-Esto puede llegar a ser violento.
-Dale, ya lo hablamos.
-Mirá que no quiero que en el medio de todo te me pongas mariconcita.
-DALE TE DIJE!
-Ok… date vuelta...
-?
-¡Date vuelta que te ato!
Siempre me molestaron ciertas cosas del sistema bancario. Yo más que hacer lo que estaba por hacerle a Lala, tenía en mi cabeza el tema del préstamo que todavía no me habían otorgado. Suelen romperte el culo y no, precisamente, de manera agradable. Y cuando llegué a casa Lala me sorprende con que al fin se iba a concretar su fantasía. Esa noche, en solo un rato.
Esa charla de su ilusión sexual ya venía desde hacía tiempo. El tema de que si había que empezar a cumplirlas o no, nos daba vuelta en la cabeza a los dos. Todo había empezado aquella vez que llegó medio chispeada de una salida con las chicas del gym, entre las que se encontraba Elisse, una francesita re chupetín, que les llenó la cabeza con probar cosas nuevas. Yo suelo incorporar juguetes, ropa o sabores, pero sumar otra pareja y con una onda semi sado, “never in my life…”. La cosa había quedado ahí.
Sin embargo, después de ponerme al tanto - y mandarme a bañar y afeitar- el asunto es que ahí estaba Lala, en tetas, con una bombachita hilo dental, atada de manos a la espalda y los ojos bien tapados a punto de probar algo nuevo.
Como pude me saqué el chip del banco y el bendito préstamo de la cabeza. Mientras yo la ponía “en condiciones” a ella para el juego, en el living ya estaban la francesa y su amigo. Yo debía atarla, vendarle los ojos y apagar casi todas las luces: solo el velador de mi mesa de luz tenía un gran pareo rojo cubriéndolo. La verdad, al ser de color más bordó que rojo, no se veía una garcha… Ja! Justo garcha vengo a decir…
-¿Listo? Preguntó la francesita.
-Sí, ya está, atada y vendada… Y yo sentado desnudo donde me dijeron.
Entró ella primero. Solo la descubrí por el contraluz de su silueta. Formas muy atractivas. Atrás él. Me asustó su porte… grandote el tipo. Yo sentadito primero miraría y después… y después no sé…
El equipo de música está en el comedor, entonces el cd que trajeron no se escuchaba demasiado. Igual, clima había.
Elisse se acercó con mucha delicadeza a mi mujer. Le recorrió desde la cara hasta sus pechos con un palito largo, con algo brillante en la punta, medio filoso. Lala se sobresaltó pero no dijo nada. Después le dio pequeños golpecitos con eso en los pezones. Temí que la lastime. Yo comencé a excitarme mucho. No quería tocarme. Pero mi pija comenzó a latir de manera inconfundible.
El franchute sí se tocaba… de lejos podía ver que tenía un pedazo de considerable tamaño y se lo refregaba como si nada, para acá y para allá. Tenía que llenar de sangre semejante salchichón.
-A ver Lalita, quiero que me muestres tu linda lenguita…lengüita… eso.
Lala, con mucha timidez, abrió la boca primero y Elisse le estampó un beso como para comérsela. Al mismo tiempo cambió la caricia que le estaba haciendo en sus tetas por un pellizcón en los pezones, que si yo alguna vez se lo hubiese hecho así, me echaba de casa.
Gritó incómoda, con la boca dentro de la otra boca. Sin embargo Elisse no aflojaba.
Poco a poco la fue desatando, la hizo parar y abrirse de piernas. Muy abierta. Primero, mirándola a los ojos muy cerca, le agarró la tanguita por adelante y se la subió de tal manera que sus labios vaginales quedaron expuestos a cada lado de la tirita de algodón de la prenda. Giró y pude ver su orto a pleno, con esa prenda sumergida en profundidades extremas. Reconozco que deseé ser yo quien estuviese haciendo eso.
Ver, de nuevo de frente como su concha casi se le dividía en dos generó en mí ganas de chuparsela desesperadamente.
Terminó arrancándole la bombacha cortándola con la punta filosa del palito y después de eso pasó a dedicarse a apretujar sus nalgas y jugar con la punta de un vibrador muy grueso en la puerta misma de su concha. Acompañó eso con dos dedos bien adentro como para comprobar si estaba mojada. Lo olió y saboreó. Eso generó otro estertor en mi expectante miembro.
El grandote se acercó y le estiró la mano para que ella siga masajeándole la verga. Esa imagen me incomodó aunque seguía siendo excitante. El tipo era como si no sintiera nada.
-A ver, vení vos ahora -me pidió Elisse-.
-Yo al tipo no se la agarro, eso lo habíamos hablado.
-¡Callate boludo! Que ella te la agarre a vos con su otra mano.
-Ah…ok…
-Y vos, mi linda, mi hermosa yegüita , abrite bien porque sino esto no entra… ¡y si esto no entra, te lo meto a la fuerza!
Su tono era enérgico. Creo que hasta me asustó a mí también un poco.
-Ay, me duele… es muy grueso…
-¡Meá! ¡Ya! ¡Hace pis que así se desparrama mejor tu lubricación!.
-¿Pero pis pis? ¿Ahora? ¡¿Acá?!
No sé bien que es lo que la francesita le habrá hecho allá abajo, que de pronto oí el chorrito contra el piso. Yo con ese masajeo estaba entrando en zonas peligrosas próximas al orgasmo y que, por orden específica, debía evitarlo como fuese. Era muy difícil. Pensé en el puto banco y los requisitos, pero ver mear a Lala me aceleró el deseo de metersela.
El grandote seguía como si nada.
El vibrador que le insertó a Lala entró casi todo. Era realmente grande y grueso… Con tal de pensar en otra cosa para distraerme se me ocurrió divagar sobre donde lo habría traído y si no la vio nadie en el palier del edificio.
Ella gritó mucho e incluso llegué a ver lágrimas brotando debajo del pañuelo que le tapaba la visión. Pero al instante gimió de placer, en un jadeo que la llevó al orgasmo inmediato, muy intenso, según parecía. Terminó con un ¡Wow! que me tranquilizó.
Ahora me tocaba a mí. Elisse me chupó de una manera tan fuerte que me dolía. Con algo me ató los huevos para que no se me carguen más de esperma. Sin embargo me puso al borde de estallar como tres o cuatro veces. Pero se detenía y me pegaba en los huevos con la orden de “¡No!”
Fue agobiante. Era como estar con la pelota sobre la línea de gol abajo del arco, solo, donde solo faltaba soplar para meterla y que te la saquen de ahí mismo una y otra vez…
Y la guacha ni respiro me daba para enfriarme.
Mientras tanto el tipo se estaba cojiendo con su salchichón a mi mujer. De manera violenta, desde atrás. La golpeaba contra la pared. La zamarreaba. Los gritos de Lala un poco me ayudaban a bajar mi libido, pero la tipa otra vez a comerse mi pija… ¡y de pronto siento algo en el culo!
Mientras tanto el tipo se estaba cojiendo con su salchichón a mi mujer. De manera violenta, desde atrás. La golpeaba contra la pared. La zamarreaba. Los gritos de Lala un poco me ayudaban a bajar mi libido, pero la tipa otra vez a comerse mi pija… ¡y de pronto siento algo en el culo!
No era él, pero era algo grande. Al principio me molestó, pero al ratito, combinado con una lengua tremenda y maravillosa, empecé a escalar cielos rumbo al séptimo.
¡Madre mía! ¡Como se sentía eso! Estaba muy al palo, muy en el filo. Y en una de las revoleadas coincidimos con Lala en vernos las caras justo ahí, de frente. Ella tenía un gesto de relajo, dolor, agotamiento y placer único. Yo sentía algo como un palo metido en el culo que subía y bajaba molestándome un poco, aunque se bancaba, y una boca mejor que la concha más estrecha…
-Ya está! No te contengas más, quiero tragar toda esa leche. ¡Inundame!
¡Para que me lo habrá dicho!: a la siguiente lambetada abrí compuertas de líquido contenido como nunca. La hija de puta seguía y seguía chupándome todo. Lala, me dijo después, que ver eso -a mí siendo chupado como si me la estuviese ordeñando con la boca- le generó un orgasmo extra inesperado, mientras el tipo seguía matraqueándola de lo lindo.
Quedamos exhaustos. Pero no terminó ahí. Ella quería más. Y su juego era así.
-No me voy a ir hasta que te cojas a tu novia hasta por las orejas. Y si no se te para, le digo a él que te la ponga bien dura. Sabe hacerlo. Tiene métodos muy interesantes.
Bueno… el asunto es que no solo logró que se me pare, sino que sentí su pija demasiado cerquita de la mía cuando, cuando, mientras yo cogía a Lala por delante, el grandote se la metía por detrás.
Al mismo tiempo Elisse la obligaba, apretándole los pezones con broches, a que le chupe la concha, sosteniéndole la cabeza para que no se escape.
No sé como terminó todo. De pronto se fueron mientras nosotros dos tratábamos, desahuciados, de reponernos y analizar racionalmente todo esa locura.
Al día siguiente fui al banco por lo del préstamo. La chica que me atendió sugirió que lo que más me convenía era el sistema francés…
-Si, dale, necesito esa plata como sea… aunque confieso que si bien todos sabemos que con el sistema francés, un poco el culo te lo rompen … hasta ayer, no sabía cuanto…