lunes, 11 de agosto de 2014

Las sobras el Rey



El Rey es así: Rey.  

 Y por ende no se anda fijando como salió todo, ni si sus mujeres quedaron satisfechas, si a alguna le duele algo..no, nada de eso...es Rey y listo. 
 Muchos podrán pensar en que esto es una historia de castillos y monarquías...pero no. 
Esta es la historia de uno de esos tipos que casi sin querer pasan del anonimato a la fama en un santiamén...bueno, a decir verdad un tiempo le llevó, pero sin grandes conocimientos llegó a amarrocar una gran fortuna. 
Y se hacía llamar el Rey. Era el Rey de Todas las Marcas: una concesionaria que arrancó reventando usados de mierda y poco a poco pasó a comercializar autos nuevos, nacionales o importados. 
Un emprendimiento que le salió redondo, gracias a algunos rasgos gitanos y turcos en su sangre. Mezcla explosiva para los números, si las hay. 
 Su apellido terminaba en Ian, como el de las alfombras (¿kalpakian?) o el del catch, que se había proclamado campeón del mundo porque sí, Martín Karadagián...pero no recuerdo su apellido exactamente...ya que todos le decían el Rey Ián. Y a el le encantaba. 

 Mucho no me los bancaba a los gitanos...en realidad a las gitanas...eso de "un cigarrito..." mendigando algo para fumar, o "te adivino el futuro, lindo..." me sacaba...miedo sería...no sé, pero si las veía, cruzaba de vereda... 
Y los turcos, más vale tenerlos lejos, porque te venden hasta a tu madre...o sea que las probabilidades que yo esté cerca de este Ián, eran de uno en un millón. 

 Pero pasó: la necesidad tiene cara de hijo de puta, y caí...si no agarraba laburar con el Rey, no tenía donde caerme muerto.  
Y debo reconocer que el tipo tenía su talento, su don...y nos caímos bien.

Él era un animal, bruto y bestia como un arado. No le importaba nada de lo que no lo incluyera. Soberbia que apareció a medida que su cuenta bancaria crecía y crecía... Aunque hay que reconocer que nos estimulaba bien: me llegué a convertir en el mejor vendedor del salón. Perdí todo tipo de pruritos gracias a él...le vendía cualquier cosa a cualquiera...un poco de culpa me daba, pero asumía que eran sus órdenes (porque lo eran) y se me pasaba. 

 El Rey Tenía varias mujeres...casi un harém, salvo que (creo) no las tenía a todas juntas. 
Repito: creo. 
Pero era terrible ver como las minas venían y lo buscaban...y él, cero onda romántica, cero caballero, hacía uso y abuso de semejantes regalos. Cogía...simplemente eso, permanentemente...era evidente que tenía algún otro atributo donde también parecía ser el Rey. 

Yo veía pasar mujeres de todo tipo: lindas, feas, gordas, flacas, jóvenes, viejas. Entraban cerca de las seis de la tarde, poco antes de cerrar. Ya las conocía a todas, porque ellas me elegían a mí para anunciarse. Digamos que yo si fui bastante educado y caballero y eso a toda mujer le gusta. Lo notaban y en vez de ir a decirle a cualquier otro vendedor del salón que habían llegado, me encaraban a mi

-Hola papi...¿le decís al Rey que llegué? Me está esperando...dale papi... 
 Yo las saludaba, y ya enseguida se acomodaban en los sillones del salón.  

Muchas venían pasadas de algo, de lo que podían, y a veces tan calientes que incluso me manoteaban el bulto mientras me hablaban.  
 El Rey siempre me obligaba a hacerlas esperar. Era ley que veinticinco minutos -mínimo- tenían que aguantarse sentadas. Yo pensaba que era de jodido nomás, hasta que un día me di cuenta: era el tiempo que necesitaba para que una pastilla que tomaba le hiciese efecto...recién ahí le gustaba recibirlas, en bolas y al palo, me imagino, como con un orgullo bien ordinario, pero eficiente... 
 Yo jamás de los jamases iba a meterme con ninguna de ellas. Era parte de mi trabajo recibirlas y después, cuando ya estaban en plena faena sexual, cerraba y me iba. Era un pacto no escrito, era un código que nunca iría a romper. 
 
Pero... 
 
Un jueves le tocaba a Gissele. El Rey la había llamado temprano para anunciarle que ella era la afortunada. Ián tenía ganas de una colorada y ella era la mas o menos colorada que tenía en su        "elenco". 
 Era muy loco, hasta acostumbrarme, escuchar su pedido, como quien llama al delivery. Me decía: "hoy ando con ganas de un tuco, un tuquito...¿tenemos una coloradita?"

Sabíamos los dos perfectamente que se refería a Gisele, pero le encantaba fanfarronear así, con estupideces de macho canchero. 
La verdad, no era una belleza descomunal pero transmitía lo suyo. 
Y yo tenía buena onda con la Gise... 
Digamos que era la más culta de todas. 
Había estado estudiando periodismo y le iba bien hasta que un turro que siempre aparece la embarazó y la dejó en la calle. 
Llegó a lo del Rey buscando trabajo, pero se encontró con la bestia caritativa que a cambio de servicios sexuales le solucionó la vida de ella y de su pequeño hijo... Doloroso, pero comprensible. Una Santiagueña que llegó con ansias y terminó con penas. 
Y era buena mina Gissele...de no mediar ese "convenio" me la hubiera encarado como amiga incluso...por eso nada de nada... 

 Y ya te dije...hasta que... 

Ese jueves se rumoreaba que algo con la plata, devaluación o ahorros en los bancos iba a pasar. 
No se muy bien que, porque como yo lo poco que tenía lo tenía encanutado, no le di bola. Pero eso hizo que ese día, desde temprano, mucha gente viniese con plata retirada de los cajeros ahí nomás para invertirla como sea. 
Y muchos se daban el gusto de un auto nuevo. 
Y listo.  
 Y dentro de las compradoras apareció Betty Ponce, la ex del conductor de la tele, Fernando Sacone, el del programa de los imitadores.  

Beatriz era realmente hermosa. El sueño de casi todos, sobre todo después de haber salido desnuda en una revista uruguaya, Escote, la misma semana que anunció su separación. 
Su cuerpo impactaba...calentaba, mejor dicho... 
Y venía con un bolso con mucha plata, producto de su reciente divorcio, para darse "el gusto de toda mi vida" tal cual me dijo a los gritos apenas entró, refiriéndose a un Mercedes Cabriolet recién llegadito de Alemania... 
Al Rey, al verla, se le cayeron hasta las medias...era la primera vez que tenía ahí, al alcance de la mano, a una leyenda sexual de los medios de comunicación. 
No sé bien que habrá pasado por su cabecita, pero entre cogérsela o usarla de trampolín para la fama de verdad, habrá dudado...las dos cosas lo desvelaban y no se le podía escapar una oportunidad así. 
Encima " Y mitá imitá" el boom del momento, no se lo perdía nunca, fantaseando que su versión del romántico Sergio Menendez lo iba a llevar al éxito. 

 Con todo esta perspectiva, Gissele hoy no jugaba... Era posta que el Rey tenía muchas cartas en su mano para no perder la partida...hasta era capaz de regalarle el Mercedes te digo...si lo conoceré... 

 Y ahí quedó una de las sobras del Rey... 

 -Ey! No me digas así...no soy una sobra che... 
-no, perdón...pero que él ni cuenta se da que sobrás...es duro, pero hoy te ignora...
No te digo que lo entiendas porque es una bestia, pero hoy, cero. 
-¿en serio me lo decís? Se siente horrible... Encima hoy si que venía con ganitas 
-pará Gissele, no me hagás el jueguito...sabés que conmigo no tenés chance...me agarra y me raja...o me mata... 
-ah, entonces es miedo, no es que no te gustaría... 
-aflojá...no seas guacha... 

Sus artimañas no eran nuevas. Como ya conté, onda había. O sea que... 

 -Mirá: nos vamos a casa. Si por casualidad se entera, tengo mucha razón para enojarme...me dejó por la mina de la tele...entonces me corresponde. 
-si, a vos podrá entenderte ¿pero a mi?  

 Mientras intentaba evadirla más me manoteaba. Hasta que ya no me defendí más y terminamos en un muy lindo beso. 

 -pero Gisse, él está con vos, le gusta con vos...es algo incómodo
-¿incómodo o te asquito? Pero es bueno que sepas dos cosas: una, que sé que no soy la única...me toca cada tanto...y dos... No, dejá, no hay dos...

Tomó distancia y bajó la cara.  
-¿que pasa? ¿Que era lo Dos? 
-nada..es que... nada.... 

 Tuve que insistirle mucho para que me cuente. En medio de un sollozo explicó: 

 -no puedo ser una puta. No puedo... Permanentemente lo pienso..digo que me pongo en el lugar de lo que hago y no se.... 
-a ver... No soy un experto en sicología femenina ni tampoco un santo... Puedo comprender que tu necesidad, por tu hijo, que se yo...gustar ponele que mucho no me guste, pero lo acepto...  
-no, no es eso... 
-¿cómo que no es eso? 
-el Rey jamás me cogió... 

Quedé mirándola perplejo. No era claro, aunque fue clarita. ¿Como que nunca cogieron? ¿El rey tenía un atisbo de respeto para con una mujer? Imposible! 
Siguió llorando y entonces le acepté la invitación hasta su casa, que quedaba a un par de estaciones de subte del local.

Era raro. Estaba tomando un té con una de las minas de mi jefe. En su casa. 

Solos. 

El tema era intrigante. ¿Acaso ella es un tipo y...? No...las tetas que asomaron de su blusa mientras se agachó a buscar las galletitas son de mina. Indudable. Bueno...uno nunca sabe. Pero si...Giselle es mina. 
Estoy seguro. 
 Empecé para no hacerlo muy largo, a romper con el hielo: 

 -Bueno, contame...se me hace difícil entender...no quiero decir que vos.... 
-No, ya sé...no hace falta que digas nada...yo voy allá para coger, obvio...todo bien...mirá si me voy a ofender por eso...como todas las otras...y el Rey, así como es, que se yo, es bestia pero atrapa...tiene algo 
-¡Guita! Repito: sin ofender. 
-Si, si...lo de la guita y como la suelta también, no puedo ser tan falsa... Pero seduce con su torpeza...y si! Las minas somos raras...no es novedad. 
-Ya veo, pero si nunca cogieron... 
-Mirá...yo nunca estuve ciento por ciento de acuerdo con hacer esto en la vida. Me hubieses visto y te dabas cuenta. Me hago la trolita, me gusta un buen polvo, pero puta-puta no me va... Entonces la primera vez que estuvimos solos, con los nervios y eso, no me tocó...la segunda le lloré no sé bien porqué...y la tercera, la tercera vi que venía zafando y no. 
-¡El tipo no se la bancó más! Obvio! 
-Me agarró mal, y a punto de metérmela a la fuerza, exploté. Se pudrió todo. No sabés el quilombo que hizo. Fue acá, y se enteró todo el barrio, creo. 
-Si, creo que me acuerdo. Fue ese día que viniste muy loca, al medio día...que no te frenaba ni con quince tipos. 
-¡Esa vez! En realidad eso fue al día siguiente, después de no poder pegar un ojo en toda la noche. Pensé que me mandaba a matar o algo así. Tuve miedo de hacerle el desplante. El Rey también asusta cuando se pone enceguesido. Se le llenan los ojos de sangre....  
-Pero ¿me parece a mi o después todo bien?...¿no? 
-Nos vimos esa noche, de nuevo. Si. Todo bien...bueno...no...si y no... 
-Explicate.
-Esa noche le dije que no podía tener sexo con él porque me habían violado. Y que ahí quedé embarazada. Que si me tocaban me dolía la concha y el alma, que me daba impresión sentir una pija por ahí, que me entendise y que se yo que otra verdura, como para ganar tiempo...y te juro: quería conseguir tiempo hasta tener un laburo en serio y no depender más de esa guita...te garantizo que es una mierda no tener un mango y un hijo a cargo...eso que dicen que una madre hace cualquier cosa por su hijo, es así...¡la puta si es así!  
-¡Justo puta decís! Ja...uy, disculpame, me salió..desubicadísimo el tipo...perdón. 
-Sos un boludón, jajaja...todo bien... 
-Dale...lo que sigo sin entender es como seguís...¿te adoptó como hija acaso? 
-Jaja, no, nada que ver...yo no cojo, pero el cree que sí... 
-¿Mmmmm? 
-Tanto insistía e insistía que quería meterme su salchichón primavera 
-ah...él Rey llama así a su cosa- que... 
-¿¿Salchichón Primavera?? Un tanto soberbión....¿o no? 
-Eso no importa ahora... Que me dijo que si no podía por la concha, que le entregue el orto... 
-¿Un salchichón por el culo? ay mamita...eso debe doler.... 
-Bueno, ya está con lo del salchichón, cortala...y si...era gorda...¿ok?
Entonces no tuve más remedio...y dio la cosa que me pongo un cuatro esperando el desgarramiento...y ahí se me ocurrió! 
-Esto se pone bueno... 
-Como está medio panzón no se la ve, y después de frotarme el clítoris un cacho y empezar a chorrear agarro y lo aprieto con alma y vida entre las dos piernas. Él no dura mucho y acaba rápido. Yo grito como una loca un poco. Me acaricio para, al menos, sentir algo lindo y cae como bolsa de papas. Después lo lleno de elogios y puteadas y se va recontento. 
-Me dejás sin palabras. ¿No se da cuenta? Mirá que tiene un humor de mierda...se aviva y te mata...
-Va más de un año. Lo complicado es limpiarme rápido, porque el cree que me acaba adentro, entonces me paro rápido así piensa que chorreo mares por lo que se me sale del culo...y otra sábana al lavarropas... 

 Su confesión me dejó sentimientos encontrados. Pensé que era una genia y una turra. Me puse en el lugar del Rey y me dio pena. Como hombre, ser cagado así, me incomodaba, tenía herida ajena, pero por lo prepotente del turco, me encantaba que una mina con habilidad lo cague...  

 Después del relato hubo un silencio lleno de pensamientos. Nos mirábamos. Ella terminaba las galletitas que había puesto en el plato y yo jugaba con una manzana de plástico de un espantoso centro de mesa... 

 -Bueno...decime algo...¿está mal lo que hago? Yo no quiero que me coja cualquiera...y el se va feliz...me sigue ayudando, y todos contentos... 
-Si, si...visto así... 
-¿Cómo "visto así"? 

 Temí embarrarla. Estuve a punto de decir lo que no debía y que ella derrumbara su confianza en mi. Y seguramente se imaginaba que yo iría con el cuento al Rey, para chuparle las medias. Ni en pedo yo haría eso...no es cuestión de códigos ni nada...no se me ocurriría...no es mi amigo...
Además, si el tipo está bien ¿para que? 

 -Decía que visto así... si....que si...que está ok 

No sé si le satisfizo, pero no supe bien que decir. Igual su mirada ya era otra. Venía ocultando cierta culpa y yo aparecí como para alivianarla. 

Se levantó y me abrazó por detrás. Yo seguía sentado jugando con la manzanita plástica. Sentir un beso suyo en el cuello me erizó. Se fue acomodando hasta sentarse sobre mis piernas. 
El beso no tardó en llegar.

Tenía labios fríos. Finos y fríos. Al contacto de mi lengua con la suya se estremeció. Era lindo sentir como hurgaba con los pelos de mi nuca mientras me besaba.  
Luego tomó mi mano y la deslizó debajo de la blusa. El pezón floreció casi pinchándome la palma. Pezón importante, de los que uno se imagina apretar entre los dientes y empujar deliciosamente con la lengua hacia afuera. Daba muchas ganas. Había cerrado los ojos mientras yo ahora lo giraba como si perilla de dial de una radio fuese...ese pellizco de ida y vuelta la hizo gemir. 
Y morderse los labios con fuerza.

Siempre ese gesto me excitaba muchísimo. 
Desde adolescente, ver una mujer haciéndolo generaba un bombeo automático a mi pija. 
Y ella lo sintió en su cola. Abrió los ojos y sonrió. 

 -Me parece que hay un salchichón en tu pantalón, o un grisín -dijo con malicia- 
-Quedamos en no hablar más de eso. Encima ahora,nunca más, podré tener "eso" en mis picadas...me da impresión. 

 Giselle se levantó para agacharse y bajarme el cierre del pantalón. Cuando sacó un miembro en estado de claro crecimiento rió y me miró para decir algo. La frené a punto de que abriera la boca. 

-Nada de comparaciones, ni de ponerle nombres...¿puede ser? 

Dudó. 
Pero aceptó.  
 Me hizo una felatio increíble. Su ritmo era perfecto. Sin dudas era clarísimo que algunas saben hacerlo maravillosamente y otras no. Ella debería dar cursos.

Por todo lo relatado no sabía si correspondía pedir más, si lo de la violación había sido cierto, si por el orto le dolía... Pero moría de ganas de poseerla.  

 -¿Y papi? ¿Esto queda acá? -me desafió- 

La levanté con mis brazos y la llevé hasta su cama. Era mínima, con una cuna a un lado. Ahí, recién ahí, recordé lo de su hijo.  

 -No está...se lo llevó mi hermana a Santiago. Ella tiene siete...uno más ni lo nota. Lo que pasa es que pensé en volverme...eso es otra historia...estoy pensando en eso... 

 Acurrucados en una cama simple nos fuimos desnudando en medio de risas. Casi me caí al suelo en uno de los movimientos para sacarme las medias. Ella no tenía ropa interior. Así le gustaba al Rey. Al levantarle la pollera y dejársela en la cintura su concha quedó ante mi. Hermosa cadera, y con labios vaginales tan finos como los de su boca. Hundí un dedo y el resoplo más hermoso que puede generar una mujer inundó el espacio. Era delicioso para ambos escuchar el ruido de fluídos chocando en mis dedos. No hablamos. Alternativamente nos mordisqueábamos los labios. Su mano me pajeaba a un buen ritmo.  

Y el morbo puede más 

 -Quiero por la cola -le pedí- 
-Tiene dueño -contestó riendo y con mucha ironía, haciéndose la difícil- 

Se dio vuelta y pensé: el rey es el rey. No es ningún boludo. Su plan B pintaba hasta mejor que el A. Ella se separó ambas nalgas con sus manos y me mostró que aquel agujero arrugadito de su ano estaba para cualquier cosa: primero dejé caer saliva para hacerlo brillar y facilitar la entrada de mi dedo índice. Quejidos leves que acompañaban, seguramente, dientes mordiendo labios, una vez más. 
Y una vez más mi poronga latiendo... 
Luego di turno a mi boca y lengua.... Se estremeció toda. Fui con mi mano hasta su clítoris para duplicar placeres. No sé si en realidad disfrutan del doble, pero mi cabecita dice eso y me hace sentir más generoso...su mano se sumó a la mía, agarrandose los labios para estirarlos con fuerza. Y mientras yo hacía con un dedo en su punto rojo el mismo movimiento que el de la lengua en su ano, ella introducía dos dedos en lo profundo de su concha. 
Tuvo un orgasmo impresionante. Sacó afuera vaya a saber que. Quedó tendida de la cintura para arriba, apoyando como desvanecida la cabeza sobre la almohada. 
El culo seguía allí, firme y en pie. Esperando mi turno. 

-Ahora es mi momento. No vas a...nada...no dije nada... 

 No sé si me escuchó o me ignoró. Y un poco desconfiado que soy miré específicamente como mi verga entraba en ella por allí. Temía hacerle doler, por eso fui muy delicado de entrada. Con saliva de sobra, el meta y ponga se hizo muy llevadero. Ella seguía gimiendo. Mantenía dedos en el agujero de adelante. 
Y yo estaba en un sueño.  
Fueron varias embestidas, todas deliciosas. 
Acabé temblando y gritando como nunca, sintiendo mi pija muy apretada. 
Pensé y reí... 

-¿Que te causa gracia? ¿Siempre te reís después de coger? 
-Jaja, no, nada... Coger siempre me da hambre...pensé en un Cinzano, en una picada... 
-¡Pero sin Sachichón primavera! 
-¡Exacto! -respondí sonriendo- 
-Mirá, si querés y para homenajearte a vos, me visto y voy a comprar chizitos, jajaja.... 
-¿Ves? Esto me pasa por quedarme con las sobras del Rey... Es lo que siempre digo: todas las minas son unas hijas de puta... 
Todas saben como cagarte para salirse con la suya... 


 Jorge Laplume

viernes, 11 de julio de 2014

Debut mundial.



-Dale que no hay nadie...
-No. ¿y sin nos ven?
-¿Quién? No ves que no hay nadie?

Era muy extraño estar en una playa brasileña como esta y que esté absolutamente desierta. Apenas a lo lejos se escuchaban algunos gritos. La idea de llegar por esta fecha era intentar ver partidos del mundial pero sin conseguir las entradas previamente. Pero lo realmente interesante era volver a estar juntos, solos, con Marcos, como antes de tener hijos. Muchos nos estimulaban, pero también temíamos aburrirnos. 


-Dale! En pleno partido de Brasil todos están o en la cancha o frente a la tele.


Nunca había hecho topless, menos aún nudismo total. Siempre me ronroneó por la cabeza intentarlo pero no se dio. Ahora, a una edad mayor, los ánimos de probar van decayendo. Y eso que sigo manteniendo un cuerpo aceptable. Una MILF, según me han dicho, o sea una "mamita digna de darle masa" para decirlo de manera elegante... 

Marcos, por su parte, vive diciéndome cosas lindas de mi cuerpo, pero yo -como toda mujer que se precie de tal, ja- dudo permanentemente sobre mi estado...

Igual bikini me pongo y se banca. 


Desaté el nudito de la espalda y me quedé en lolas tapándome apenas con mis brazos cruzados.

Reconozco que se sentía lindo, pero no se si por la comodidad de dejar mis pechos libres o por la audacia que estaba ejerciendo. Seguramente fuese por las dos cosas.

De a poco me fui soltando y las ganas de meterme al mar crecían. Cuando recibí el primer toque de una ola sobre las tetas me quedé mirando como mis pezones se endurecían y un escalofrío me invadió. Marcos, unos metros más atrás, no paraba de sacar fotos. Fotos que luego intimaré a que sean borradas para evitar todo riesgo...imaginate si alguno de los chicos agarran el celular y ven a su madre así!! Moriría de vergüenza!


Era una sensación hermosa que ahí lamenté no haber experimentado antes, cuando tantas veces tuve oportunidad y la pacatería incrustada desde que nací me lo impidió. Varias amigas me lo habían dicho, pero no me imaginaba haciéndolo. Aparte lo asociaba a que Marcos estaría encima tocándome y con su pija parada a la vista de todos. Cosas que una fantasea...


-Ahora la bombacha! -gritaba el desaforado como si estuviese en la cancha exigiendo una tarjeta roja.

-Pará! no grités así!

Mirando a nadie, empecé a bajarme, dentro del mar la parte de abajo de la bikini. Cuando estaba agachándome para agarrarla, una corriente cálida se deshizo entre mis labios y clítoris. Si antes había tenido un escalofrío en mis pezones, ahora la sensación era mucho más erótica. Le pedí a Marquitos que se acerque para darle mi ropa y así nadar libremente. Cuando venía se sacó él su bermuda y quedó tan desnudo como yo. Me gustó verlo acercarse con un miembro flácido pero interesante balanceándolo de un lado a otro. Juro que miraba para todos lados temiendo escuchar un silbato que nos advirtiera a riesgo de terminar presos.


Me abrazó y el sentirnos piel con piel volvió a estremecerme. Mientras agarraba su aún blandito choricito entre mis dedos miraba la imponente ciudad que nos enmarcaba. Estábamos completamente desnudos donde no se podía, pudiendo ser descubiertos muy fácilmente. Ahí me di cuenta que había olvidado esa adrenalina, como cuando sos muy joven y sabés que estás descubriendo la maravilla del sexo.

Su mano jugando en mi concha ya mezclaba mar y miel. Lo sentía claramente. 

-Recordá mi problema -decía con seriedad.

-¿Te sentís mal? ¿Querés que salgamos?
-No, no, ahora no...digo por la hipertensión.
-Ah, ¿estás nervioso por ser descubierto...o por estar conmigo? No te creo...
-Digo porque lo que me voy a comer después, que esté muy salado...

Siempre me hace reír cuando menos lo espero. Inevitablemente mi cabeza hizo un flash a esa situación y me relamí los labios con placer...¿y su pija? ¿También quedará "condimentada a gusto" como dicen las recetas?


Seguimos entrando y saliendo del mar, estableciendo un recorrido no muy extenso ya que no contábamos con más que la duración del partido. Era muy loco caminar en bolas, besándonos al tiempo que me manoseaba a más no poder. Entre tetas, culo y concha ya no sabía como hacer. Yo parecía demasiada mujer para sus escasas dos manos y una boca. Estaba eufórico por tenerme así. 

Yo por momentos lo arrastraba usando su pija como correa. Me reí tanto como hacía tiempo no lo hacía.  Y pasó: no tuvimos noción del tiempo. Ni del primero ni del segundo.

De golpe una muchedumbre a grito ensordecedor e inmersa en los colores brasileños invadió las playas de manera sorpresiva. Nos metimos bien dentro del mar, lamentando no tener la ropa a mano, que había quedado en una solitaria sombrilla bastante lejos de donde estábamos.


No supimos que hacer para salir dignamente de allí y yo no tuve mejor idea que acercarme a una chica que nadaba más alejada del grupo eufórico.


-Ey, garotiña...tenemos un problemiño...


Se acercó mirando sin entender. 


Meu chico y eu estamos sin roupa, desnudiños... ¿Podrías vocé ayudarnos? -dije en un absurdo portugués con la intención de sonar más inocente en busca de su solidaridad.


Sin decir nada se fue en busca de otras dos chicas. Llegaron con una gran bandera "verde amarella" con la cual nos envolvieron juntos. Una de ellas aprovechó para manosearme muy ansiosa. Luego salimos del mar rodeados por ellos a los saltos y festejando un resultado que desconocíamos. 


Así zafamos, en una montonera muy erótica, y llegando hasta una gran carpa.

Al fin, mientras nos relajábamos, planificábamos como salir de allí.

De pronto las tres chicas entraron, corrieron la cortinita y se abalanzaron sobre Marcos. No supe que decir ni hacer. No se me ocurrió ni protestar ni impedir nada. Mi marido me miraba con cara de sorpresa aunque tampoco evitó nada. Una se metió su pito en la boca y comenzó a chuparlo con intensidad. Otra le acariciaba las bolas con mano y lengua. La tercera, le besaba el cuello. Luego esta salió y volvió a entrar. Se acercó a mi y me dio un beso enorme, comiéndome la boca. En la oreja me susurró: "eu tenho um presente pra vocé"


La cortina se corrió de nuevo casi como un telón y un grandote vestido solo con una mínima zunga entró. 

Metió su mano por debajo y dejó expuesta una manguera negra que un poco me asustó. Estaba floja,  pero su meneo le comenzó a dar una forma y tamaño más que importante. 

Miré a Marcos y vi que él vio al morocho, pero no podía ni hablar. Yo no pretendía consultarlo, ya que si él estaba disfrutando de un cielo descomunal, me correspondía a mi también una cuota de locura similar. 


Marcelo, tal como educadamente se me presentó, me agarró con sus enormes brazos, producto seguro de mucho pero mucho ejercicio. Me sostuvo de las piernas dejándome colgando, con mi concha justo en su boca. Yo empezaba a ver todo al revés. Pero eso duró segundos ya que cerré los ojos y lo que vi fueron las  estrellas. Temía aquello de que "se me fuera la sangre a la cabeza" como tantas veces le he advertido a mis hijos, pero dado el orgasmo que estaba sintiendo con su lengua, imaginé que esa posición no era tan mala después de todo. Luego me giró y me apoyó sobre una endeble mesita plástica abriéndome las piernas. Mi concha, se exponía a su gusto. Con los dientes abrió el envoltorio de un forro que no sé de donde sacó, y se lo colocó con una sola mano.


Me contorcioné para ver a Marcos y vi que justo estaba saliendo de una morocha con su verga durísima y entrando dentro de la única rubia del trío. Cambiaban de roles, y a la que él había estado cogiendo ahora le comenzaba a chupar las bolas. 


Y de pronto sentí una espada, larga y filosa. Creí que me desgarraba con violencia. Mantenía un ritmo donde movía sus caderas en un vaivén acelerado. Tuve espasmos muy intensos. 

Soltó mis piernas y se abalanzó sobre mi, aprisionandome las dos tetas con tremendas manos. Parecían globos que buscaba hacer estallar. Sin dejar de moverse lo acompañé para lograr el éxtasis con mi mano en el clítoris. Llegamos casi juntos a un orgasmo insólito, yo gritando sin medir consecuencias.

Marcos explotó más que otras veces, empapando a las tres chicas, gracias a sus manos y bocas. Ahora él emitió una exhalación profunda. 


No notamos cuando los cuatro se fueron dejándonos solos, cubiertos cada uno, con camisetas con el diez y el nombre de Neymar.


Marcos se negaba a ponérsela, pero no tuvo más remedio. La más grande se la quedó él, para quedar más tapado.


Ya caminando por las típicas veredas blancas y negras, la sola idea de que una brisa me dejaría expuesta a pleno delante de tanta gente me volvió a cachondear.

Hablamos poco mientras nos dirigíamos al hotel, pero rompí el silencio.

-Con tanto clima mundialista, tanta fiesta, tanto festejo...no sé si pensar que recién ganamos por goleada o nos dieron flor de baile...pero te quiero tanto tanto, que quiero darte la revancha...

-La necesito, tengo que demostrarte que soy un habilidoso y como la meto adentro...
-Mmm, ¡que jugador que sos! 

Difícilmente podamos olvidar este tan particular debut mundialista...


Jorge Laplume

lunes, 2 de junio de 2014

Dulce prisionera

No había sido una semana fácil...ni un mes... 
Pero esa tarde ella contaba con un aliciente especial: Él había vuelto y contaba las horas, los minutos y los segundos hasta el encuentro. 
Por eso vivió el día de manera diferente, con los mismos problemas de días atrás 
pero que hoy le resbalaban. 

Sabía desde la noche anterior, cuando por Whats App confirmó el adelanto del viaje. 
Habían pasado muchos meses separados, inclusive más de los que el viaje le insumió. 
Recordaba la tonta pelea que los había distanciado semanas antes de separarse a la fuerza, "por culpa de esa empresita de mierda", como llegó a definirlo ella. 

Ahora todo era espera, ansiedad, y un calor especial que difería del frío reinante en aquel julio nevado. 
Ese calor era la llama de la pasión que supieron alimentar y gozar. 
Ella llegó casi trastabillando al hall de su departamento. Mezcla de ansiedades y ganas de ir al baño desesperadamente. 
Estaba apurada por todo: bañarse, arreglar mínimamente el living y el cuarto, 
algo de maquillaje y la elección de que ponerse. 

La cena era tarea de él: habían preestablecido que ya no eran noveles ingenuos en lo que pasaría en dicho encuentro y que por ende una comida demasiado elaborada sería tontamente desaprovechada. 
Sushi era una decisión consensuada sin demasiadas pretensiones. 
El vino si era el mismo que en la última ocasión, tinto, a pesar de la sugerencia por un pinot noir que mozo del restaurante asiático insistió duramente. 

-Si, tinto... Queremos un tinto con el pescado...¿acaso me vas a denunciar? 

Ella recordaba cada palabra y cada gesto de aquel momento. Se desnudó en su habitación, y camino al cuarto de baño se detuvo frente al enorme espejo del pasillo, para tomar dimensión completa de esa figura longuilínea que portaba. 

La ducha cálida devolvió realidad y ensueño. Sus manos, relajadas, acariciaron piel tensa de problemas, angustias y temores. 
No quería allí ponerse a reflotar las discusiones que su nuevo e inesperado socio generaba desde el mismo día del fallecimiento del anterior. 

De una vida relajada, donde el viejo le había enseñado todo, donde una relación casi paternal la había hecho crecer y fortalecer su autoestima, hasta ese extraño apartado en el estatuto societario que le daba a su hijo mayor todo el poder en caso de una muerte violenta. 
Seguía tan tensa que improvisó una pose de yoga en el mismo piso de la bañera, con agua cayendo sobre su cuerpo cual fuese una impactante fuente eterna. 
No era fácil relajarse y encontrar toda la fuerza del Omh que ella le aplicaba, pero al menos estaba comprometida a sacarse de la cabeza por un buen rato la basura pegada a su cuerpo horas atrás.

Casi somnolienta, no escuchó cuando él llegó. Ella aún conservaba la costumbre de "la llave en la maceta" por si alguna vez era víctima de un asalto, o perderla...o que él quisiese aparecer a horas poco habituales. 
No se asustó, ya que hizo hubo suficiente ruido a botellas apoyándose sobre la mesada de mármol de la cocina. 
Ambos sabían de como estaban. Nerviosos como adolescentes inexpertos, pero firmes en su seguridad. 

-Como la vez de tu cumpleaños en el campo. 

Solo eso le dijo él. Ella rebobinó por un instante su vida en común hasta llegar a aquel día. 

-¿Si? dijo ella mientras se le formaba una suave sonrisa. No escuchó más que un "Mmmmja" asintiendo.           

Entonces dejó de lado la lencería que había separado, el vestido, las medias. Buscó arduamente aquella camisa de seda pura entre estantes atiborrados de finas prendas. Se la puso abrochándosela toda, sobre su piel aún húmeda. 

-Listo. 

Esa señal fue la indicada para que él apagase las luces. Su memoria rememoraba los temblores a los que había sucumbido aquella tarde de sol furioso en un campo de Pilar. Recordaba también lo que a él le había costado oscurecer esa habitación en plena tarde. Se sorprendió al ver en su Led la proyección de un fuego de estufa a leña tan real como insólito. Se acercó suave, escuchando el crepitar de leños digitales. Por los ventanales apenas una luz azul de luna nueva dibujaban el resto del ambiente. La imagen de ocres, naranjas y rojos se proyectaban en su cuerpo. Él se acercó y casi sin tocarla rozó labios con labios. Instintivamente, vibrando con aromas y texturas conocidas y añoradas, amagó abrazarlo, pero él puso distancia. 

-Como aquella vez...quietita.... 

El juego la excitaba. Más de una vez, con copas de más, ella confesó que aquella fantasía de él a ella la había subido al séptimo cielo como ninguna otra. Él la sentó de manera tan delicada como si de un puñado de pétalos se tratara. Ahí había suficiente luz, aunque tenue, para que ambos se regocijaran con sus rostros mutuamente. 

El fuego de la pantalla dibujaba vaivenes que colaboraban a resaltar las formas. Esa misma luz le permitió reconocer con sorpresa, su propio almohadón, el que fuera objeto de su deseo tantas noches de soledad, y que permanecía allí aún, testigo de calurosas sesiones con su intimidad mientras lo recordaba.... Besos calmos, de una comisura hasta la otra, de apretar labios con dientes, de leve roces de punta de lengua por cuello y oreja. Escalofríos odiosos y amados. 

-Dale... Pidió exigiendo pero con tono de sugerencia...un chist de él la puso en posición de pequeña y dulce prisionera. Rió...a lo que él le retrucó con un "mirá que te ato"

-"Mmmm" 
-No...no entendiste...te ato y me voy.... 
-Malo! 

De pronto sin esperarlo, sintió una tela cubriéndole los ojos. Era un género tan suave como aquella camisa. Se moría de ganas de decirle que no era necesario, que si se lo pedía, ella no miraría...pero tomó el papel de sumisa sucumbiendo a la tentación mayor, la de no entorpecer nada. 

Lentamente comenzó a desabotonar uno a uno cada pequeño candado que protegía pechos perfectos. 
El solo contacto de las yemas de su mano le producían sensaciones magníficas. 
Su boca ya comenzaba a expeler soplos de alma sensual. 
Mientras una mano exploraba formas que aún seguían tal cual las había recordado por esos tres meses de espera, la otra investigaba la parte interna de sus muslos. 
Aceite mediante, ahora también brindaba brillo húmedo con la luz de un falso fuego. 
Pocas veces soportaba el insistente toqueteo de pezones, pero esta vez, relajada y con la ayuda de saliva de una lengua ávida de piel, se dejó llevar. Internamente el cerebro rogaba que aquella mano del sur de su existencia alcance el botoncito que tantas satisfacciones le hubo otorgado. Pero por otro lado, la emoción interna quería dejarlo hacer. 
Mientras tanto un sinfín de oleajes indescriptibles se acercaban para romper compuertas. 

Fueron instantes que parecían siglos y milésimas de segundo también. 
Empezó a gritar cada vez mas fuerte,más salida de una profundidad contenida. 
La lengua de él mordía y empapaba puntas, cuello, labios, oreja... Su energía le daba para maldecir y rezar, gemir y profanar insultos. 
Estaba llegando a un éxtasis sin contacto genital y eso más la enloquecía...su cuerpo pedía que una mano, una lengua, un miembro desparrame la miel que brotaba de una entrepierna desesperada. 
Casi como si en sus explosiones marcara una cuenta regresiva, él especuló hasta el momento justo para traerla hacia sí y penetrarla profundamente, de manera salvaje y violenta, tal lo que ella imploraba sin decir. 

Fueron varios empellones hasta sentirlo a él derretirse en ella. Esperma más caliente que el fuego la hizo arder por dentro. Emitió palabras desconocidas, sonidos de fuerza sobrehumana y palabras sabrosas de miel y pasión. 
Al separarse, se acercó a su rostro y tibiamente le confesó algo con un leve susurro. 
Sonrió con picardía, reconociendo que ahora si comprendía aquel sonido que había escuchado y le resultaba familiar. Se quedó con sus palabras finales: 

"Nunca voy a amar a alguien como te ame a vos", 

Y se acomodó para dormir con una sonrisa en los labios, abrazada a su almohada predilecta... 

Ya casi entre sueños, y mientras él se vestía, lo despidió con un "nunca te olvides que te quiero mucho" y volvió a cerrar los ojos esperando con ansias las fotos prometidas que él le enviaría la semana entrante... Las que le sacó en medio de una noche pasional única.