lunes, 24 de octubre de 2011

“MENÚ DEL DÍA:




PESCADO FRITO CON PURÉ
ALMEJAS
RABAS
CASUEL…"

-Che! ¿Casuela va con S o con Z?
-¡Con Z animal! Todos los días lo ponés en el pizarrón…
-Bueh! Si, siempre lo pongo mal…hoy al menos te pregunté… Y sí… no terminé el Liceo…ya lo sabés, ¿y qué?
-Si, Flor, pero si son tres cosas las que preparamos todos los días… Ya podrías aprendértelo.
-Uy, cuidado, habló la genia… soy buena con el vuelto, con los números…vos con las letras…
-Dale, apurate a sacar el cartel afuera que si no nos perdemos los turistas que están llegando. Que con esta temperatura, la playa va a estar llenísima. Y hablando de gente…mirá esos dos papurris que se sentaron en la mesa cuatro… voy yo.
-Andá… desesperada.

-Hola chicos… ¿Qué quieren de mi? De mi restó, digo, jajaja
-Mmmm lo que se ve parece sabroso… Todo es tentador… digo yo… ¿almeja tenés? ¿rica? ¿fresca?
-Eh… si… ¡claro que tengo una almejita… muy fresca… se te haría agua la boca de solo verla… ¿la verdad? No vas a poder sacar la lengua del fondo de la almeja, por el sabor que tiene…
-Ah…bueno, bien ahí… Me interesa mucho tu almeja…tus almejas, claro… dale, traé una picadita, con eso, ponele rabas, miniaturas…y un par de cervezas bien frías…

Dos segundos después estaba en la cocina derritiéndome y no del horno pizzero, la parrilla o por los treinta y cinco grados que hacía hoy a la sombra. Hacía rato que un chico no me ponía tan así solo con tontas palabras. Bah! Esas palabras salieron de la boca de un morocho de ojos verdes, musculoso pero no deforme, con lindo pecho y unas bermudas Rip Curl de las más nuevas. Su amigo, algo más rubio y con un poco de barbita, no estaba nada mal, pero nada que ver al lado de este cielo que deseaba fuese mío.
Le llevé los platitos y las cervezas. Apenas me vio puso cara de protesta.

-Ah!  esperá… no me parece que la cerveza esté tan fría como a mí me gusta… ¿me lo confirmás, plis?
-Si, si, pero te digo que la saqué del fondo de la heladera. Está desde ayer…
-Si, si, te entiendo, dulzura…pero si no pasa la prueba…no la quiero.
-¿Qué prueba?
-Ah, no sabés… bueno… A ver… va con onda y solo para ayudarte… ¿tenés la bikini puesta debajo de esa remera?
-Eh? Ss….si… ¿por?
-Sacátela. Date vuelta, o andá al baño, hacé como quieras, pero sacatelá y dejate solamente la remera, obvio. Si la botella apoyada sobre tus pezones tarda más de veinte segundos en ponértelos duros por el frío… para mi gusto está caliente. La cerveza, digo…

Me miró con una cara tan tierna y casi sin muecas, que yo también, sin dejar de mirarlo a los ojos hice un ridículo malabar delante de él para sacarme el corpiño por una de las mangas de mi camiseta blanca. Apenas mis dos globos se bamboleaban rebotando, aposté a todo o nada.



-Listo. ¿Tenés algún cronómetro? Apoyá la botella cuando quieras.
El frio del impacto inicial me repercutió, no sé cómo, como una flecha directo a mi entrepierna. Al cabo de catorce segundos exactos, mi pezón izquierdo estaba como para perforar la tela. Su mirada alternaba del pecho al reloj y del reloj a mi pecho, que con la condensación de la botella, se transparentaba mucho más de lo que imaginaba.
-¿Y? ¿pasó la prueba? Porque si te quedan dudas, tengo esta otra...  –dije señalándole con mis ojos mi otra lola-.
-No… perfecto. Reconozco que por un momento dudé. Te felicito.




-Gracias… y yo puedo preguntarte algo.
-Si, claro.
-Y vos… como reaccionás al calor. Quiero decir si un día como el de hoy, así, con esta temperatura… ¿se te afloja todo? ¿te queda todo baboso? ¿mustio?

Menos mal que Barbi, escuchando desde atrás de la columna, me manoteó y arrastró hacia la cocina en el momento en que ambos chicos se aprestaban a contestar vaya a saber que guarangada.
-¿Te volviste loca? ¿Sacándote el corpiño delante de la gente? ¡Estás mal, vos!
-Es un juego Flor… sabés que no me gusta que me toreen… se hacia el canchero… ¿conmigo? No, justo conmigo no… además no se me vio nada.

La cara de Flor se transformó. Dejó de mirarme y dirigió su vista por encima de mi hombro. Me di vuelta y un poco me asusté.

-¿Qué hacen? Ojo… Miren que llamo a la policía.
-¿Policía? Pero si solamente estamos cerrando porque entra mucho calor de la calle. Nada más. Por eso corremos un poco las cortinas, para estar más cómodos. ¿Está mal?

Mis ojos no vieron ni violadores ni asesinos. La mirada del morocho me desnudó cuando se mordió el labio de manera pícara. El casi rubio se acercó a mi socia y con una delicada caricia en el pelo, le consultó algo al oído.

-Flor… ¿Qué estamos haciendo? Afuera hay gente queriendo entrar, comprarnos y este chico me está insinuando cosas raras… ¿Qué hacemos, Flor?
-Perdoname… me presento…me llamo Matu, él es Gon. Desde el martes que llegamos a surfear acá y no hay día que cuando pasamos y las vemos, le digo a Gon: ¡Mirá lo que son esas dos divinas! ¡Dos hembrones! Y entre nosotros, ya en confianza, nos imaginábamos como será, digamos, amarlas un rato largo, largo. Pero cada vez que vinimos nos atendía un salame evitando que ustedes lleguen a nosotros.
-Ah! si, Rómulo. Es el dueño. Y como acá suele haber bardo después de un poco de alcohol, a determinada hora nos aleja de los plomos…para que no haya quilombo. ¿así que venían por nosotras? ¿Los dos?
-Si, Gon sueña con vos, ¿Florencia te llamás?
-¿Conmigo? Mirá vos… Si, pero decime Flor. Gracias.
-Y supongo que vos, ¿Matu era? Vos me querés a mí.
-Si y no.
-?????
-Ok, te la voy a hacer directa, somos grandes: Queremos con las dos.

Mi cara, la sentí, cambió de ingenua a asustada. Se me vinieron cientos de imágenes complicadas. Me ví penetrada por varios lados al mismo tiempo y no me desagradó. También pensé en Flor. En Flor mirando. En Flor cogiendo. En Flor comiéndome a mí. Y en ellos tres haciéndome gritar como loca. Yo ya había estado con una chica, y la había pasado muy bien, pero Flor no soportaba esa idea. Nunca había estado con dos chicos al mismo tiempo y odiaba las historias de minas comiéndose la concha.
Temí por un instante lo peor: Que esta boluda reaccione mal y esta fiesta se arruine toda por su culpa.
Pero no.
Conservaba un gesto extraño. Casi de resignación, aunque la comisura de sus labios denotaba cierto relax. Enfermita por algo de sexo distinto, parecía.

-No sé chicos. No los conocemos, estamos en el laburo, es una hora complicada por si aparece Rómulo… Además ella nunca estuvo con dos… Yo diría que es una locura ¿Qué decís Flor?
-Dale. Hagamosló Barbi, hagamosló. Ya.

No tuve ni tiempo para sorprenderme. Mientras Flor aceptaba, se estaba sacando su pareo dejando un par de tetas perfectas al aire. Los chicos se abalanzaron sobre ella dejándome a mi parada como un poste. Mientras uno la acariciaba por todo el cuerpo, el otro empezo a besarla y acariciarle el cabello. 


Luego cada uno se dedicó a cada una de sus tetas. Gon tenía un estilo salvaje. Era evidente que estaba muy caliente con ella. Le costaba mantener la calma. Matu era distinto. Saboreaba por milímetro esa lola blanca pero jugosa. Parados al costado de la barra, Flor se fue acomodando como para apoyarse contra algo. Su cabeza se inclinaba hacia atrás y ronroneaba de manera excitante. Si bien la había visto desnuda en varias ocasiones, jamás la vi gozar sexualmente. Fue inevitable que yo comenzara a masturbarme con esa imagen. Al cabo de unos segundos, ella ya estaba acostada donde yo sirvo las bebidas y ahora había una concha abierta de par en par. Gon le comió la entrepierna de forma exquisita, mientras que Matu no dejaba de meterle la lengua y sus manos por todos lados. De pronto el casi rubio me vio acariciándome.

-Vení. Mientras me saco la bermuda, no quiero que se me enfríe la comida. Manteneme esta almeja caliente, por favor.

Flor, más allá de estar camino al séptimo cielo, escuchó y se incorporó sorpresivamente. Esperé algo así como “ni se te ocurra”. Pero no.
Solo abrió muy grande sus ojos y recorrió toda su boca con una lengua empapada de salivas mezcladas. Y con un leve pestañeo, asintió.
Sumergir mi boca en la intimidad más íntima de mi amiga de la vida fue un espasmo directo. Lo soñé cientos de veces pero nunca siquiera se lo había insinuado. Percibí que los chicos miraban recontra calientes. Regalarle a mi Flor ese paraíso fue lo más.
De pronto una lengua mojada empezó a jugar con mi ano. Creería poder decir que puse los ojos en blanco. Solo esperé a que Flor tenga algo así como un orgasmo, por mínimo que fuese, para no dejarla a medio camino.

-Perdón Florcita… ya sigo, pero no puedo pensar si me hacen esto.

Me agaché como pude y los dos chicos se acomodaron, uno para meter y sacar la lengua de mi cola, y el otro para lambetear mis labios vaginales. De pronto sentí dos manos tibias evidentemente delicadas y femeninas en mis tetas.
Mientras uno seguía con mi clítoris a más no poder, el otro, que ya ni sabía quién era, me ensartó una verga gigante.
Y como supongo que a los chicos no les gusta demasiado tener una pija muy cerca a menos que sea la propia, cambió lugar con Flor.
El orgasmo que alcancé, mordiéndome el nudillo de mi mano hasta casi hacerlo sangrar, mientras Flor, conocedora de la fisiología de un clítoris me chupaba, Matu metiéndome esa maravilla varios centímetros adentro y con Gon mordisqueándome los pezones, con todo eso, fue de los más intensos de mi vida. Juro que creí que me moría.




Luego, casi como rogando, Flor pidió el mismo plato. Desee besarle el cuello, mojarle la oreja con mi lengua, apenas pude. Después, acostada boca arriba yo jugaba con mis dos manos en su rajita y con sus montañitas. Gon entraba y salía sin parar, bien a su claro estilo, mientras que Matu se preparaba para acabar en la boca de mi amiga.
Yo, un poco satisfecha, podía tomar distancia mentalmente como para ver la escena como si fuese una película. Y era lo más bizarro que jamás protagonicé. Me causaba mucha gracia como Flor gemía, casi entre risa y llanto. Pero con una sensación de placer que daba envidia.
Cuando los dos estuvieron a punto, salieron de los respectivos agujeros y los hicimos estallar en conjunto.

Gritaron mucho.

Tanto que afuera se escuchó como algo violento, porque empezaron a golpear los vidrios al tiempo que consultaban sobre nuestro estado.
Cuando Rómulo llegó, advertido por un vecino, ya estábamos mínimamente vestidas. Los dos chicos salieron velozmente entre un montón de curiosos, mientras nosotras los insultábamos a los gritos.

-Y no los queremos ver nunca más, ¿entendieron?… porque sino, ja! ¡la policía!
-¿Qué pasó chicas? ¿Están bien?
-Ay Romulito… no sabés… pidieron de todo, después querían almejas, que las probaban y querían más, que la bebida no estaba fría, que estaba demasiado fría, que le calentemos lo que íban a comer, tomaron mucha cerveza, Uffff, agotador. Se pusieron en pedo y se querían ir sin pagar.
-Y vos nos conocés, Romu… o se quedaban a pagarnos como sea o se pudría todo…Porque si no vos te ibas a enojar con nosotras, ¿no?
-Chicas, chicas… me encanta cuando los empleados como ustedes se ponen la camiseta…. A propósito… ¿y sus remeras? ¿Por qué no la tienen puestas? ¡Chicas! ¡No se escapen!





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