jueves, 6 de febrero de 2014

Cuando la primera no es la primera.



No era la primera vez.
Sin embargo estaba igual de incómodo.
Después de varios años volvía a encarar a una mujer.
La separación me había golpeado, pero también me liberó.

Era una situación difícil: muchos años de convivencia te cercenan el ser que realmente uno es.
Si, también te enseñan mucho, sobre todo en la tolerancia.
Y creo que ahí radica el primer error.

Uno es de determinada manera. Puede corregir, adaptarse, transar y aprender mucho.
Pero también dejar de ser.
Al principio por respeto, por no querer sonar a egoísta, a no herir al otro con gustos o hábitos personales. Y después...

Y después tal vez sea tarde.

Es real que nada es para siempre y que lo de “que la muerte los separe” es más un símbolo, un deseo que una condición. Hasta te diría que está bueno... ¿porque no, si estás bien con el otro?
Pero ¿y si no es así?

El equilibrio es lo más difícil. “Un poco vos y un poco yo” suena a algo justo... sin embargo ¿como medís cuanto “vos” y cuanto “yo”.

Por eso lo de la tolerancia, el respeto y, agrego ahora, la paciencia. Nadie es perfecto, y eso es lo más importante de asumir.

Nadie...ni vos ni yo...

El tema es que mes y pico después del golpazo, de la definición que llevó tantos miedos, gritos y echadas en cara, después de, al fin, no dar marcha atrás como otras veces, acá estoy.

Solo.

Bien, por ahora. Hay momentos en que me dan ganas de rebobinar el momento en que salió de mi boca aquel “ya fue” final. Me vienen a la mente inquietudes sobre si una oportunidad más a todo aquello era factible, conveniente.

Nunca lo sabré.

Y ella, mi nueva “amiga” -y solo eso por ahora- me mira. Siento que, conociendo parte de mi reciente historia, se cuestiona muchas cosas. Me conoce de mucho antes. Recién ahora, debido a todo esto, me vengo a desayunar que más de una vez me miró con ganas...

Y uno que es medio gil, no se daba cuenta. Lindo piropo para el ego.

Me confiesa que esa ignorancia, ese desplante que yo le hacía, más la entusiasmaba. Extraño atractivo el de desear lo prohibido y al mismo tiempo pobre en valor si se cede ante él...
Digamos que envidiaba mi obsesión por salvar un matrimonio costase lo que costase, pero que al mismo tiempo sufría por los magros resultados que obtenía. Digamos que como signo de afecto hacia mi persona, valía.
Ella, que fue primero amiga de mi ex (“mi ex”...primera vez que la defino así...) y que luego, bastante después, la conocí yo, sabía de lo nuestro pero por la campana opuesta a mi relato.

Sin dudas, cuando una mujer quiere ser cruel, es implacable, insuperable, terminal. Ahora pude confirmar las cosas que ha dicho de mí.

Por eso, que mi “nueva amiga” ahora esté acá, es otro signo de su afecto.
O curiosidad quizás.

Mi ex no había escatimado críticas sobre mi persona, mi forma de ser. Algo muy lógico como para reafirmar la seguridad en uno mismo en una circunstancia así. Se pueden dar dos cosas: O asumís toda la culpa o ves toda la responsabilidad de lo que se quebró en el otro. Nunca se ve como una tercera opción. Y es el tiempo el que hará una zaranda natural y al fin quedará lo que siempre es: las culpas y los aciertos de ambos. Ni más ni menos.

Y estoy acá con una amiga.
Me gusta la idea de tener una amiga a mano, con el deseo interno de sentirla tal como siento a mis amigos del barrio, del club, del trabajo. Quiero decir que, a esta altura, me encantaría eso, como decía Papo, alguien con quien ir “juntos a la par”.

Tremendamente difícil para mí.

Inevitablemente, el macho herido, necesitado de afecto, de mimos, también sueña con un trofeo. Quedaron muy lejos y hace tiempo las conquistas que ensanchan el pecho. Y uno, encima, perdió la práctica.

Ella, mi nueva amiga, está alerta. Siempre fue muy inteligente para los negocios. Creció profesionalmente mucho y se supo hacer un lugar. Eso mismo también la alejó de la posibilidad de conseguir una pareja acorde a su estilo. Solemos acobardarnos frente a mujeres de armas llevar. Pero hoy, acá y ahora, se percibía otra cosa. Si bien su altanería estaba ahí, firme, notaba que buscaba acomodarse a una situación también novedosa para ella.

-Es raro esto.- confesaba sin aportar datos.
-¿Que cosa? ¿que yo esté tratando de cocinar? Y si... es raro...
-No, salame... no te hagas el pavo...me refiero a que estemos vos y yo acá, solos. Si bien sé que lo de ustedes no tiene marcha atrás, es como que me da cierta culpa...
-jajajaja...dejate de joder.
-En serio te digo...
-Pero si estás acá para charlar, comer... y si no me equivoco, estamos vestidos.
-No seas boludo... pero de verdad...es como que hay algo prohibido en esto...tantos años amiga de...
-Pará... pará que me ponés mal... No quiero sentirme así... tenés toda, toda la libertad para hacer lo que se te cante. Y si bien me daría bronca, sobre todo porque me está costando un huevo y medio esta salsa, podés hacer lo que quieras, te repito. Y todo bien. Si querés irte...
-No, no... es que también me pasa eso... estoy muy a gusto acá, con vos... y la salsa tiene una roma impresionante... en todo caso primero como y después me voy.
-No podés ser tan hija de puta...
-Te lo digo en joda, boludo... hacé de cuenta que no dije nada... ¿donde está el baño?
-Allá, la segunda puerta...disculpá el despelote, pero todavía me falta el botiquín y algunas cosas.
-Ok, me arreglo...que no se te pase esa salsa.

Como linda es muy linda. Y hasta te diría que se arregló más de lo habitual. Bah, yo también, lo debo confesar. De no querer ni afeitarme últimamente, hoy hasta la loción para después de afeitar me puse. Incluso me compré esta chomba cuando desde hacía años no me compraba nada.

Ella estaba vestida de manera simple pero elegante. Capaz que en principio imaginó que la iría a llevar a comer afuera. Algo así se entiende cuando uno dice “te invito a comer”. Pero, después, pensándolo un poco, decidí que no era lo mejor exponerme así. Prefería algo más íntimo, cosa de que si afloraban tristezas fuertes, o ganas de llorar pudiese huir a un cuarto o a la cocina... ¿cobarde? Si, un poco.

-Está muy lindo el departamento.
-Gracias... le falta todo...pero va de a poco...
-Si, pero tenés buena onda vos, así que me imagino que muy pronto va a ser otro este lugar.
-Bueno che...gracias de nuevo... ¿tanto me conocés?
-Algo. Te seguí mucho en todo lo que hacías. Y algunos trabajos me encantan. Por eso, también, me resultaba muy difícil aceptar todo lo que ella decía de vos. Pero ya te lo dije: siempre me gustaste...no podés no haberte dado cuenta...
-Si, si...vos también me caías muy bien, tu onda, la manera...
-¿Me vas a decir en serio que nunca me miraste...a ver...¿como te lo digo? ¿Nunca me miraste “de más”? ¿nunca nada? ¿ni siquiera aquella vez en Cariló?
-Ah, jajaja...en Cariló estaba totalmente borracho... si, supongo que hasta te hubiese propuesto cualquier cosa...
-Ah, ¿no te acordás? Me sacaste a bailar delante de todos...
-Si, si...eso algo me acuerdo...¿hice algo más? no te creo.
-No, hacer no...pero me dijiste tantas guarangadas, tantas hermosas chanchadas al oído, que juro que estuve a punto de arrancarte de la fiesta y terminar garchandote en la playa...
-Noooooo, no te creo... no me acuerdo nada. Me ponés muy incómodo con lo que decís...
-Si señor, si hasta me mordiste la nuca, acá...no me olvido más...
-Me estás jodiendo...
-No boludo...¿y sabés que me dijiste?
-¿Qué?
-Ahí me dijiste que te querías separar... y yo me quedé helada. Si hasta intentaste meterme una mano en la cola...Estabas muy zarpado...
-..............
-Si... y vos no sabés como estaba yo...ardía... Tampoco soy de fierro...uy, perdón... tal vez no debería hablar tanto... es el vino el que me suelta la lengua... Cambiemos de tema mejor...¿ya estarán los espaguetis?
-.............
-Che, te estoy hablando...¿que te quedaste pensando?
-¿Eh? Ah, no, nada...
-Bueno, ya está... ahora que rompí el hielo contame vos...
-¿Contarte? ¿que cosa?
-¿Que pensás ahora? Te dije que me gustás, te conté que ya me avanzaste, estás solo... ¿algo debés estar pensando para querer charlar conmigo...

Me quedé en blanco. Si, seguramente que mi deseo de estar con ella también tenía un interés particular. Amiga como soy de los chicos de la oficina no iba a ser. No tenía porque engañarme. Lo que no imaginaba era avanzar tantos casilleros así de entrada, como si en los dos dados del juego de la oca hubiese sacado dos furibundos seis. Pero ¿era el momento? ¿daba para mezclar las cosas?
Mi relación con mi ex en gran parte se rompió por no sentirnos pareja, parejos, de igual a igual. Como decía antes, se desbalanceó en aquello de la tolerancia, del “un poco vos, un poco yo”
No pasaba ni por los momentos vividos en tantos años, los hijos, los viajes y todo eso...tampoco por el sexo. Era otra cosa.
Mis relaciones sexuales no eran malas desde lo físico, lo meramente orgánico. A mi se me para bien, soy apasionado, le pongo todo lo mejor... llego a un orgasmo lo más bien...pero ¿y todo lo demás?

No quería volver a algo así... había leído hacia un tiempo a un tipo que escribió algo así como que “va más allá de un simple orgasmo” y me pareció genial...acorde a lo que estaba sintiendo. Y me analicé mucho en todo eso... y es ahí que sufrí: no era culminar lo que me hacía bien... sino percibir que mi pareja perciba lo que le anhelo dar... si, puede ser un mambo mío, pero yo gozo más cuando ella goza, que cuando lo logro yo... y eso lo traslado a todas las cosas de vida en común. ¿para que sirve si no sirve? Me llevó un buen tiempo descifrar que era lo que me pasaba... y era eso: la intimidad que yo tenía con ella -y no me refiero unicamente a lo genital- no era auténtica. Había barreras. Y eso fue mellando la relación. Sin confianza, sin admiración mutua, sin “pongo las manos en el fuego” por el otro, no hay simbiosis... entonces no hay nada.

Y así también entonces cambió mi imagen sobre el sexo. ¿que puede haber entre dos personas más íntimo que el sexo? Nada... Es como que llegás al punto máximo...pueden contarse todos sus secretos, conocerse todas las historias, saberse mutuamente de pe a pa... Todo... ¿que queda? Queda lo genital, lo más escondido por ropas, por cultura, por misterios de toda la vida, por experiencias anteriores... es ahí donde -para mí- si abrís esa puerta, debe ser por confianza, por un “wow: esto es lo único que me queda para que descubras de mi”.
Si, muy utópico, romántico y absurdo para los días que corren, pero soy de una partida especial, jaja... Entonces tener sexo para gozar me suena egoísta, y hasta vacío... dar sexo para hacer gozar y que sea mutuo, es lo máximo. Obvio que cuando sos joven y con tanto bombardeo sexual por todos lados es imposible, pero si hablamos, como es mi caso, de un tipo grande, con ansias de vivir en compañía, de sentirse pleno, mi búsqueda “va más allá de un orgasmo”.

-Che...está muy rico esto...¿de verdad que no solías cocinar?
-No, para nada...asado si... pero tampoco es una ciencia... además está todo en internet.
-Me encanta quedarme mirándote... no te sientas mal, intimidado, pero sos lindo...
-Ah bueno... y si... después de unos minutos y de media botella el alcohol empieza a funcionar...
-Sos un boludo... en serio... sos lindo...
-Vos también.
-Ah! Bueno...por fin...aleluya... soltaste algo hacia mí fuera de aquello de que te caía bien...
-Es que en serio me caés bien...
-¿Si? Bueno, mejor así...por algo se empieza, pero como piropo es bastante choto... es como si me dijeras que soy simpática... che, somos grandes...
-Tenés razón...perdoname... ¿te gustaría que te dijese algunas cosas como las que te dije cuando estaba borracho, en Cariló?
-Noooo, eso es demasiado... Tampoco es el momento... con que digas que estoy linda, que tengo el pelo bárbaro alcanza...o elogiarme las piernas...
-O...
-¿O qué?
-O que te agarre así y te coma la boca de esta manera...

Fue más animal que humano. La apreté fuerte entre mis brazos y la besé con furia. Venía conteniéndome de lanzarme sobre ella desde hacía un par de comentarios. Y se sentía sabroso. No recordaba la frenética explosión emocional de un beso bien dado y bien recibido. Hurgué profundo con mi lengua recibiendo una deliciosa bienvenida. Mi mano en su nuca la acercaba más y más. Soltamos amarras sin importar nada. Yo quería sentirme bien, en una decisión racional, lógica, pensada, pero acá era instinto. Temía, por milésimas de segundo, de estar equivocando el camino, pero su pasión era más fuerte. Estaba todo maravilloso.

-Pará...pará un segundo...-dijo ella interrumpiendo un momento intenso.
-¿Está mal? Si, suponía que podía pasar esto...
-No...¡que va a estar mal!... quiero disfrutar esto...mirarte, regocijarme con el hombre que salió de vos y de ser la afortunada en recibirlo... desnudame... como vos quieras, pero hacelo... nos merecemos.

Cada botón de su camisa aceleraba mi pulso. Mi mirada iba desde sus ojos hacia una nueva parte de su piel desnuda, y volvía a subir. Ella, tan firme y dura como la conocía como empresaria, cambió por un tierno gesto de dejarse llevar, de que mis manos hablacen. Ella saboreaba el momento. Al casi imperceptible -para mí- roce de la yema de mis dedos por el borde del encaje su sutién respondía mordiéndose delicadamente el labio inferior. Por sobre la tela transparente noté que sus pezones comenzaban a marcar presencia. Eso produjo un temblor en mi entrepierna, como signo claro de una erección importante.

Dejarla al descubierto, con esos hermosos pechos a un paso de mi propio cuerpo, era uno de los regalos más lindos que había recibido en años. Su cara, de ojos levemente cerrados, invitaban a un nuevo y prolongado beso. Éste no fue salvaje sino cariñoso y suave.

Ahora ella me sacó la camisa a mí. Luego, cuando decidió sacarme el cinturón y desabotonarme el pantalón lo hizo casi como una ceremonia. Parecía que elaboraba un strip tease para su propio deleite. Tomaba su tiempo, jugaba con gestos y muecas.
Mi miembro pedía a gritos ser liberado, impaciente. Primero me bajó el pantalón y ya cuando quedé en boxer ella tomó distancia, dio un sorbo a su copa de vino, acercó la silla y se sentó expectante, con un gesto de pura picardía.

-Vamos! Movelo!
-jajaja...que chiquilina que sos!
-¿yo? ¿yo chiquilina? Dale, movelo...

Reconozco cierta incomodidad que su pedido me produjo. Era extraño -pero sumamente erotizante- tener a una belleza como ella, sentada allí, de brazos cruzados que resaltaban sus perfectas tetas, pidiendo algo en vez de ser ella el foco de atención. Y encima de piernas cruzadas, en la que considero la mejor pose femenina para lucir unas piernas largas y que todavía no había descubierto como yo lo deseaba.

Permanecía con un culotte que la hacía más desnuda que sin él.

-En serio...quiero que lo muevas, que me salude... “Hola señor pito, jajaja”

No es difícil mandar la orden desde el cerebro para moverlo. Pero tampoco era muy necesario, ya que sus palabras, sus “divinas pavadas” como las definí y le dije después, y su mirada estaban haciendo efecto natural en el crecimiento de mi verga. Sin embargo, para su agrado, hice un par de “saludos” . Aplaudió elegantemente, lo cual me sonrojó como un niño. Su risa inocente me tentó.

-¿No crecerá como para que se asome por la abertura?
-No... no soy un adolescente, temo confesarte. Bastante que cumple...
-Jajaja...que problema que tenés con la edad! ¡cuantas veces me planteaste eso de “tus años”, Dejate de joder.

Fue lo último que dijo antes de arrimar más la silla y deslizar mi calzón hasta el suelo. Como con misterio tomó entre sus dedos índice y pulgar una pija que ya tenía un tamaño bastante considerable. La sacudió, como para medir su rigidez y se la metió de lleno en su cálida boca. La lengua recorrió cada milímetro, produciéndome un placer enorme. Resoplé profundo, como si liberara angustias y tensiones. Cada tanto, aún sin abrir mis ojos, percibía que se acomodaba para mirarme la cara. Era muy fuerte la sensación como para devolverle la mirada. Solo resoplaba y gozaba.
Luego se paró y mientras con su mano derecha seguía acariciándomela, masturbándome, me metió su lengua en la oreja. No solía gustarme aquello, pero el desarrollo de todo lo que venía sucediendo lo convirtió en algo estremecedor y delicioso. “Comeme” llegó a susurrarme al oído.

Ahora yo deslizaba una bombacha impecable. La alcé y la llevé hasta el sillón de apoyabrazos mullido del living. Su intimidad más íntima estaba allí, para mi y en exclusiva. Ünica. Con la cola sobre el asiento y las dos piernas abiertas de par en par sobre los apoyabrazos lo que faltaba era solo mi lengua deleitándome y deleitándola.

Era una de mis fantasías comer una concha así, solo con la lengua y sin ningún otro contacto físico. Como si fuese algo ajeno, quizás mecánico. Atinó a hundirme la cabeza más profundamente, pero le pedí que no, que deje, en principio, a hacerlo a mi estilo. Entonces una mano de ella fue hacia sus pechos, cubriéndolo primero en su totalidad y deslizándola hasta pellizcar uno y otro pezón. Ver eso ya valía todo. Imaginar su goce, de ojos entrecerrados, de boca jadeante era un sueño. Aprisionaba muy fuerte cada pico de esos cerros, dejándolos rojos hinchados. Su otra mano facilitó mi trabajo de separar labios en búsqueda del clítoris. Cada estocada con la punta de mi lengua en ese punto rojo era un suspiro, un gemido diferente y cada vez más ardiente. Sus dedos se encargaban de lubricar desparramando mi saliva y sus dulces fluidos. Cada tanto también insertaba el dedo mayor en lo profundo de una vagina sencillamente perfecta, sabrosa e infartante.

Me incorporé solo para que mi posición permitiese penetrarla. La ubicación de sus piernas lograron cogerla rápido y muy profundo. Apoyado yo en los costados del sillón la embestí con fuertes movimientos de cadera, varias veces. Sus manos me arañaron la cola casi hasta hacerla sangrar. Era animal su participación.
Muy difícil analizar o comparar quien de los dos estaba gozando más del todo. Su gemido era grito, desaforado, casi doloroso. La sonrisa a cada instante de que mi verga salía, confirmaba su placer. Y un “oh” profundo volvía al segundo de reingresar en ella. Mi ritmo se aceleraba y la electricidad ya estaba recorriendo todo mi cuerpo. La médula mandaba, mi cosquilleo era cada instante más ingobernable. Odiaba y gozaba. Me daba bronca el tremendo in crescendo de un orgasmo furioso como pocos, ya que lo anhelaba pero al mismo tiempo quería hacerlo eterno.

-Pará... Sacalo y chupame...haceme acabar con la lengua y después cogeme hasta el final, con toda la fuerza que puedas.

Su personalidad decidida volvió a aflorar. Aquella sumisión inicial, parte del juego, quedó atrás. Y creo que me gustó más todavía al verla auténtica, diciendo lo que quería y cómo lo quería, conociéndose...y también comprometiéndome más para con su goce.

Acabó como se debe, con sacudones hasta exagerados si fuesen voluntarios. Gritó y puteó a sus anchas. Acompañé mi lengua con un dedo investigando una concha carnosa y con otro hurgando un ano muy apetecible. El dedo en su cola produjo un bonus extra en sus estertores.

Quedó rendida, temblorosa . Con casi un hilo de voz, estuvo a punto de decirme que se la metiese. Pero quedó a media frase ya que mi pija estaba allí. Mi primera entrada fue suave, buscando el camino sin dañar. Sentí en toda la extensión del tronco como un anillo con su piel encapuchándome. Al llegar lo más profundo que pude exhaló alma. Tragó saliva para reponerse y yo empecé con el vaivén exquisito. Ya casi no podía mirarla más. El camino hacia mi orgasmo era tan intenso que los músculos de los ojos, ante la posibilidad de disfrutar esa belleza de piernas abiertas y pechos generosos, no respondían.
Seguí entrando y saliendo en ella y, antes de explotar, pude afirmarme para acurrucarla bien cerca mío. Mis brazos la contenían, la apretaban como para no dejarla escapar. Ahora solo movía mi cadera mientras mordisqueaba su cuello y lóbulo de la oreja.

Eramos, tal cual se dice, uno solo. Mi delirio apenas por instantes me permitía escucharla de manera clara. Murmuraba palabras ininteligibles y risa relajada.
Mi empellón final la inundó de leche caliente y abundante. Grité yo ahora, tan libre como ella lo hiciese antes.

Quedamos pegados por un instante. Tuve conciencia de lo maravilloso que me sentía. Temí por ella. Era fundamental su estado, y como se sentía.

-Wow! Nunca imaginé este momento así. La puta que estuvo increíble! -dijo, rompiendo un silencio donde las respiraciones y el latido de los corazones volvían a tomar calma.
-Yo no tengo palabras...sos una diosa. Juro que te alabaré como a una reina. Sentí mucho más que sexo. Hubo otra cosa... tal vez te suene medio pelotudo, pero es que fue particularmente intenso, dulce, salvaje, cálido y muy ardiente, más allá del orgasmo...

Empecé esto contando que “no fue la primera vez”
Debería corregirlo.


Si... Así, como las cosas se fueron dando, así como yo -al fin- decidí por un cambio, así por una nueva vida que me plantee, debo decir que así, de la manera en que me encontré conmigo, en que fui yo...si... Fue mi primera vez. Y estoy feliz.





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