡Divina! Era muy... ¿como decirte?
-¿Divina? Ah! Yo tenía entendido que
era una vieja de mierda...bah! Conmigo y con mis hermanos fue una
basura, siempre. Por eso jamás quisimos venir a visitarla...
-Ah! ¿sabías entonces? Si, era una
turra, mala, jodida como pocas! ¡una verdadera bruja!
-Bueno, ta... tampoco te
entusiasmes...era mi abuela después de todo...
-Uy! Perdón, perdón, perdón...si, me
zarpé mal, perdoname... ehhhhh.... contame: ¿que necesitás?
-Jajaja, todo bien... bueno...tengo que
ir a la casa pero estaba esperando un giro... y perdí plata o me la
robaron en el omnibus desde tres cruces hasta acá, supongo que
cuando me quedé dormido, y ahora, ya hable por teléfono, estoy
esperando un giro desde casa... hablé recién y espero que me haya
llegado...quería pasar la noche en un hotel, y mañana ir hasta
Villa Caolina: resulta que la “bruja” me dejó a mi la casona...
tan turra no era después de todo, jejeje...
-Ahhhh, mirá vos... eso nos enseña a
no hablar al pedo...perdón, sigo metiendo la pata como una tonta...
A ver...¿tenes tu cédula? Dictame el número... De esto se ocupa
Romualdo, mi jefe, pero decime que yo me fijo, no me cuesta nada...
Ya con el número de documento en
mano fui en búsqueda de su depósito, pero nada había llegado.
-No, nada todavía, pero cerca de la
hora de cierre suelen entrar depósitos...
-Ah! Bueno... daré una vuelta entonces
y vuelvo a pasar más tarde, o mañana... Me caés muy bien... ¿tu
nombre?
-Annie...bah! Así me hago llamar, pero
me llamo de otra manera, horrible...
-Ah, ok, “Annie”...yo soy Pedro,
pero me dicen Pe,Peter, Pet,
-¿¿Pete?? -consulté con cara
extrañada-
-Si querés...Pete suena lindo,
jajajaja...Pete: como gustes y cuando gustes... pero aclaro que dije
Pet nomás...me parece a mi o a una chica que conozco le engañó el
subconsciente, jajaja...
Roja, rojísima como un tomate, bajé
la cabeza, di media vuelta, sin poder mirarlo a los ojos me despedí
educadamente, él hizo lo mismo y se fue.
Quedé incómoda por varios minutos,
mezclando la vergüenza con la bronca de no saber más de él. Empecé
a acomodar mis cosas y de pronto compruebo que los milagros ocurren:
dejó olvidada su cédula sobre mi escritorio...ahí estaba...mi nexo
con alguien que, como hacía mucho no ocurría, me había caído
bárbaro... ¡y era nuevo en el pueblo! ¿no se me tenía que
escapar! (otra vez la romantica, lo sé...Ay Annie, viste demasiadas
películas lacrimógenas!)
De vuelta a casa pasé por el -único-
hotel. Llamarlo “Palace” como si fuese un palacio siempre me
parecio tan exagerado como entendiblemente marquetinero. Vos lees
Palace seguido por lo que sea en Internet y te imaginás, siempre,
otra cosa... pero bueno...si a don Cosme le sirve para captar
incrédulos turistas como Pete...perdón, como Pit, bien por él...
Mi adorado rubio se había hospedado
allí, pero en ese momento no estaba. Como reza la famosa frase,
Nobleza Obliga, y en vez de llevarme la cédula para ¿extorcionarlo?
Por Dios, ¿como es que me vino esa palabreja a la mente? No, quería
pensar en otra idea: la de ser gentil y atenta, ya que me imaginaba
la espantosa sensación de revisar tus bolsillos y sentir que
perdiste tus cosas, tus papeles, tu identidad...
Pensandolo de nuevo, no era nada mala
la idea de quedarme con su cédula y después extorcionarlo...en mi
cabeza y a la velocidad de un rayo me venían frases como “seguí
papito, seguí chupando que hasta que no vea que te merecés que te
devuelva tu cédula, no te voy a decir donde la escondí”... Reí
sola delante de Don Cosme, que como corresponde a un hotel atendido
por sus dueños, como reza en la puerta, estaba ahí mismo detrás
del mostrador.
Le entregué el plastiquito no sin
cierta pena y vi como lo ponía en el casillerito de la habitación
215... Y ya tenía así un dato más...
Estaba saliendo cuando volví ciento
ochenta grados con el principio de una idea sensacional.
-Don Cosme... casi me olvido... vio que
este muchacho está esperando un giro... bueno... no le llegó... ¿me
podría dar algunos datos más de él? ¿el teléfono por ejemplo?
Seguro que lo anotó cuando se registró...
Don Cosme poco sabe que no debería dar
datos de sus pasajeros así como así, pero reconozco que al viejo
mis impactantes pechos siempre le llamaron particular atención... o
sea que haciéndome un poco la boluda y con la camisa abierta más de
lo debido, no fue difícil conseguir el número. Amo mis tetas... son
mis más fieles amigas... ya las premiaré... si...ya las premiaré...
Desde casa le mandé un SMS muy
escueto. El poder en ese instante lo tenía yo. La buena noticia de
que fui yo la que le dejé su supuesta cédula perdida también. Y no
quería perderme la posibilidad -también- de ser yo la que lo
condujera hasta la casa de su abuela.
“Pedro, soy la de hoy a la tarde. Te
dejé la CI en el hotel. Un beso.”
Mientras releía el mensaje que le
mandé pensé que era, desde una genia hasta una idiota. Me gustó la
intriga del texto, pero también pensaba en que no demostraba mucho
interés en él... si le ponía Pete sonaba a regalada, si me hacía
la estrecha capaz que me olvidaba al toque. Además él tipo ya tenía
su cédula... no se la debí haber dejado, pero eso era de turra...
Otra vez la imagen de extorcionadora me vino a la cabeza... y un poco
me arrepentía de no haberlo sido... Otra vez la imagen de “Seguí
chupando o no te la doy” en mi quemado cerebro...otra vez más
hasta que el sonido de un SMS me volvió al mundo de mi cuarto.
“Soy Pedro...o como vos quieras
llamarme... Gracias! Me asusté al no encontrarlo...gracias de nuevo.
Mañana paso por tu negocio.”
Si...muy turro. Muy turro... Ahora si,
me dejó muy caliente... Manitas...hagan lo suyo...
Y dormí en paz.
Durante toda la mañana traté muy mal
a la gente que vino por sus putos sobres. A alguno, que no venía lo
educado que yo pretendía, casi que le revoleaba los sobres en la
cara. Pedro ni apareció. No quedaba llamarlo ni nada. Me dio bronca.
Pensé en Liz... la odio tanto que siempre en la protagonista de mis
frustraciones. La guacha es más linda que yo y encima es la que
lleva el delivery de la pizzería a todos lados...montando su
perfecto culito en la motito, seguro que le llevó pizza anoche al
hotel y terminaron cojiendo. Que no te cruce, Liz, rezá que no te
cruce, porque te juro que te tiro ácido en la cara y en ese culo de
mierda que tenés...
Ya desahuciada, sin esperanzas de nada,
estaba juntando todo para irme vencida y angustiada a casa. Mi
horario termina a las siete de la tarde, pero eran las sies y cuarto
y ya no daba más... Bañera y helado desde el pote me reclamaban.
Otra ilusión perdida.
Pero de pronto se iluminó todo...Pedro
entró con...si...con un ramo de flores gigante.
-Pueblo dificil este...¿podés creer
que me tuve que hacerme unos treinta kilómetros de ida y otros
treinta de vuelta para conseguir flores para poder agradecerte? Creo
que un trámite de duplicado de la Cédula me salía más fácil.
Si...con vergüenza lo asumo: lloré...
el muy hijo de puta me hizo llorar de emoción. No pude decirle ni
gracias...me mató.
-Dale, habla con Rodolfo y decile que
tenés que salir... dale, te espero en mi cupé, afuera.
-Romualdo...es Romualdo, no
Rodolfo...No sé... a ver...esperá... dale...dale que ya voy...
Pet tenía un auto viejo, blanco
gastado y algo oxidado también. Una cupé me había dicho un rato
antes y yo había imaginado realmente otra cosa. Pero si cupé es
auto con dos puertas, ésto lo era, así que ni un punto como para
contradecirlo...una vez más mi fantasía invadió a mi razón.
-Es tarde pero quiero ir a la casa de
mi abuela...¿seguro que vos sabés bien donde es? Mirá que se hace
de noche y, je, muchas luces este auto no tiene...
-Psssé! Mil veces fui a Villa
Carolina...Agarra por la rotonda y dale...
Menos mal que, dando por sentado que
Pedro acudiría a verme tal como dijo en su SMS, temprano me puse mi
bombacha preferida: encajes para que encaje, había boludeado a la
mañana mientras me la ponía.
Le pedí que detenga el auto sobre la
banquina porque, con todo el apuro con que me había arrancado casi
del negocio, no había hecho pis... Sabía que no era ni elegante ni
conveniente para el juego de seducción que yo deseaba, pero
realmente me estaba meando.
Me alejé unos metros, y detrás de un
árbol me recogí la pollera. A punto de orinar me acordé de la
bombacha de encaje. Resistí un poco más y me la saqué para no
mojarla ni por casualidad. Imaginate que ya de por si rompí con
cierta estética yendo a mear a un árbol, lo único que faltaba
entonces era tener una tanguita piyada...
Y como una, cuando quiere es una
lady... volví tanga en mano... él olvidó todo lo raro que pudo
haber visto en estos minutos de mi y yo garantizaba una buena
erección de su miembro.
Acurrucados nos empezamos a besar. Era
muy dulce, delicado pero ansioso. Le tuve que poner un poco el freno
a tanta excitación. Deseaba su dulzura y trabajaba por ello.
Como iba a quedarse en la casa de su
abuela, además de un bolso llevaba un par de bolsas de súper. Por
eso extendió su brazo hasta el asiento de atrás y sacó una botella
de un Tannat carísimo... De la guantera agarró una cortaplumas y lo
descorchó.
Sentir besos con Tannat, cálidos,
jugando con ese licor de boca en boca me alteró mucho. No era un
hombre como los que solía frecuentar. Su creatividad seducía.
Su mano, mientras me besaba detrás de
la oreja ya buscó mi entrepierna, que estaba casi tan mojada como mi
boca. Sus dedos recorrian pligues de manera deliciosa.
Instintivamente fui separando mis piernas para dejarlo investigar.
Era delicado y muy travieso...alternaba caricitas con pellizcones que
me exasperaban. Hábil como siempre soñé, como en mis fantasías
más solitarias.
Me pareció poco educado de mi parte no
recompensar su tarea.
-¿Pete, Pet? -consulté riendo y sin
esperar respuesta.
Bajé su bragueta y palpé un pene
gordo y sólido. Había muy poca luz asi que toda mi descripción
racional hacia mi cabecita a punto de estallar, era tactil...recorrí
el tronco, descubrí esas fascinantes venas hinchadas, una cabeza
imponente y el orificio por donde brotaba miel. No resistí más y
mis orgasmos fueron intensos. Antes de relajarme, antes de sentir los
últimos estertores me acomodé para meter esa maravillosa carne en
mi boca. Deseaba que me cojiera, pero también quería saborearlo.
Hasta sus gemidos eran lindos, cargados de tensión contenida...
sentía que estaba curando viejas heridas al chuparlo como yo lo
hacía.
-Annie, estoy por explotar en mil
pedazos... pará... decime: donde te gustaría más mi leche? En la
boca?
-No... aguantá que me acomodo... le
debo una a mis amigas.
-.....
-Jaja, no no te hagas una idea
equivocada... ellas -al tiempo que me sacaba la remera por la cabeza
y me desprendía el corpiño que hacía juego con mi bombacha- ellas
se lo merecen...han ayudado a este momento.
Un lanzamiento perfecto bañó mis
pechos. Emití un gemido extra de satisfacción. Delicioso momento,
que me produjo escalofríos mágicos.
Afuera apenas un par de autos quizás
percibieron algo de mi experiencia con un hombre diferente.
Con ansiedad, mientras nos acomodábamos
mas o menos la ropa, le pregunté sobre si en esas bolsas de súper
había preservativos...
-No... se me pasó... además ¿que
hubieses pensado de mi? -me dijo mientras una sonrisa divina le
marcaba la comisura de los labios.
-Bueno nene...yo quiero esa verga en mi
concha, a ver si soy clara... te estoy llevando hasta la casa de tu
abuela... y sin forro te mando a la concha de tu abuela... ¿entendés
la diferencia?
-Jajajaja...sos tremenda Annie...si...
entiendo... vos sos la que conoce el pueblo...¿donde conseguimos
forros a esta hora?
Es verdad: este pueblo es jodido...
pero gracias a eso, es que la historia continuó al día siguiente
recién.....
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