No
había sido una semana fácil...ni un mes...
Pero esa tarde ella
contaba con un aliciente especial: Él había vuelto y contaba las
horas, los minutos y los segundos hasta el encuentro.
Por eso vivió
el día de manera diferente, con los mismos problemas de días atrás
pero que hoy le resbalaban.
Sabía desde la noche anterior, cuando
por Whats App confirmó el adelanto del viaje.
Habían pasado muchos
meses separados, inclusive más de los que el viaje le insumió.
Recordaba la tonta pelea que los había distanciado semanas antes de
separarse a la fuerza, "por culpa de esa empresita de mierda",
como llegó a definirlo ella.
Ahora todo era espera, ansiedad, y un
calor especial que difería del frío reinante en aquel julio nevado.
Ese calor era la llama de la pasión que supieron alimentar y gozar.
Ella llegó casi trastabillando al hall de su departamento. Mezcla de
ansiedades y ganas de ir al baño desesperadamente.
Estaba apurada
por todo: bañarse, arreglar mínimamente el living y el cuarto,
algo
de maquillaje y la elección de que ponerse.
La cena era tarea de él:
habían preestablecido que ya no eran noveles ingenuos en lo que
pasaría en dicho encuentro y que por ende una comida demasiado
elaborada sería tontamente desaprovechada.
Sushi era una decisión
consensuada sin demasiadas pretensiones.
El vino si era el mismo que
en la última ocasión, tinto, a pesar de la sugerencia por un pinot
noir que mozo del restaurante asiático insistió duramente.
-Si,
tinto... Queremos un tinto con el pescado...¿acaso me vas a
denunciar?
Ella recordaba cada palabra y cada gesto de aquel momento.
Se desnudó en su habitación, y camino al cuarto de baño se detuvo
frente al enorme espejo del pasillo, para tomar dimensión completa
de esa figura longuilínea que portaba.
La ducha cálida devolvió
realidad y ensueño. Sus manos, relajadas, acariciaron piel tensa de
problemas, angustias y temores.
No quería allí ponerse a reflotar
las discusiones que su nuevo e inesperado socio generaba desde el
mismo día del fallecimiento del anterior.
De una vida relajada,
donde el viejo le había enseñado todo, donde una relación casi
paternal la había hecho crecer y fortalecer su autoestima, hasta ese
extraño apartado en el estatuto societario que le daba a su hijo
mayor todo el poder en caso de una muerte violenta.
Seguía tan tensa
que improvisó una pose de yoga en el mismo piso de la bañera, con
agua cayendo sobre su cuerpo cual fuese una impactante fuente eterna.
No era fácil relajarse y encontrar toda la fuerza del Omh que ella
le aplicaba, pero al menos estaba comprometida a sacarse de la cabeza
por un buen rato la basura pegada a su cuerpo horas atrás.
Casi
somnolienta, no escuchó cuando él llegó. Ella aún conservaba la
costumbre de "la llave en la maceta" por si alguna vez era
víctima de un asalto, o perderla...o que él quisiese aparecer a
horas poco habituales.
No se asustó, ya que hizo hubo suficiente
ruido a botellas apoyándose sobre la mesada de mármol de la cocina.
Ambos sabían de como estaban. Nerviosos como adolescentes
inexpertos, pero firmes en su seguridad.
-Como la vez de tu
cumpleaños en el campo.
Solo eso le dijo él. Ella rebobinó por un
instante su vida en común hasta llegar a aquel día.
-¿Si? dijo
ella mientras se le formaba una suave
sonrisa. No escuchó más que un "Mmmmja" asintiendo.
Entonces dejó de lado la lencería que había separado, el vestido,
las medias. Buscó arduamente aquella camisa de seda pura entre
estantes atiborrados de finas prendas. Se la puso abrochándosela
toda, sobre su piel aún húmeda.
-Listo.
Esa señal fue la indicada
para que él apagase las luces. Su memoria rememoraba los temblores a
los que había sucumbido aquella tarde de sol furioso en un campo de
Pilar. Recordaba también lo que a él le había costado oscurecer
esa habitación en plena tarde. Se sorprendió al ver en su Led la
proyección de un fuego de estufa a leña tan real como insólito. Se
acercó suave, escuchando el crepitar de leños digitales. Por los
ventanales apenas una luz azul de luna nueva dibujaban el resto del
ambiente. La imagen de ocres, naranjas y rojos se proyectaban en su
cuerpo. Él se acercó y casi sin tocarla rozó labios con labios.
Instintivamente, vibrando con aromas y texturas conocidas y añoradas,
amagó abrazarlo, pero él puso distancia.
-Como aquella
vez...quietita....
El juego la excitaba. Más de una vez, con copas
de más, ella confesó que aquella fantasía de él a ella la había
subido al séptimo cielo como ninguna otra. Él la sentó de manera
tan delicada como si de un puñado de pétalos se tratara. Ahí había
suficiente luz, aunque tenue, para que ambos se regocijaran con sus
rostros mutuamente.
El fuego de la pantalla dibujaba vaivenes que
colaboraban a resaltar las formas. Esa misma luz le permitió
reconocer con sorpresa, su propio almohadón, el que fuera objeto de
su deseo tantas noches de soledad, y que permanecía allí aún,
testigo de calurosas sesiones con su intimidad mientras lo
recordaba.... Besos calmos, de una comisura hasta la otra, de apretar
labios con dientes, de leve roces de punta de lengua por cuello y
oreja. Escalofríos odiosos y amados.
-Dale... Pidió exigiendo pero
con tono de sugerencia...un chist de él la puso en posición de
pequeña y dulce prisionera. Rió...a lo que él le retrucó con un
"mirá que te ato"
-"Mmmm"
-No...no
entendiste...te ato y me voy....
-Malo!
De pronto sin esperarlo,
sintió una tela cubriéndole los ojos. Era un género tan suave como
aquella camisa. Se moría de ganas de decirle que no era necesario,
que si se lo pedía, ella no miraría...pero tomó el papel de sumisa
sucumbiendo a la tentación mayor, la de no entorpecer nada.
Lentamente comenzó a desabotonar uno a uno cada pequeño candado que
protegía pechos perfectos.
El solo contacto de las yemas de su mano
le producían sensaciones magníficas.
Su boca ya comenzaba a expeler
soplos de alma sensual.
Mientras una mano exploraba formas que aún
seguían tal cual las había recordado por esos tres meses de espera,
la otra investigaba la parte interna de sus muslos.
Aceite mediante,
ahora también brindaba brillo húmedo con la luz de un falso fuego.
Pocas veces soportaba el insistente toqueteo de pezones, pero esta
vez, relajada y con la ayuda de saliva de una lengua ávida de piel,
se dejó llevar. Internamente el cerebro rogaba que aquella mano del
sur de su existencia alcance el botoncito que tantas satisfacciones
le hubo otorgado. Pero por otro lado, la emoción interna quería
dejarlo hacer.
Mientras tanto un sinfín de oleajes indescriptibles
se acercaban para romper compuertas.
Fueron instantes que parecían
siglos y milésimas de segundo también.
Empezó a gritar cada vez
mas fuerte,más salida de una profundidad contenida.
La lengua de él
mordía y empapaba puntas, cuello, labios, oreja... Su energía le
daba para maldecir y rezar, gemir y profanar insultos.
Estaba
llegando a un éxtasis sin contacto genital y eso más la
enloquecía...su cuerpo pedía que una mano, una lengua, un miembro
desparrame la miel que brotaba de una entrepierna desesperada.
Casi
como si en sus explosiones marcara una cuenta regresiva, él especuló
hasta el momento justo para traerla hacia sí y penetrarla
profundamente, de manera salvaje y violenta, tal lo que ella
imploraba sin decir.
Fueron varios empellones hasta sentirlo a él
derretirse en ella. Esperma más caliente que el fuego la hizo arder
por dentro. Emitió palabras desconocidas, sonidos de fuerza
sobrehumana y palabras sabrosas de miel y pasión.
Al separarse, se
acercó a su rostro y tibiamente le confesó algo con un leve
susurro.
Sonrió con picardía, reconociendo que ahora si comprendía
aquel sonido que había escuchado y le resultaba familiar. Se quedó
con sus palabras finales:
"Nunca voy a amar a alguien como te
ame a vos",
Y se acomodó para dormir con una sonrisa en los
labios, abrazada a su almohada predilecta...
Ya casi entre sueños, y
mientras él se vestía, lo despidió con un "nunca te olvides
que te quiero mucho" y volvió a cerrar los ojos esperando con
ansias las fotos prometidas que él le enviaría la semana
entrante... Las que le sacó en medio de una noche pasional única.
me encantó
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