-Hola… Marcelo T de Alvear y Uriburu… por Avenida Córdoba estaría bien…
-Perfecto… ¿Anda de viaje?
-Si…por unos días… vengo de Uruguay…
-Uy! Uruguay…mire lo que son las casualidades… ¿Qué somos hoy? ¿Domingo? Si…el jueves fue entonces… Yo soy muy cuidadoso con las minas… pero el jueves este… No, este jueves no, el lunes resulta que… ¡Hay que estar arriba del auto! Bueh! Le cuento: uno junta leche acá sentado… sábado y domingo, que está más vacía la ciudad, estamos girando por todos lados…y se te junta… Y la bruja en casa no entiende esto que nos pasa a los hombres… entonces, antes del quilombo, no la jodo…
-Claro…lógico… No me bajó la banderi…
-Entonces el lunes estaba atento… siempre aparecen los lunes… bah, están todos los días, pero los lunes es como que salen más…
-¿Ah si? ¿Hay muchas?
- Si, por todos lados… uno ya las juna al toque… le decía…que volvía por Belgrano y la vi… No era una de esas, no señor, era una señora bien… linda… vestidita, maquillada…¿Cómo le diré? ¡Elegante! ¡Eso! Y no era fato… yo estaba en el semáforo y la vi… Y ella se dio cuenta pero se hizo la boluda… le toqué bocina así… un toque corto, y se dio vuelta… Agarró, miró antes de cruzar y se acercó al coche.
-Ah! bien ahí… buen levante… fíjese que la banderita del taxímetro no…
-No señor… no era un levante…ella estaba esperando un taxi… y vio que yo estaba libre y aprovechó. Me dijo que la lleve a Flores… Y si… ahí le dije el chiste y se cagó de risa…
-Perdón… ¿cuál chiste?
-Eh, maestro… no me va a decir que no conoce el de la diferencia entre Flores y Floresta…
-Ah! si… claro… ¡“esta”!, si, si…es viejo… ¿y se rió?
-Sí, le dije…se re cagó de risa…y eso que era medio fifí… Bueno…no se la voy a hacer larga… Charlamos, de todo un poco, y le digo: “¿sabés que sos muy simpática? ¿no querés que vayamos a tomar un café y alguna otra cosita? Es aburrido manejar todo el día un tacho…” y agarra y me dice que si… pero que quería saber qué era eso de “otra cosita”…
-Ja! Pero que bien… guachita la señora… yo le decía que cuando subí no bajó la…
-Y agarra y me dice: “venite acá atrás que te hago algo”, ja! Y yo no…. en el coche no. El coche es el laburo… Fuimos a un telo… Bueh! No voy a andar contando cosas, porque no es de hombre contar eso, pero resulta que yo siempre cuando llego a casa, ya de costumbre, llego de noche, cansado, dejo la billetera en la mesita de luz. Y acá también…
-Uh! Me imagino.
-Resulta que ella se está vistiendo y le digo que me aguante que voy al baño. No tenía mucho de guita…era lunes… ciento treinta, ciento cuarenta pesos tendría… Y estoy en el baño y me digo: ¡La puta madre, a ver si me afana! Salgo… la miro serio y como quien no quiere la cosa, así de refilón veo que hay guita, que no me la choreó y me quedo tranquilo…
-Ay…se pasó de cuadra…era en la anterior…ahora retome por…
-Uh, perdone, pero contando me distraje… Bueh… la llevé de nuevo hasta Belgrano, que se tenía que encontrar con el marido, y eso… y chau.
-Ah, bueh! Muy lindo… en la esquina… y ahora vamos a ver cómo hacemos porque…
-Espere, que no terminó la historia ahí… La dejo, se sube otro pasajero, así como usted, y lo llevo unas cuadras nomás…me paga, le voy a dar el vuelto y encuentro cuatrocientos cincuenta mangos… pero si yo tenía ciento treinta, no podía ser… Entonces ahí me dije: esta mina se equivocó de billetera, acomodó la guita y se equivocó y la metió en otro lado…
-¡Claaaaaro! Un pensamiento muy lógico el suyo…A cualquiera le puede pasar… ¿entonces? Me tengo que bajar…
-Si, si, ya va… Si, a cualquiera se le puede escapar una liebre, como usted dice. Entonces agarro y la llamo al celular… -me dio el celular, para llamarla cuando el dorima no esté- y le digo: Mi amor…te equivocaste de billetera y pusiste plata en, en, en…
-Si, dale! ¡en la billetera equivocada…! me tengo que bajar…
-¡eso! En la billetera equivocada… eso le dije… y agarra y me dice: “no… es lo menos que podía hacer por haberme hecho sentir tan feliz” Ja! ¿puede creer? ¡Hay gente honesta! ¡Honesta y agradecida! Eso. Ahora la tengo que llamar el martes, que si esta el tipo, quiere que pasen un par de días para ponerse bien, limpita, con ganas… Uy! ¿sabe una cosa? No le bajé la banderita cuando subió…
-¡Nooooo! Pero, que macana… Ni me di cuenta…
-¿Cuánto pagó la ultima vez por este viaje?
-¡Que se yo, hace seis meses que no volvía a Buenos Aires! Tomá quince pesos…
-Si, dame quince que está bien… Que tenga una buena tarde…
-Ah! una cosa sola… empezó a contarme esto cuando le dije que yo venía de Uruguay… ¿Qué tiene que ver Uruguay? ¿es uruguaya la mina?
-¿Uruguaya? No… que yo sepa no… ¿Por qué? ¿Usted la conoce?
Nota: Hacía mucho que no me encontraba con una “historia de taxistas” Si bien hice una adaptación, acomodando algunas cosas, casi todo es una “historia real” Bueno… “real” es una manera decir…Lo cien por ciento auténtico es que… ¡no bajó la banderita!
Buena jorgito!!! Necesito una taxista infartante...
ResponderEliminarUn tipico mito urbano. Los taxistas son tan truchos, todavia hay alguno que piense que es creible?. Agradece que no te paseo por todo Buenos Aires.
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