lunes, 2 de junio de 2014

Dulce prisionera

No había sido una semana fácil...ni un mes... 
Pero esa tarde ella contaba con un aliciente especial: Él había vuelto y contaba las horas, los minutos y los segundos hasta el encuentro. 
Por eso vivió el día de manera diferente, con los mismos problemas de días atrás 
pero que hoy le resbalaban. 

Sabía desde la noche anterior, cuando por Whats App confirmó el adelanto del viaje. 
Habían pasado muchos meses separados, inclusive más de los que el viaje le insumió. 
Recordaba la tonta pelea que los había distanciado semanas antes de separarse a la fuerza, "por culpa de esa empresita de mierda", como llegó a definirlo ella. 

Ahora todo era espera, ansiedad, y un calor especial que difería del frío reinante en aquel julio nevado. 
Ese calor era la llama de la pasión que supieron alimentar y gozar. 
Ella llegó casi trastabillando al hall de su departamento. Mezcla de ansiedades y ganas de ir al baño desesperadamente. 
Estaba apurada por todo: bañarse, arreglar mínimamente el living y el cuarto, 
algo de maquillaje y la elección de que ponerse. 

La cena era tarea de él: habían preestablecido que ya no eran noveles ingenuos en lo que pasaría en dicho encuentro y que por ende una comida demasiado elaborada sería tontamente desaprovechada. 
Sushi era una decisión consensuada sin demasiadas pretensiones. 
El vino si era el mismo que en la última ocasión, tinto, a pesar de la sugerencia por un pinot noir que mozo del restaurante asiático insistió duramente. 

-Si, tinto... Queremos un tinto con el pescado...¿acaso me vas a denunciar? 

Ella recordaba cada palabra y cada gesto de aquel momento. Se desnudó en su habitación, y camino al cuarto de baño se detuvo frente al enorme espejo del pasillo, para tomar dimensión completa de esa figura longuilínea que portaba. 

La ducha cálida devolvió realidad y ensueño. Sus manos, relajadas, acariciaron piel tensa de problemas, angustias y temores. 
No quería allí ponerse a reflotar las discusiones que su nuevo e inesperado socio generaba desde el mismo día del fallecimiento del anterior. 

De una vida relajada, donde el viejo le había enseñado todo, donde una relación casi paternal la había hecho crecer y fortalecer su autoestima, hasta ese extraño apartado en el estatuto societario que le daba a su hijo mayor todo el poder en caso de una muerte violenta. 
Seguía tan tensa que improvisó una pose de yoga en el mismo piso de la bañera, con agua cayendo sobre su cuerpo cual fuese una impactante fuente eterna. 
No era fácil relajarse y encontrar toda la fuerza del Omh que ella le aplicaba, pero al menos estaba comprometida a sacarse de la cabeza por un buen rato la basura pegada a su cuerpo horas atrás.

Casi somnolienta, no escuchó cuando él llegó. Ella aún conservaba la costumbre de "la llave en la maceta" por si alguna vez era víctima de un asalto, o perderla...o que él quisiese aparecer a horas poco habituales. 
No se asustó, ya que hizo hubo suficiente ruido a botellas apoyándose sobre la mesada de mármol de la cocina. 
Ambos sabían de como estaban. Nerviosos como adolescentes inexpertos, pero firmes en su seguridad. 

-Como la vez de tu cumpleaños en el campo. 

Solo eso le dijo él. Ella rebobinó por un instante su vida en común hasta llegar a aquel día. 

-¿Si? dijo ella mientras se le formaba una suave sonrisa. No escuchó más que un "Mmmmja" asintiendo.           

Entonces dejó de lado la lencería que había separado, el vestido, las medias. Buscó arduamente aquella camisa de seda pura entre estantes atiborrados de finas prendas. Se la puso abrochándosela toda, sobre su piel aún húmeda. 

-Listo. 

Esa señal fue la indicada para que él apagase las luces. Su memoria rememoraba los temblores a los que había sucumbido aquella tarde de sol furioso en un campo de Pilar. Recordaba también lo que a él le había costado oscurecer esa habitación en plena tarde. Se sorprendió al ver en su Led la proyección de un fuego de estufa a leña tan real como insólito. Se acercó suave, escuchando el crepitar de leños digitales. Por los ventanales apenas una luz azul de luna nueva dibujaban el resto del ambiente. La imagen de ocres, naranjas y rojos se proyectaban en su cuerpo. Él se acercó y casi sin tocarla rozó labios con labios. Instintivamente, vibrando con aromas y texturas conocidas y añoradas, amagó abrazarlo, pero él puso distancia. 

-Como aquella vez...quietita.... 

El juego la excitaba. Más de una vez, con copas de más, ella confesó que aquella fantasía de él a ella la había subido al séptimo cielo como ninguna otra. Él la sentó de manera tan delicada como si de un puñado de pétalos se tratara. Ahí había suficiente luz, aunque tenue, para que ambos se regocijaran con sus rostros mutuamente. 

El fuego de la pantalla dibujaba vaivenes que colaboraban a resaltar las formas. Esa misma luz le permitió reconocer con sorpresa, su propio almohadón, el que fuera objeto de su deseo tantas noches de soledad, y que permanecía allí aún, testigo de calurosas sesiones con su intimidad mientras lo recordaba.... Besos calmos, de una comisura hasta la otra, de apretar labios con dientes, de leve roces de punta de lengua por cuello y oreja. Escalofríos odiosos y amados. 

-Dale... Pidió exigiendo pero con tono de sugerencia...un chist de él la puso en posición de pequeña y dulce prisionera. Rió...a lo que él le retrucó con un "mirá que te ato"

-"Mmmm" 
-No...no entendiste...te ato y me voy.... 
-Malo! 

De pronto sin esperarlo, sintió una tela cubriéndole los ojos. Era un género tan suave como aquella camisa. Se moría de ganas de decirle que no era necesario, que si se lo pedía, ella no miraría...pero tomó el papel de sumisa sucumbiendo a la tentación mayor, la de no entorpecer nada. 

Lentamente comenzó a desabotonar uno a uno cada pequeño candado que protegía pechos perfectos. 
El solo contacto de las yemas de su mano le producían sensaciones magníficas. 
Su boca ya comenzaba a expeler soplos de alma sensual. 
Mientras una mano exploraba formas que aún seguían tal cual las había recordado por esos tres meses de espera, la otra investigaba la parte interna de sus muslos. 
Aceite mediante, ahora también brindaba brillo húmedo con la luz de un falso fuego. 
Pocas veces soportaba el insistente toqueteo de pezones, pero esta vez, relajada y con la ayuda de saliva de una lengua ávida de piel, se dejó llevar. Internamente el cerebro rogaba que aquella mano del sur de su existencia alcance el botoncito que tantas satisfacciones le hubo otorgado. Pero por otro lado, la emoción interna quería dejarlo hacer. 
Mientras tanto un sinfín de oleajes indescriptibles se acercaban para romper compuertas. 

Fueron instantes que parecían siglos y milésimas de segundo también. 
Empezó a gritar cada vez mas fuerte,más salida de una profundidad contenida. 
La lengua de él mordía y empapaba puntas, cuello, labios, oreja... Su energía le daba para maldecir y rezar, gemir y profanar insultos. 
Estaba llegando a un éxtasis sin contacto genital y eso más la enloquecía...su cuerpo pedía que una mano, una lengua, un miembro desparrame la miel que brotaba de una entrepierna desesperada. 
Casi como si en sus explosiones marcara una cuenta regresiva, él especuló hasta el momento justo para traerla hacia sí y penetrarla profundamente, de manera salvaje y violenta, tal lo que ella imploraba sin decir. 

Fueron varios empellones hasta sentirlo a él derretirse en ella. Esperma más caliente que el fuego la hizo arder por dentro. Emitió palabras desconocidas, sonidos de fuerza sobrehumana y palabras sabrosas de miel y pasión. 
Al separarse, se acercó a su rostro y tibiamente le confesó algo con un leve susurro. 
Sonrió con picardía, reconociendo que ahora si comprendía aquel sonido que había escuchado y le resultaba familiar. Se quedó con sus palabras finales: 

"Nunca voy a amar a alguien como te ame a vos", 

Y se acomodó para dormir con una sonrisa en los labios, abrazada a su almohada predilecta... 

Ya casi entre sueños, y mientras él se vestía, lo despidió con un "nunca te olvides que te quiero mucho" y volvió a cerrar los ojos esperando con ansias las fotos prometidas que él le enviaría la semana entrante... Las que le sacó en medio de una noche pasional única.






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