No era la primera vez.
Sin embargo estaba igual de incómodo.
Después de varios años volvía a
encarar a una mujer.
La separación me había golpeado, pero
también me liberó.
Era una situación difícil: muchos
años de convivencia te cercenan el ser que realmente uno es.
Si, también te enseñan mucho, sobre
todo en la tolerancia.
Y creo que ahí radica el primer error.
Uno es de determinada manera. Puede
corregir, adaptarse, transar y aprender mucho.
Pero también dejar de ser.
Al principio por respeto, por no querer
sonar a egoísta, a no herir al otro con gustos o hábitos
personales. Y después...
Y después tal vez sea tarde.
Es real que nada es para siempre y que
lo de “que la muerte los separe” es más un símbolo, un deseo
que una condición. Hasta te diría que está bueno... ¿porque no,
si estás bien con el otro?
Pero ¿y si no es así?
El equilibrio es lo más difícil. “Un
poco vos y un poco yo” suena a algo justo... sin embargo ¿como
medís cuanto “vos” y cuanto “yo”.
Por eso lo de la tolerancia, el respeto
y, agrego ahora, la paciencia. Nadie es perfecto, y eso es lo más
importante de asumir.
Nadie...ni vos ni yo...
El tema es que mes y pico después del
golpazo, de la definición que llevó tantos miedos, gritos y echadas
en cara, después de, al fin, no dar marcha atrás como otras veces,
acá estoy.
Solo.
Bien, por ahora. Hay momentos en que me
dan ganas de rebobinar el momento en que salió de mi boca aquel “ya
fue” final. Me vienen a la mente inquietudes sobre si una
oportunidad más a todo aquello era factible, conveniente.
Nunca lo sabré.
Y ella, mi nueva “amiga” -y solo
eso por ahora- me mira. Siento que, conociendo parte de mi reciente
historia, se cuestiona muchas cosas. Me conoce de mucho antes. Recién
ahora, debido a todo esto, me vengo a desayunar que más de una vez
me miró con ganas...
Y uno que es medio gil, no se daba
cuenta. Lindo piropo para el ego.
Me confiesa que esa ignorancia, ese
desplante que yo le hacía, más la entusiasmaba. Extraño atractivo
el de desear lo prohibido y al mismo tiempo pobre en valor si se cede
ante él...
Digamos que envidiaba mi obsesión por
salvar un matrimonio costase lo que costase, pero que al mismo tiempo
sufría por los magros resultados que obtenía. Digamos que como
signo de afecto hacia mi persona, valía.
Ella, que fue primero amiga de mi ex
(“mi ex”...primera vez que la defino así...) y que luego,
bastante después, la conocí yo, sabía de lo nuestro pero por la
campana opuesta a mi relato.
Sin dudas, cuando una mujer quiere ser
cruel, es implacable, insuperable, terminal. Ahora pude confirmar las
cosas que ha dicho de mí.
Por eso, que mi “nueva amiga” ahora
esté acá, es otro signo de su afecto.
O curiosidad quizás.
Mi ex no había escatimado críticas
sobre mi persona, mi forma de ser. Algo muy lógico como para
reafirmar la seguridad en uno mismo en una circunstancia así. Se
pueden dar dos cosas: O asumís toda la culpa o ves toda la
responsabilidad de lo que se quebró en el otro. Nunca se ve como una
tercera opción. Y es el tiempo el que hará una zaranda natural y al
fin quedará lo que siempre es: las culpas y los aciertos de ambos.
Ni más ni menos.
Y estoy acá con una amiga.
Me gusta la idea de tener una amiga a
mano, con el deseo interno de sentirla tal como siento a mis amigos
del barrio, del club, del trabajo. Quiero decir que, a esta altura,
me encantaría eso, como decía Papo, alguien con quien ir “juntos
a la par”.
Tremendamente difícil para mí.
Inevitablemente, el macho herido,
necesitado de afecto, de mimos, también sueña con un trofeo.
Quedaron muy lejos y hace tiempo las conquistas que ensanchan el
pecho. Y uno, encima, perdió la práctica.
Ella, mi nueva amiga, está alerta.
Siempre fue muy inteligente para los negocios. Creció
profesionalmente mucho y se supo hacer un lugar. Eso mismo también
la alejó de la posibilidad de conseguir una pareja acorde a su
estilo. Solemos acobardarnos frente a mujeres de armas llevar. Pero
hoy, acá y ahora, se percibía otra cosa. Si bien su altanería
estaba ahí, firme, notaba que buscaba acomodarse a una situación
también novedosa para ella.
-Es raro esto.- confesaba sin aportar
datos.
-¿Que cosa? ¿que yo esté tratando de
cocinar? Y si... es raro...
-No, salame... no te hagas el pavo...me
refiero a que estemos vos y yo acá, solos. Si bien sé que lo de
ustedes no tiene marcha atrás, es como que me da cierta culpa...
-jajajaja...dejate de joder.
-En serio te digo...
-Pero si estás acá para charlar,
comer... y si no me equivoco, estamos vestidos.
-No seas boludo... pero de verdad...es
como que hay algo prohibido en esto...tantos años amiga de...
-Pará... pará que me ponés mal... No
quiero sentirme así... tenés toda, toda la libertad para hacer lo
que se te cante. Y si bien me daría bronca, sobre todo porque me
está costando un huevo y medio esta salsa, podés hacer lo que
quieras, te repito. Y todo bien. Si querés irte...
-No, no... es que también me pasa
eso... estoy muy a gusto acá, con vos... y la salsa tiene una roma
impresionante... en todo caso primero como y después me voy.
-No podés ser tan hija de puta...
-Te lo digo en joda, boludo... hacé de
cuenta que no dije nada... ¿donde está el baño?
-Allá, la segunda puerta...disculpá
el despelote, pero todavía me falta el botiquín y algunas cosas.
-Ok, me arreglo...que no se te pase esa
salsa.
Como linda es muy linda. Y hasta te
diría que se arregló más de lo habitual. Bah, yo también, lo debo
confesar. De no querer ni afeitarme últimamente, hoy hasta la loción
para después de afeitar me puse. Incluso me compré esta chomba
cuando desde hacía años no me compraba nada.
Ella estaba vestida de manera simple
pero elegante. Capaz que en principio imaginó que la iría a llevar
a comer afuera. Algo así se entiende cuando uno dice “te invito a
comer”. Pero, después, pensándolo un poco, decidí que no era lo
mejor exponerme así. Prefería algo más íntimo, cosa de que si
afloraban tristezas fuertes, o ganas de llorar pudiese huir a un
cuarto o a la cocina... ¿cobarde? Si, un poco.
-Está muy lindo el departamento.
-Gracias... le falta todo...pero va de
a poco...
-Si, pero tenés buena onda vos, así
que me imagino que muy pronto va a ser otro este lugar.
-Bueno che...gracias de nuevo... ¿tanto
me conocés?
-Algo. Te seguí mucho en todo lo que
hacías. Y algunos trabajos me encantan. Por eso, también, me
resultaba muy difícil aceptar todo lo que ella decía de vos. Pero
ya te lo dije: siempre me gustaste...no podés no haberte dado
cuenta...
-Si, si...vos también me caías muy
bien, tu onda, la manera...
-¿Me vas a decir en serio que nunca me
miraste...a ver...¿como te lo digo? ¿Nunca me miraste “de más”?
¿nunca nada? ¿ni siquiera aquella vez en Cariló?
-Ah, jajaja...en Cariló estaba
totalmente borracho... si, supongo que hasta te hubiese propuesto
cualquier cosa...
-Ah, ¿no te acordás? Me sacaste a
bailar delante de todos...
-Si, si...eso algo me acuerdo...¿hice
algo más? no te creo.
-No, hacer no...pero me dijiste tantas
guarangadas, tantas hermosas chanchadas al oído, que juro que estuve
a punto de arrancarte de la fiesta y terminar garchandote en la
playa...
-Noooooo, no te creo... no me acuerdo
nada. Me ponés muy incómodo con lo que decís...
-Si señor, si hasta me mordiste la
nuca, acá...no me olvido más...
-Me estás jodiendo...
-No boludo...¿y sabés que me dijiste?
-¿Qué?
-Ahí me dijiste que te querías
separar... y yo me quedé helada. Si hasta intentaste meterme una
mano en la cola...Estabas muy zarpado...
-..............
-Si... y vos no sabés como estaba
yo...ardía... Tampoco soy de fierro...uy, perdón... tal vez no
debería hablar tanto... es el vino el que me suelta la lengua...
Cambiemos de tema mejor...¿ya estarán los espaguetis?
-.............
-Che, te estoy hablando...¿que te
quedaste pensando?
-¿Eh? Ah, no, nada...
-Bueno, ya está... ahora que rompí el
hielo contame vos...
-¿Contarte? ¿que cosa?
-¿Que pensás ahora? Te dije que me
gustás, te conté que ya me avanzaste, estás solo... ¿algo debés
estar pensando para querer charlar conmigo...
Me quedé en blanco. Si, seguramente
que mi deseo de estar con ella también tenía un interés
particular. Amiga como soy de los chicos de la oficina no iba a ser.
No tenía porque engañarme. Lo que no imaginaba era avanzar tantos
casilleros así de entrada, como si en los dos dados del juego de la
oca hubiese sacado dos furibundos seis. Pero ¿era el momento? ¿daba
para mezclar las cosas?
Mi relación con mi ex en gran parte se
rompió por no sentirnos pareja, parejos, de igual a igual. Como
decía antes, se desbalanceó en aquello de la tolerancia, del “un
poco vos, un poco yo”
No pasaba ni por los momentos vividos
en tantos años, los hijos, los viajes y todo eso...tampoco por el
sexo. Era otra cosa.
Mis relaciones sexuales no eran malas
desde lo físico, lo meramente orgánico. A mi se me para bien, soy
apasionado, le pongo todo lo mejor... llego a un orgasmo lo más
bien...pero ¿y todo lo demás?
No quería volver a algo así... había
leído hacia un tiempo a un tipo que escribió algo así como que
“va más allá de un simple orgasmo” y me pareció
genial...acorde a lo que estaba sintiendo. Y me analicé mucho en
todo eso... y es ahí que sufrí: no era culminar lo que me hacía
bien... sino percibir que mi pareja perciba lo que le anhelo dar...
si, puede ser un mambo mío, pero yo gozo más cuando ella goza, que
cuando lo logro yo... y eso lo traslado a todas las cosas de vida en
común. ¿para que sirve si no sirve? Me llevó un buen tiempo
descifrar que era lo que me pasaba... y era eso: la intimidad que yo
tenía con ella -y no me refiero unicamente a lo genital- no era
auténtica. Había barreras. Y eso fue mellando la relación. Sin
confianza, sin admiración mutua, sin “pongo las manos en el fuego”
por el otro, no hay simbiosis... entonces no hay nada.
Y así también entonces cambió mi
imagen sobre el sexo. ¿que puede haber entre dos personas más
íntimo que el sexo? Nada... Es como que llegás al punto
máximo...pueden contarse todos sus secretos, conocerse todas las
historias, saberse mutuamente de pe a pa... Todo... ¿que queda?
Queda lo genital, lo más escondido por ropas, por cultura, por
misterios de toda la vida, por experiencias anteriores... es ahí
donde -para mí- si abrís esa puerta, debe ser por confianza, por un
“wow: esto es lo único que me queda para que descubras de mi”.
Si, muy utópico, romántico y absurdo
para los días que corren, pero soy de una partida especial, jaja...
Entonces tener sexo para gozar me suena egoísta, y hasta vacío...
dar sexo para hacer gozar y que sea mutuo, es lo máximo. Obvio que
cuando sos joven y con tanto bombardeo sexual por todos lados es
imposible, pero si hablamos, como es mi caso, de un tipo grande, con
ansias de vivir en compañía, de sentirse pleno, mi búsqueda “va
más allá de un orgasmo”.
-Che...está muy rico esto...¿de
verdad que no solías cocinar?
-No, para nada...asado si... pero
tampoco es una ciencia... además está todo en internet.
-Me encanta quedarme mirándote... no
te sientas mal, intimidado, pero sos lindo...
-Ah bueno... y si... después de unos
minutos y de media botella el alcohol empieza a funcionar...
-Sos un boludo... en serio... sos
lindo...
-Vos también.
-Ah! Bueno...por fin...aleluya...
soltaste algo hacia mí fuera de aquello de que te caía bien...
-Es que en serio me caés bien...
-¿Si? Bueno, mejor así...por algo se
empieza, pero como piropo es bastante choto... es como si me dijeras
que soy simpática... che, somos grandes...
-Tenés razón...perdoname... ¿te
gustaría que te dijese algunas cosas como las que te dije cuando
estaba borracho, en Cariló?
-Noooo, eso es demasiado... Tampoco es
el momento... con que digas que estoy linda, que tengo el pelo
bárbaro alcanza...o elogiarme las piernas...
-O...
-¿O qué?
-O que te agarre así y te coma la boca
de esta manera...
Fue más animal que humano. La apreté
fuerte entre mis brazos y la besé con furia. Venía conteniéndome
de lanzarme sobre ella desde hacía un par de comentarios. Y se
sentía sabroso. No recordaba la frenética explosión emocional de
un beso bien dado y bien recibido. Hurgué profundo con mi lengua
recibiendo una deliciosa bienvenida. Mi mano en su nuca la acercaba
más y más. Soltamos amarras sin importar nada. Yo quería sentirme
bien, en una decisión racional, lógica, pensada, pero acá era
instinto. Temía, por milésimas de segundo, de estar equivocando el
camino, pero su pasión era más fuerte. Estaba todo maravilloso.
-Pará...pará un segundo...-dijo ella
interrumpiendo un momento intenso.
-¿Está mal? Si, suponía que podía
pasar esto...
-No...¡que va a estar mal!... quiero
disfrutar esto...mirarte, regocijarme con el hombre que salió de vos
y de ser la afortunada en recibirlo... desnudame... como vos quieras,
pero hacelo... nos merecemos.
Cada botón de su camisa aceleraba mi
pulso. Mi mirada iba desde sus ojos hacia una nueva parte de su piel
desnuda, y volvía a subir. Ella, tan firme y dura como la conocía
como empresaria, cambió por un tierno gesto de dejarse llevar, de
que mis manos hablacen. Ella saboreaba el momento. Al casi
imperceptible -para mí- roce de la yema de mis dedos por el borde
del encaje su sutién respondía mordiéndose delicadamente el labio
inferior. Por sobre la tela transparente noté que sus pezones
comenzaban a marcar presencia. Eso produjo un temblor en mi
entrepierna, como signo claro de una erección importante.
Dejarla al descubierto, con esos
hermosos pechos a un paso de mi propio cuerpo, era uno de los regalos
más lindos que había recibido en años. Su cara, de ojos levemente
cerrados, invitaban a un nuevo y prolongado beso. Éste no fue
salvaje sino cariñoso y suave.
Ahora ella me sacó la camisa a mí.
Luego, cuando decidió sacarme el cinturón y desabotonarme el
pantalón lo hizo casi como una ceremonia. Parecía que elaboraba un
strip tease para su propio deleite. Tomaba su tiempo, jugaba con
gestos y muecas.
Mi miembro pedía a gritos ser
liberado, impaciente. Primero me bajó el pantalón y ya cuando quedé
en boxer ella tomó distancia, dio un sorbo a su copa de vino, acercó
la silla y se sentó expectante, con un gesto de pura picardía.
-Vamos! Movelo!
-jajaja...que chiquilina que sos!
-¿yo? ¿yo chiquilina? Dale, movelo...
Reconozco cierta incomodidad que su
pedido me produjo. Era extraño -pero sumamente erotizante- tener a
una belleza como ella, sentada allí, de brazos cruzados que
resaltaban sus perfectas tetas, pidiendo algo en vez de ser ella el
foco de atención. Y encima de piernas cruzadas, en la que considero
la mejor pose femenina para lucir unas piernas largas y que todavía
no había descubierto como yo lo deseaba.
Permanecía con un culotte que la hacía
más desnuda que sin él.
-En serio...quiero que lo muevas, que
me salude... “Hola señor pito, jajaja”
No es difícil mandar la orden desde el
cerebro para moverlo. Pero tampoco era muy necesario, ya que sus
palabras, sus “divinas pavadas” como las definí y le dije
después, y su mirada estaban haciendo efecto natural en el
crecimiento de mi verga. Sin embargo, para su agrado, hice un par de
“saludos” . Aplaudió elegantemente, lo cual me sonrojó como un
niño. Su risa inocente me tentó.
-¿No crecerá como para que se asome
por la abertura?
-No... no soy un adolescente, temo
confesarte. Bastante que cumple...
-Jajaja...que problema que tenés con
la edad! ¡cuantas veces me planteaste eso de “tus años”, Dejate
de joder.
Fue lo último que dijo antes de
arrimar más la silla y deslizar mi calzón hasta el suelo. Como con
misterio tomó entre sus dedos índice y pulgar una pija que ya tenía
un tamaño bastante considerable. La sacudió, como para medir su
rigidez y se la metió de lleno en su cálida boca. La lengua
recorrió cada milímetro, produciéndome un placer enorme. Resoplé
profundo, como si liberara angustias y tensiones. Cada tanto, aún
sin abrir mis ojos, percibía que se acomodaba para mirarme la cara.
Era muy fuerte la sensación como para devolverle la mirada. Solo
resoplaba y gozaba.
Luego se paró y mientras con su mano
derecha seguía acariciándomela, masturbándome, me metió su lengua
en la oreja. No solía gustarme aquello, pero el desarrollo de todo
lo que venía sucediendo lo convirtió en algo estremecedor y
delicioso. “Comeme” llegó a susurrarme al oído.
Ahora yo deslizaba una bombacha
impecable. La alcé y la llevé hasta el sillón de apoyabrazos
mullido del living. Su intimidad más íntima estaba allí, para mi y
en exclusiva. Ünica. Con la cola sobre el asiento y las dos piernas
abiertas de par en par sobre los apoyabrazos lo que faltaba era solo
mi lengua deleitándome y deleitándola.
Era una de mis fantasías comer una
concha así, solo con la lengua y sin ningún otro contacto físico.
Como si fuese algo ajeno, quizás mecánico. Atinó a hundirme la
cabeza más profundamente, pero le pedí que no, que deje, en
principio, a hacerlo a mi estilo. Entonces una mano de ella fue hacia
sus pechos, cubriéndolo primero en su totalidad y deslizándola
hasta pellizcar uno y otro pezón. Ver eso ya valía todo. Imaginar
su goce, de ojos entrecerrados, de boca jadeante era un sueño.
Aprisionaba muy fuerte cada pico de esos cerros, dejándolos rojos
hinchados. Su otra mano facilitó mi trabajo de separar labios en
búsqueda del clítoris. Cada estocada con la punta de mi lengua en
ese punto rojo era un suspiro, un gemido diferente y cada vez más
ardiente. Sus dedos se encargaban de lubricar desparramando mi saliva
y sus dulces fluidos. Cada tanto también insertaba el dedo mayor en
lo profundo de una vagina sencillamente perfecta, sabrosa e
infartante.
Me incorporé solo para que mi posición
permitiese penetrarla. La ubicación de sus piernas lograron cogerla
rápido y muy profundo. Apoyado yo en los costados del sillón la
embestí con fuertes movimientos de cadera, varias veces. Sus manos
me arañaron la cola casi hasta hacerla sangrar. Era animal su
participación.
Muy difícil analizar o comparar quien
de los dos estaba gozando más del todo. Su gemido era grito,
desaforado, casi doloroso. La sonrisa a cada instante de que mi verga
salía, confirmaba su placer. Y un “oh” profundo volvía al
segundo de reingresar en ella. Mi ritmo se aceleraba y la
electricidad ya estaba recorriendo todo mi cuerpo. La médula
mandaba, mi cosquilleo era cada instante más ingobernable. Odiaba y
gozaba. Me daba bronca el tremendo in crescendo de un orgasmo furioso
como pocos, ya que lo anhelaba pero al mismo tiempo quería hacerlo
eterno.
-Pará... Sacalo y chupame...haceme
acabar con la lengua y después cogeme hasta el final, con toda la
fuerza que puedas.
Su personalidad decidida volvió a
aflorar. Aquella sumisión inicial, parte del juego, quedó atrás.
Y creo que me gustó más todavía al verla auténtica, diciendo lo
que quería y cómo lo quería, conociéndose...y también
comprometiéndome más para con su goce.
Acabó como se debe, con sacudones
hasta exagerados si fuesen voluntarios. Gritó y puteó a sus anchas.
Acompañé mi lengua con un dedo investigando una concha carnosa y
con otro hurgando un ano muy apetecible. El dedo en su cola produjo
un bonus extra en sus estertores.
Quedó rendida, temblorosa . Con casi
un hilo de voz, estuvo a punto de decirme que se la metiese. Pero
quedó a media frase ya que mi pija estaba allí. Mi primera entrada
fue suave, buscando el camino sin dañar. Sentí en toda la extensión
del tronco como un anillo con su piel encapuchándome. Al llegar lo
más profundo que pude exhaló alma. Tragó saliva para reponerse y
yo empecé con el vaivén exquisito. Ya casi no podía mirarla más.
El camino hacia mi orgasmo era tan intenso que los músculos de los
ojos, ante la posibilidad de disfrutar esa belleza de piernas
abiertas y pechos generosos, no respondían.
Seguí entrando y saliendo en ella y,
antes de explotar, pude afirmarme para acurrucarla bien cerca mío.
Mis brazos la contenían, la apretaban como para no dejarla escapar.
Ahora solo movía mi cadera mientras mordisqueaba su cuello y lóbulo
de la oreja.
Eramos, tal cual se dice, uno solo. Mi
delirio apenas por instantes me permitía escucharla de manera
clara. Murmuraba palabras ininteligibles y risa relajada.
Mi empellón final la inundó de leche
caliente y abundante. Grité yo ahora, tan libre como ella lo hiciese
antes.
Quedamos pegados por un instante. Tuve
conciencia de lo maravilloso que me sentía. Temí por ella. Era
fundamental su estado, y como se sentía.
-Wow! Nunca imaginé este momento así.
La puta que estuvo increíble! -dijo, rompiendo un silencio donde
las respiraciones y el latido de los corazones volvían a tomar
calma.
-Yo no tengo palabras...sos una diosa.
Juro que te alabaré como a una reina. Sentí mucho más que sexo.
Hubo otra cosa... tal vez te suene medio pelotudo, pero es que fue
particularmente intenso, dulce, salvaje, cálido y muy ardiente, más
allá del orgasmo...
Empecé esto contando que “no fue la
primera vez”
Debería corregirlo.
Si... Así, como las cosas se fueron
dando, así como yo -al fin- decidí por un cambio, así por una
nueva vida que me plantee, debo decir que así, de la manera en que
me encontré conmigo, en que fui yo...si... Fue mi primera vez. Y
estoy feliz.